Wildfire Photographer of the Year aprovecha el poder de la fotografía para promover el descubrimiento, la comprensión y el disfrute responsable del mundo natural.
El concurso, que es propiedad del Museo de Historia Natural de Reino Unido y de la BBC Worldwide, premia cada año las mejores fotos relacionadas con la naturaleza con la intención de mostrar la belleza de estos grandes y pequeños seres que dan riqueza a nuestro planeta.
Por MIGUEL ÁNGEL VALLADARES Y LUIS SUÁREZ
Fotografía Wildfire Photographer of the year

Un águila real persigue a un zorro en el Parque Nacional Sinite Kamani en Bulgaria.
© Stefan Huwlier (Suiza).
Distintas actuaciones y una finalidad común: difundir, proteger y preservar la belleza de la flora y la fauna de nuestro planeta.
Eso es lo que hacen el concurso anual Wildfire Photographer of the Year y la WWF.
Hemos decidido utilizar las fotografías de este concurso y la encomiable labor de la WWF porque todo esfuerzo es poco para preservar la biodiversidad del planeta.
Miles de millones de euros de beneficio, más de un millar de especies a punto de extinguirse, primates, colmillos de marfil de elefantes, cuernos de rinocerontes, millones de peces tropicales…
Son solo algunos datos de la estadística demoledora y mortal que resulta del tráfico internacional de especies protegidas, una de las causas más importantes de pérdida de biodiversidad en el mundo.
En 2012 el tráfico de marfil alcanzó máximos históricos y se es tima que cada año se es tan matando a unos 30.000 elefantes
Mientras los traficantes prosiguen su actividad, un acuerdo internacional, el Convenio de Washington o CITES, intenta frenar el tráfico de especies de fauna y flora del mundo.
Y de su última reunión de Tailandia celebrada en marzo salieron algunas medidas esperanzadoras.
Junto a la destrucción de hábitats y la invasión de especies no autóctonas, la captura y el comercio ilegal de fauna y flora supone una de las principales amenazas que ensombrecen el futuro de algunas de las especies silvestres, sobre todo las más amenazadas.

DELTA DEL OKAVANGO
en Botsuana. Con el amanecer una leona sale a cazar. © Frits Hoogendijk (Sudáfrica)
La rareza y exotismo de determinados animales despierta en ciertos seres humanos el absurdo deseo de poseer algo que es escaso, en ocasiones único e irreemplazable.
Supersticiones, la atribución de propiedades médicas, mágicas o afrodisiacas o el lujo, son otras causas por las que se mantiene esta presión sobre algunas especies.
En efecto, al analizar las principales razones por las que se sigue manteniendo un negocio que está produciendo tanto daño a las poblaciones silvestres de multitud de especies, nos encontramos con que este tráfico produce pingües dividendos a unas cuantas personas que, además, han observado que se trata de una actividad ilegal poco arriesgada y no tan perseguida como lo puede estar el narcotráfico o el tráfico de armas, pero que es equiparable a éstos en rentabilidad.
Datos de la Interpol estiman que el comercio ilegal de especies mueve anualmente unos 14.500 millones de euros, ocupando el cuarto puesto en todo el mundo en volumen de negocios después del narcotráfico, la falsificación y el tráfico de personas.
Impunidad y rentabilidad representan un claro acicate para muchos traficantes, lo que está provocando que el problema aumente a pesar de los cada vez mayores controles internacionales.
En más de una ocasión se ha observado que los canales de distribución y las personas implicadas en asuntos de tráfico de especies son los mismos que los de otros crímenes, probándose así que se trata de un complejo y grave problema de especiales consecuencias no sólo para la naturaleza, sino también para el desarrollo económico, social y político de estos países.
Un ejemplo de estas implicaciones es el Ejército de Resistencia del Señor, una guerrilla de República Centroafricana acusada de crímenes contra la humanidad y que se sabe que financia sus operaciones con el tráfico de marfil.
Las denuncias de WWF sobre las implicaciones de que tiene este tráfico han conseguido que se debatiera en el plenario de la ONU y que Hillary Clinton iniciara una campaña desde el departamento de estado del Gobierno de Estados Unidos.
Algunas especies y productos derivados de la naturaleza de nuestro planeta se encuentran entre los más cotizados económicamente.
La singularidad o rareza zoológica y botánica es directamente proporcional a su cotización en el mercado y así, cuanto más rara es una especie, más valiosa es y, como un círculo vicioso, más se la persigue, disminuyendo hasta límites mínimos o incluso extinguiéndose.
Pero las implicaciones de este tráfico traspasan las fronteras económicas y se hacen políticas y sociales, toda vez que, una vez más, son los países en vías de desarrollo los grandes perdedores sacrifican su naturaleza y son los que menos beneficios económicos reciben.
Pero el tráfico de especies significa mucho más.
WWF estima que de todos los animales vivos que recorren el planeta del contrabando, entre el 60 y 80 por ciento mueren durante la captura, transporte y comercialización posterior.
Esta es la razón por la que el tráfico con especies vivas significa una esquilmación notable para muchas poblaciones animales, cuya disminución provoca efectos directos sobre otras especies, al desestabilizar la cadena alimentaria y causar la multiplicación de plagas de insectos, al terminar con sus predadores.
En Asia, por ejemplo, la sobreexplotación de las ranas toro, que se alimentan de mosquitos portadores de malaria, ha provocado la expansión de la enfermedad.
Pero además, la explotación no controlada de especies de fauna y flora tiene también efectos negativos sobre la economía de los países en vías de desarrollo, cuyas poblaciones locales pueden depender de la venta de productos derivados de animales y plantas para sobrevivir.
WWF ha venido alertando en los últimos meses y a través de una amplia campaña internacional sobre la tremenda presión que este tráfico ilegal está ejerciendo sobre determinadas especies, que son auténticos iconos de la conservación de la biodiversidad en todo el mundo.
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Una presión que ha crecido en los últimos años de forma exponencial hasta convertirse en insostenible y pone en jaque los esfuerzos de conservación realizados durante décadas.
Así en 2012 el tráfico de marfil alcanzó sus máximos históricos con un total de unas 40.000 toneladas y se estima que cada año se están matando unos 30.000 elefantes africanos.
Los rinocerontes africanos, por otro lado, protagonistas de algunas de las páginas más brillantes de la historia de la conservación.
WWF es tima que entre el 60 y 80 por ciento de los animales mueren durante la captura, transporte y comercialización posterior
Si en 1895 tan sólo quedaban entre 20 y 50 ejemplares de rinoceronte blanco meridional en el planeta, en la actualidad se estima una población de unos 18.800 individuos, que se concentran principalmente en Sudáfrica (95% de la población total). Pero la historia feliz se está convirtiendo en tragedia.
En 2012 se mataron en Sudáfrica un total de 668 rinocerontes y ya van más de 150 en lo que llevamos de 2013.
Estas cifras que suponen una media de casi dos rinocerontes muertos al día, están muy alejadas de los valores de finales del siglo pasado que se situaban en 14 ejemplares al año (periodo 1990-2005).
De continuar esta tendencia, contemplar un rinoceronte salvaje en las sabanas sudafricanas será una utopía.

Tigres recogidos por los monjes del Templo del Tigre cuando eran cachorros y que hoy acompañan a las visitas de turistas. © Melissa Lee (Malasia).
El CITES es el mejor instrumento para detener este tráfico mortal.
178 países forman parte de este acuerdo internacional, cuyo fin primordial es la conservación de miles de especies de fauna y flora mundiales mediante la regulación de su comercio.
La puesta en práctica del CITES es responsabilidad directa de los países firmantes, quienes deben mandar periódicamente a la Secretaría CITES con sede en Ginebra, Suiza, la relación de importaciones y exportaciones de especímenes incluidos en el CITES, para los cuales se exigen unos certificados especiales.

Migración de aves antes del invierno en la costa búlgara del Mar Negro. © Yves Adams (Bélgica).
El Convenio incluye un texto legal por el que se deben regir los países firmantes y una serie de apéndices donde se encuentran las especies reguladas por el Convenio.
Y la UE tiene un reglamento específico, más estricto, de aplicación de este Convenio para los países europeos.
WWF trabaja des de los años 70 contra esta lacra. Desarrolla proyectos de conservación y de lucha contra el furtivismo en el planeta.
WWF trabaja desde los años 70 contra esta lacra y fue uno de los principales impulsores de la creación del CITES.
Asesora a los gobiernos, lucha contra el furtivismo, proporciona guardería en parques nacionales, desarrolla proyectos de conservación de especies, elabora estudios científicos y campañas de sensibilización y, consciente del grave problema, puso en marcha un programa especial de seguimiento y control del comercio de especies amenazadas, denominado Traffic.
WWF y Traffic asistieron a la última Conferencia de las Partes de CITES (COP) que se celebró en Bangkok, donde se han adoptado algunas medidas que pueden ser la clave para la supervivencia de algunas de las especies más amenazadas por el tráfico internacional.
Los resultados de esta cumbre mundial han sido muy positivos.
En primer lugar se ha reconocido la importancia y efectos de este tipo de crímenes y se han establecido las bases para someter a un mayor control a los países más implicados en el contrabando de marfil, paso previo a la aplicación de posibles sanciones.

Oso kermode, también llamado ‘oso fantasma’, en el Great Bear Rainforest al sur de Alaska. © Paul Nicklen (Canadá).
Hay que valorar que estas sanciones pueden ser muy serias ya que pueden suponer la prohibición de comerciar con todas las especies incluidas en el convenio CITES (lo que incluye no sólo especies animales sino también especies forestales como muchas de los árboles maderables de mayor valor) lo que puede tener una enorme repercusión económica en muchos de estos países.
Así, los estados participantes han ordenado a China, Kenia, Malasia, Filipinas, Tailandia, Uganda, Tanzania y Vietnam -los países más implicados en el comercio ilegal de marfil– a que presenten planes para hacer frente al problema en el plazo de dos meses y realizar avances sustanciales antes de la próxima reunión de CITES (verano de 2014).
Pero la primera decisión para regular mejor el comercio de marfil se produjo en la misma sesión inaugural, cuando la primera ministra tailandesa, Shinawatra Yingluck, anunció que cerraría los mercados de marfil de su país.
Esta promesa se producía tras una intensa campaña internacional liderada por WWF y secundada por Avaaz y el actor Leonardo DiCaprio y su Fundación, que lograba que 1,5 millones de personas firmaran peticiones pidiendo poner fin a este comercio.
Hay que destacar que Tailandia había sido denunciada como el país donde se estaba ‘blanqueando’, justamente gracias a la existencia de este comercio y a cierta permisividad, la mayor parte de los colmillos de marfil ilegales procedentes del continente africano.
El cierre de este mercado supone un auténtico varapalo para las redes mafiosas que están masacrando los elefantes en toda África.

MACACOS DE CRESTA negra acurrucados para dormir en la isla de Sulawesi. © Jami Tarris (EE UU).
También ha sido muy importante la adopción de un plan para reducir la demanda de productos salvajes ilegales como el cuerno de rinoceronte, con un conjunto de compromisos enfocado a luchar contra los sindicatos del crimen organizado que trafican ilegalmente con cuerno de rinoceronte, administrando penas cada vez mayores.
Pero CITES va mucho más allá de la conservación de las grandes especies salvajes y afecta a una enorme conjunto de especies (más de 35.000).
En la cumbre mundial la primera ministra tailandes a anunció que cerraría los mercados de marfil de su país.
Precisamente otro de los grandes éxitos de esta conferencia ha sido que por primera vez se ha regulado el comercio de una serie de especies marinas de interés pesquero como son los tiburones.

LEONES Marinos de steller en la costa de la isla de Hornby.
© David Hall (EE UU).
Así, los gobiernos reafirmaron una protección mucho más estricta para tres especies de tiburones martillo, los tiburones oceánicos de punta blanca, el marrajo sardinero, y dos especies de mantarrayas.
Los tiburones y mantarrayas fueron listados en el Apéndice II, para poder a regular su comercio internacional a niveles sostenibles y evitar el descontrol que está llevando a millones de individuos a morir cada año por sus aletas, un producto de lujo en Asia, especialmente apreciado en China.
Como afirmó Carlos Drews, jefe de la delegación de WWF en CITES: ‘Este es un momento histórico, donde la ciencia ha prevalecido sobre la política.
Los tiburones y las mantarrayas están siendo literalmente borrados de nuestros océanos’.
Hasta hora los gobiernos habían empleado diferentes excusas para evitar dar este paso que resulta fundamental para contribuir el futuro de los océanos y que en el futuro esperamos se extienda a otras especies marinas amenazadas por la sobreexplotación comercial, tanto a nivel nacional como internacional.
Finalmente hay que mencionar que los negociadores también votaron a favor de aumentar el nivel de protección de varias especies de palisandro (palo de rosa) y ébano, que han sido sujetas a niveles peligrosos de tala ilegal, conduciendo a la deforestación, especialmente en Madagascar, aunque también en las selvas latinoamericanas y asiáticas.
En definitiva, una cumbre que ha permitido avanzar notablemente.
No hemos conseguido atajar el problema y queda mucho trabajo por delante pero los resultados de esta cumbre de CITES han sido muy positivos y constituyen unos pasos adelante muy significativos en la lucha contra el tráfico ilegal de especies, al tiempo que abren nuevos caminos para el futuro en ámbitos como el marino. •
Su hábitat desaparece mientras las compañías madereras siguen talando árboles, diferentes industrias entran en su territorio y las poblaciones locales utilizan los bosques para crear espacios agrícolas. Hay más de los que se creía pero, aun así, los gorilas son una especie amenazada. Por ARANTZA DE CASTRO
Más de 360 000 gorilas habitan los bosques del África Ecuatorial Occidental, aproximadamente un tercio más de lo que se pensaba hasta ahora.
Son datos de un estudio de WCS (Wildlife Conservation Society) en el que colabora WWF junto a otras 52 instituciones que, hasta el momento, cifraban la especie en 200 000 ejemplares.
No todo son buenas noticias para los gorilas.
Aproximadamente el 80% habita fuera de áreas protegidas debido a la demanda de materia prima que se extrae de su hogar: los bosques.
Y es que no es fácil para ellos sobrevivir: su descenso se posiciona en el 2,7%, año tras año.
Frenar la caza furtiva, la tala ilegal y la destrucción de los bosques es esencial para salvarlos.
Esto es así porque son principalmente herbívoros, y dedican casi la mitad de su día a alimentarse de tallos, brotes de bambú y una gran variedad de frutas, dieta que complementan con invertebrados y cortezas de árboles.
Existen dos especies de gorilas:
Gorila oriental: gorila de montaña y gorila de Grauer
Gorila occidental: gorila de tierras bajas y gorila del río Cross que viven en bosques tropicales y subtropicales de África central, separados por unos 900 km pertenecientes al bosque del Congo.
La cuenca del Congo es hogar del segundo bosque tropical más grande del mundo, es el corazón verde de África.
Se estima que tan solo un 2,8% vive en zonas protegidas. Sin embargo, habita en grandes zonas boscosas muy cercanas a estos parques nacionales y a las reservas, alejadas de los centros de actividad humana.
Por lo tanto, la conservación de las áreas forestales vírgenes es imprescindible para la protección de esta especie y de sus ‘hermanos’, los chimpancés.
CAZA Y COMERCIO, UN PROBLEMA AL ALZA
La caza y el comercio se han convertido en un problema al alza debido a que son asesina- dos para el comercio ilegal de su carne.
Tanto la caza de gorilas como el comercio de sus productos son actividades ilegales, pero los furtivos, los comerciantes y los consumidores son rara vez castigados, dada la débil legislación actual.
Por otro lado, se encuentra el ébola, una enfermedad infecciosa severa que ha devastado muchas poblaciones de grandes simios en África.
Además, los gorilas que tienen contacto frecuente con las personas son susceptibles a contraer otras enfermedades humanas, como infecciones respiratorias que han provocado el 20% de las muertes súbitas en estos mamíferos.
Además, a las enfermedades hay que añadir un factor: la baja tasa de natalidad.
Como los humanos, los gorilas se reproducen muy despacio. Dan a luz a una cría cada vez y cuidan de ella durante varios años antes de dar a luz de nuevo.
EL TURISMO COMO AMENAZA
La situación de los gorilas de montaña es crítica.
Solo viven en África Oriental y más del 40% de los 1 059 individuos que quedan en el mundo se encuentran en el Parque Nacional de la Selva Impenetrable de Bwindi, al suroeste de Uganda. Su conservación ha incentivado la visita frecuente de turistas.
Tal y como recoge la publicación científica SINC, debido a su susceptibilidad a las enfermedades infecciosas, las autoridades ugandesas han limitado el acceso de las personas para proteger la salud de los gorilas.
No más de ocho turistas pueden visitar a los grupos de primates acostumbrados a la presencia humana durante una hora al día.

LAS INFECCIONES provocan la muerte de un gran número de ellos. Es necesario que los turistas mantengan la distancia. Foto © Matthias Mugisha
Las normas son estrictas al respecto: las personas deben mantener una distancia de siete metros (o más) de los gorilas en todo momento.
En ausencia de viento es la distancia mínima segura para evitar cualquier riesgo de transmisión.
Sin embargo, a lo largo de los años, varios estudios han documentado que no todos los grupos de turistas respetan la regla de los siete metros.
En un nuevo trabajo, publicado en la revista ‘Frontiers in Public Health’,
un equipo de la Universidad de Ohio en EE. UU demuestra que el 98% de los turistas incumple la norma de mantenerse a siete metros de los gorilas,
según las 53 excursiones realizadas en temporada alta en el parque africano.
La idea era encontrar soluciones a esta problemática que permitan mejorar el cumplimiento de las reglas del parque.
El 73% de los excursionistas encuestados estaría dispuesto a utilizar medidas de precaución para proteger la salud del gorila como, por ejemplo, usar máscaras durante los encuentros.

EL 24 DE SEPTIEMBRE, el insituto
Jane Goodall celebra el Día Mundial
del Gorila. El empeño internacional para
garantizar la protección de la especie no
ha cesado debido a todas las amenazas
que sufren estos primates.
Esta práctica, que ya existe en la República Democrática del Congo, se considera la mejor opción, según los científicos que trabajan en la conservación de primates.
‘Se necesita acción para limitar los riesgos de enfermedades causados por los turistas que van a ver gorilas de montaña’,
recalca Gladys Kalema- Zikusoka, gerente de Conservation Through Public Health, señala el medio. •
Una red global de granjas urbanas cercanas a las comunidades y amigables con el medio ambiente. Infarm cultiva una amplia gama de productos de primera calidad durante todo el año. Verduras que consumimos a diario, sin viajar miles de kilómetros, reduciendo así el impacto de la huella de carbono. Un futuro brillante para nuestras plantas y nuestro planeta.
Por ARANTZA DE CASTRO Fotografía INFARM
Apasionados por ser autosuficientes y comer mejor, Osnat Michaeli y los hermanos Erez y Guy Galonska crearon Infarm en Berlín en 2013. Comenzaron cultivando sus propios alimentos, disfrutando de todo el sabor y los nutrientes, sin pesticidas químicos ni kilómetros de transporte.
Con el objetivo de compartir las bondades de los productos de cosecha propia con todo el mundo, desarrollaron un sistema de agricultura modular inteligente que permite la distribución de granjas verticales en todo el entorno urbano, cultivando productos frescos en prácticamente cualquier espacio disponible y satisfaciendo prácticamente cualquier demanda del mercado.
Plantas sin sorpresas desagradables, como molestos pesticidas, frescos y vivos (incluyendo sus raíces), que se cultivan bajo demanda. La pasión por el cultivo de sus propios alimentos, de la manera más sostenible posible, y la misión de reivindicar la forma en que lo logran son sus leitmotivs. ‘Nos vemos como un catalizador que empuja los límites de la agricultura para resolver el problema de alimentar a la población mundial’, señalan desde la compañía.
Hoy, con investigación y desarrollo de vanguardia, tecnologías patentadas y un equipo multidisciplinario líder, Infarm está desarrollando una red agrícola mundial que ayuda a las ciudades a ser autosuficientes en su producción de alimentos, al tiempo que mejora significativamente la seguridad, la calidad y la huella ambiental de sus alimentos.
Norteamericana de nacimiento y parisina de residencia, Susan George es una de las intelectuales progresistas más brillantes y respetadas de nuestra época. Amable, permite que la interrumpamos en plena preparación de una conferencia que dará, días después, en la London School of Economics, a la que también podremos asistir. Habla con Anoche Tuve un Sueño sobre su último libro, sobre el futuro que se cierne sobre nosotros de no cuidar nuestro entorno natural, sobre la insensatez humana de no reaccionar ante los ataques a la democracia y sobre el potencial creativo de las minorías.
Por FERNANDO LÓPEZ DEL PRADO Fotografía THE TRANSNATIONAL INSTITUTE
Incansable y profundamente comprometida con su tiempo, Susan George ha escrito cerca de 20 libros y un sinfín de artículos para periódicos de diferentes nacionales sobre temas tan destacados como el estado de la economía mundial, las crisis actuales, las medidas de austeridad y el creciente poder de las grandes corporaciones. A lo largo de su carrera, ha colaborado con diversas agencias especializadas de Naciones Unidas, Greenpeace y ATTAC. En la actualidad es asesora del Observatorio Europeo de Corporaciones y presidenta de la junta de Transnational Institute, reconocido centro de investigación e incidencia política, cuya misión fundacional es la de trabajar por la consecución de un mundo más democrático, equitativo y sostenible.
Su último libro, ‘Los Usurpadores. Como las Empresas Transnacionales Toman el Poder’ (ICARIA, 2.015) hace un repaso a cómo individuos con demasiado poder, grupos de presión, corporaciones multinacionales y organismos de nuevo cuño están haciéndose con el control de las instituciones de gobierno elegidas por la ciudadanía. Desprovisto de palabras sofisticadas y jerga especializada, alerta sobre los riesgos que tendrá este control sin oposición sobre el medioambiente, la democracia, la salud y el bienestar de las personas. Un brillante ejercicio de elocuencia al servicio de la paz, la dignidad humana y la justicia social.
En su libro comenta que ‘el modelo neoliberal hace falsas promesas de prosperidad y puestos de trabajo para todos, pero que al mismo tiempo es incapaz y no tiene la mayor intención de cumplir estas promesas’. Continúa diciendo que ‘este modelo ha sido desacreditado moral, intelectual y empíricamente’. No obstante, echando un vistazo a la situación mundial actual, pareciera que está ganando la partida. ¿A qué se debe? El fundamento del modelo neoliberal no se vertebra en torno a la idea de ser modelo inclusivo, donde se dé la bienvenida a todos. Muy al contrario. Se organiza para que se puedan transferir enormes sumas de dinero y el control total del poder político a una élite. Y hay que reconocer que esta élite, que se conforma del 1% de ese 1% dominante, está cosechando un éxito sin precedentes. Es un sistema que se construye sobre la premisa de hacer desaparecer de manera progresiva las leyes que regulan las relaciones laborales y reducir la capacidad de las personas para ejercer la democracia.
¿Cuáles son las principales características de lo que usted llama la ‘gran regresión neoliberal’? El sistema neoliberal ha creado las cotas más altas de desigualdad entre los seres humanos. Ha sido decisivo para hacer aumentar la cantidad de personas que se encuentran sin acceso a un empleo o en situación de precariedad laboral, para los que van a trabajar. Antes de que este modelo cosechara tal éxito político, sobre todo a partir del año 1.979 y con las victorias electorales de Ronald Reagan en Estados Unidos y Margaret Thatcher en el Reino Unido, la situación no era así. Por lo tanto, se puede afirmar que sea una regresión en toda regla. El modelo neoliberal es lo opuesto a lo que entendemos por progreso social.
Comenta en el libro que posiblemente lo más peligroso y agresivo del comportamiento de las corporaciones multinacionales sea la pretensión de apoderarse de las funciones básicas de los gobiernos y deshacerse de las protecciones básicas a los ciudadanos a través de los llamados Tratados de Libre Comercio. En realidad no quieren asumir las funciones asignadas tradicionalmente a los gobiernos. No creo que estén muy interesados en hacerse cargo de las responsabilidades de su día a día. Lo que sí pretenden es marcar su agenda política y hacer valer sus propios intereses. Pretenden poder fijar los términos de estos tratados, pero la negociación, más farragosa, se la dejan a los gobiernos. Este hecho es especialmente claro en el caso del TTIP. Las multinacionales están exigiendo tener mayor protagonismo en los procesos de elaboración de leyes, en un claro intento de usurpar las funciones legítimas del poder legislativo. Si estados soberanos optaran por pasar una determinada normativa que, supuestamente, fuera en contra de sus intereses, estas empresas podrían demandar a países enteros. Están presionando para que la resolución de estos litigios quede en manos de una corte de arbitraje privada, en vez de en manos de un tribunal. Esta situación es especialmente peligrosa, sobre todo, en el caso de los asuntos relacionados con el cambio climático. Por ejemplo, si un gobierno pretendiera limitar la extracción de combustible de origen fósil en su territorio o poner un tope a las emisiones de dióxido de carbono, se podría encontrar con el desafío de los principales inversores de estas empresas arguyendo que ese gobierno está coartando su obtención de beneficios. Del mismo modo, si a un gobierno se le ocurre subir el salario mínimos a sus trabajadores, estas empresas lo podrían interpretar como una afrenta a sus posibles ganancias. Sus consecuencias serán nefastas.
‘EL SISTEMA NEOLIBERAL HA CREADO LAS COTAS MÁS ALTAS DE DESIGUALDAD ENTRE LOS SERES HUMANOS’
¿Por qué cree que las negociaciones del TTIP están siendo tan secretas? Si realmente se supiera todo lo que está en juego y sus consecuencias, la opinión pública sería muy negativa. Inicialmente creyeron que estas negociaciones podrían haber concluido en 2014, pero su sorpresa ha venido de la creciente oposición que se está generando en diferentes puntos del planeta. Pareciera que para calmar los ánimos, la Comisión Europea ha prometido negociar la inclusión de cláusulas de protección del empleo y el medioambiente en el tratado, pero no creo que puedan hacerlo. Ya lo intentamos sin éxito con la Organización Mundial del Comercio al inicio de los años 90. La Comisaria Europea de Comercio, la sueca Cecilia Malmström, ha declarado que es su intención que estos elementos de protección formen parte del borrador del TTIP y dice estar a la espera de que su contraparte estadounidense se pronuncie al respecto. No hemos de engañarnos, si no se ha conseguido en los últimos 20 años, muy posiblemente no se vaya a lograr ahora. Esto es lo que en francés llamamos poudre aux yeux – literalmente, ‘polvo en los ojos’ -. Es una cortina de humo que nos lanzan para que nos aplaquemos y dejemos de protestar. Los americanos no lo van a aceptar nunca.
¿De firmarse este tratado traería algún tipo de beneficio a la ciudadanía europea? Es muy difícil de decir. Creo que Europa, las grandes empresas europeas, lo que pretenden es tener acceso a los cuantiosos contratos públicos del gobierno norteamericano en materia de infraestructura, principalmente. Aún no se ha podido corroborar, pero al parecer para conseguirlo estarían dispuestos a hacer importantes concesiones en la política agraria comunitaria, aunque yo no estoy muy segura de que vayan a tener éxito. Los americanos se vienen quejando de que el uso europeo del ‘principio de precaución’ a la hora de regular la aprobación de un nuevo producto en el continente es abusivo y adolece de base científica. Defienden que los alimentos que contienen organismos genéticamente modificados son perfectamente saludables y que aún no ha sido posible corroborar el peligro para la salud o el medioambiente de una serie de productos químicos que están prohibidos en Europa. Esto es completamente falso. Hace poco que se destapó el escándalo con los coches de Volkswagen. Hemos sabido que la empresa estaba engañando tanto a los gobiernos como a los consumidores. Estaba utilizando datos falsos en su único beneficio. Del mismo modo, sabemos que General Motors ha tenido que retirar del mercado cerca de dos millones de coches porque el mecanismo de arranque de uno de sus modelos estaba defectuoso. Lo más sorprendente es que pretenden hacernos ver que este comportamiento es perfectamente normal. Su manera de abordar este asunto es: muy bien, que se distribuya y si finalmente se comprueba que hay algo que no funciona y como resultado se interponen cientos de demandas, en ese momento puede empezar a considerar tomar medidas cautelares’. El enfoque europeo en cuanto a la regulación de productos y procesos es muy diferente. Aunque para serle sincera, las multinacionales de ambas partes del Atlántico podrían asumir hacer negocios de esta manera, podrían permitir a todo el mundo que exportara e importara lo que le viniera en gana y dejar al mercado que regulara.
Si un tratado de estas características se está negociando bajo un presidente demócrata, ¿cómo sería si se estuviese debatiendo bajo la administración de un gobierno republicano? Mucho peor, imagino. Se espera que el tratado se concluya durante el mandato del presidente Obama, pero no está muy claro ya que se prevén dificultades adicionales. El tratado necesita el visto bueno del Senado norteamericano, de mayoría republicana. Es más, sería erróneo pensar que todos los republicanos tienen la misma actitud respecto al TTIP. Algunos son tremendamente proteccionistas. Habrá que esperar y prestar mucha atención a quién resulta ser elegido o elegida en las próximas elecciones presidenciales. El presidente Obama logró obtener del Congreso de los Estados Unidos la aplicación del mecanismo de vía rápida. Eso implica que pueden decir sí o no al tratado, pero sin la capacidad de presentar ninguna enmienda. No está claro que el siguiente presidente mantenga este mecanismo. Pero volviendo a su pregunta, mucho me temo que de contar con un republicano en la Casa Blanca sería bastante peor. Para serle sincera ni siquiera he llegado a pensar en las posibles repercusiones de esta posibilidad aún.
Usted ha declarado que uno de los problemas más importantes a los que nos enfrentamos en estos momentos es el cambio climático. ¿Usted cree que somos realmente conscientes de las dimensiones de este problema? Creo que no. No todo el mundo está muy al tanto de las posibles consecuencias y su gravedad real. Se podría decir que la preocupación por el estado del medioambiente es un fenómeno de la clase media. Me explico, en países como Francia o España, una gran parte de la población está más preocupada por el nivel de desempleo, la precariedad laboral o la pérdida progresiva de poder adquisitivo que por la capa de ozono. Eso es perfectamente entendible. Las clases más pobres de Francia se enfrentan diariamente a una situación muy precaria y su número no deja de crecer. En la actualidad tenemos a seis millones de personas sin empleo. Sus problemas diarios les mantienen ocupados, sin demasiado tiempo para reflexionar sobre el cambio climático. No obstante, es justo decir que cada vez contamos con más personas concienciadas al respecto. En muchas comunidades se están llevando acciones locales de sensibilización. De todos modos, es un asunto muy delicado y entiendo que mucha gente no quiera oír hablar de ello. No es agradable imaginar un futuro en el que nuestros nietos vivan mucho peor que nosotros. No es muy alentador. En el año 2075 mis nietos tendrán la edad que tengo yo, que es 81, y no es agradable pensar que morirán de enfermedades relacionadas con el deterioro del medioambiente en situaciones de insoportable sufrimiento. A la gente no le gusta pensar en esto y lo entiendo, pero no tenemos más remedio.
¿Qué opinión le merecen los movimientos negacionistas del cambio climático? Por fortuna, solo son políticamente relevantes en Estados Unidos. Es el único lugar en el mundo donde cuentan con financiación suficiente y donde son particularmente activos. También hay grupos que reconocen la progresiva gravedad de la situación, pero que los avances tecnológicos, como la geoingeniería, nos salvarán de la catástrofe. Pero permítame decirle que las mayores amenazas a las que nos enfrentamos son la indiferencia, el egoísmo, el no poner un precio a las emisiones de CO2 de manera inmediata o no ponernos de acuerdo para establecer un control más férreo sobre la actividad de las multinacionales extractoras y comercializadoras de combustibles de origen fósil. Estas sí son amenazas reales.
¿Cómo podemos desafiar estos problemas? ¿Cuál es la manera más efectiva de plantarles cara? Hay múltiples medidas a nuestro alcance, como las campañas de desinversión sobre este tipo de empresas o actividades que dañen el medioambiente. Por ejemplo, España debería ser muy activa en el seguimiento de la labor del señor Miguel Arias Cañete, Comisario Europeo de Acción por el Clima y Energía, que está siendo muy perjudicial. También se podría exigir a aquellas entidades que hayan invertido en Repsol que retiraran su dinero. El Gobernador de Inglaterra anunció que iban a retirar las acciones que tenían en este tipo de empresas. Se pueden organizar campañas que señalen y avergüencen a estas personas, como al señor Arias Cañete, averiguar qué medidas está tomando desde su Dirección General y difundirlo. Se pueden organizar actividades a nivel local, como las llamadas comunidades de transición. Son movimientos de base comunitaria que han decidido llevar a cabo una serie de iniciativas que reduzcan sus emisiones de CO2. Hay un movimiento en Valencia de estas características, estuve con ellos el pasado mayo, aun no se han conseguido grandes cosas, pero son buenos ejemplos. Además, la tecnología está de nuestra parte, hay numerosas soluciones técnicas que se pueden poner en marcha.
La situación griega no se resolvió como esperaba en su libro. ¿Qué cree que pasó entonces y qué no nos contaron? No sé si no nos lo contaron, lo que sí fue seguro fue la intención de Ministro de Finanzas alemán, el señor Schäuble, de echar a Grecia de la Zona Euro. Hizo todo lo que estaba en su mano. Los griegos podían haber simplemente desobedecido y haber puesto controles al movimiento de capital de sus bancos, pero no lo hicieron. Así que cuando sus bancos estaban vacíos, el Presidente Tsipras tuvo que aceptar las propuestas de la troika – compuesta por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional – que resultaron ser mucho más duras que las iniciales. Mucha gente pensó que se podía haber acudido a un Plan B, como se empezó a llamar en su momento, antes de llegar a una situación tan dramática, pero no se hizo. Este Plan B se tendría que haber puesto en marcha mucho antes del estallido de la crisis en junio. Se necesitaba tiempo para preparar a los bancos, para establecer una moneda alternativa. Como imagina, este tipo de medidas no se pueden hacer de un día para otro. Lo que pasó fue vergonzoso y posiblemente no sea la última vez ‘no es agradable pensar en un futuro en el que nuestros nietos vivan mucho peor que nosotros’ que ocurra. En las próximas semanas me voy a reunir con un grupo de griegos. Espero que me puedan contar con más detalle qué pasó. Mire, las medidas de austeridad conducen a las personas a un endeudamiento progresivo, hacen que la vida sea más miserable. Los alemanes lo llaman ordoliberalismo, en vez de neoliberalismo, es prácticamente lo mismo, pero de origen alemán. Muchos se lo toman como si fuera a una doctrina religiosa que, entre otras cosas, tiene la obligación de castigar a las personas que han pecado. En alemán la palabra que se utiliza para deuda es la misma que se utiliza para culpa, Schuld. Se dice meine Schuld, mea culpa. Esta relación es muy interesante para entender la posición alemana.
Su libro describe un escenario bastante oscuro e incierto, pero al final reconoce que nunca había sido testigo de tantas campañas e iniciativas en tantos países diferentes. ¿Hay espacio para la esperanza? ¡Por supuesto! Como ciudadanos no tenemos ningún derecho a no hacer nada argumentando que las decisiones ya han sido tomadas. No creo que podamos permitirnos el lujo de irnos tranquilamente a la playa a leer una novela porque todo es muy complicado. No nos podemos dar por vencidos. Podemos ser optimistas o pesimistas, en mi opinión no son categorías morales. Mucha gente me pregunta qué soy yo y siempre digo que ni una cosa ni la otra. Tener esperanza es crucial para actuar moralmente. No conozco el futuro, por lo tanto debo tener esperanza. De lo que sí estoy convencida es que si no hacemos nada, si no aportamos, estamos contribuyendo al fracaso. Tener un futuro mejor es nuestra responsabilidad. Quizá sea ya muy tarde, no lo sabemos, por eso no podemos esperar. Tenemos que actuar.
Al final de su libro hace un comentario sobre el valor y el potencial de las minorías. Por supuesto que sí. Estoy convencida de que en el seno de las minorías se gestan grandes ideas. Llevo trabajando en temas relacionados con el medio ambiente desde el año 1989. Entonces no era una idea muy compartida, pero esa situación había cambiado en la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático que se celebró en Copenhague en 2009. En aquel momento, la gente creyó que podía confiar en sus políticos, pero se ha demostrado que no, por tanto, tenemos que actuar de manera diferente. El próximo 12 de diciembre volveremos a salir a la calle para manifestarnos. No esperamos que los gobiernos recojan ninguna de nuestras propuestas, así que seguiremos manifestándonos y trabajando.
Después de décadas de trabajo y activismo, ¿Qué cree que ha conseguido? No estoy segura. Constantemente hablo con personas que me dicen que han leído mis libros y mis artículos, lo que es una manera de reconocimiento. Pero es difícil saber qué he logrado. Creo que harán falta más años para saberlo, quizá otra generación, sobre todo cuando se trabaja sobre aspectos tan amplios y complejos. Además, las victorias políticas son muy raras, muy difíciles de conseguir. Si se vence de manera fácil y rápida, lo más seguro es que no se haya librado la batalla correcta. La conferencia que nos brindó en el Hong Kong Theatre de la London School of Economics fue igual de honesta y brillante como todos sus años de activismo. No obstante, confesó humilde que se sorprendió al haber recibido la petición para hablar en tan ilustre centro educativo y ver a tanta gente joven interesada en lo que tenía que decir. El fin de su intervención quedó sellada con los aplausos agradecidos del auditorio. Ella pidió que parásemos porque la íbamos a hacer llorar, frente a lo que decidimos aplaudir con más fuerza. •