Ludwig van Beethoven ha dejado una impresionante huella en Alemania. Tanto musicalmente como en su condición de viajero. Son muchos los lugares donde los amantes de la cultura y de la música pueden encontrar la herencia de Beethoven, más allá de Bonn, su ciudad natal, y más allá del 2020, en que se celebra el 250 aniversario de su nacimiento.
Bonn se sitúa en los cerros del valle del Me- dio Rin y las montañas de “Siebengebirge” (Siete Colinas). Aquí pasó los primeros 22 años de su vida, aquí está su casa natal y su hogar familiar, las tabernas que frecuentaba y sus rincones preferidos. En las 22 paradas históricas del recorrido “BTHVN” por Bonn y su región, se puede descubrir en qué medida la ciudad marcó la vida del gran compositor.
La cultura beneficia seriamente la salud
Su sueño es integrar el ámbito de la cultura y la salud, promoviendo un nuevo sector de actividad donde las artes sean agentes en la mejora de la salud de las personas, y la sanidad sea un campo de desarrollo profesional para los artistas. Por MARTA ARTEAGA
Fotografía FUNDACIÓN CULTURA EN VENA
En la Fundación Cultura en Vena trabajan para mejorar la vida de las personas inyectan- do cultura allí donde no suele llegar. Acercan el arte y la música en directo a los entornos sanitarios y a regiones en riesgo de despoblación.
El arte como prescripción. Esta Fundación tiene la convicción de que la cultura también cura. Trabajan para contribuir a construir el hospital del mañana: uno de sus objetivos es mejorar la estancia de pacientes, familia- res y personal sanitario a través del arte y la
música en directo. Y despertar la vocación de servicio en los artistas. Además, promueven la investigación clínica de los efectos de las prácticas artísticas en la salud y el bienestar de las personas.
Llevan años demostrándolo científicamente: por eso se alinean con las últimas directrices de la Organización Mundial de la Salud, publi- cadas en noviembre de 2019 por su Health Evi- dence Network (What is the evidence on the role of the arts in improving health and well-being?). Esta publicación insta a los gobiernos euro- peos a implementar; prácticas artísticas en sus políticas de salud y bienestar: no solo en pro- moción y prevención, también en tratamiento de la enfermedad. Y lo hace apoyada en más de 900 publicaciones científicas que hacen referencia a más de 3 000 estudios adicionales.
En la actualidad, Cultura en Vena cristaliza sus objetivos en tres programas permanentes con vocación de escalado nacional e interna- cional. Representan acciones encaminadas a
realizar un cambio sistémi
co en el ámbito de la salud y la cultura en beneficio de las per- sonas: Arte Ambulatorio, el Proyecto MIR (Músicos Internos Residentes) y el concurso Cultura de Urgencias.
‘Existe más público en los hospitales que en los museos; tenemos una oportunidad de colonizar culturalmente el espacio hospitalario y así es como intervenimos en sus vestíbulos, salas de espera y habitaciones. Ofrecemos y presentamos los contenidos: empezamos con Goya y la idea es que no pare, que cada hospital tenga siempre cultura en esos espacios’.
Así lo explica Juan Alberto García de Cubas, creador de la Fundación Cultura en Vena, que amplifica la semilla de Música en Vena, de la que es cofundado
r y antiguo director general. Arquitecto con más de 20 años de experiencia en museografía, comisariado musical, y con una etapa como artista plástico que le llevó a ganar el Gran Premio de la Bienal de Alejan- dría, posee una visión integral de la cultura y una sensibilidad para ver la capacidad de las artes de aportar un cambio sistémico.
‘Cultura en Vena hace de catéter entre el sector cultural y el ámbito de los hospitales y las comu- nidades rurales. Trabajamos con artes plásticas, música, literatura y cómic. Nuestro reto está en acercar estos contenidos para que sean accesibles, útiles, capaces de mejorar la vida de las personas y generar una red estable de actividad cultural’.
Por el momento, el progra
ma Arte Ambula- torio ha desarrollado la exposición itinerante ‘¿Goya en un hospital?’, que cuenta con re- producciones de obras del Museo del Prado cedidas para la ocasión. Otra próxima ex- posición está integrada por obras cedidas a la fundación por grandes artistas como Soledad Lorenzo, Emmet Gowin, José Ma- nuel Ballester, Nicolas Nixon, Eduardo Scala, Fazal Sheikh y el propio García de Cubas, que formarán parte de una intervención en el Hospital Severo Ochoa en las áreas de Rehabilitación y Obstetricia, con textos de la mediadora cultural Ana Folguera. Cuando la COVID-19 lo permita, este Arte Ambu- latorio llegará al Hospital Miguel Servet de Zaragoza y al Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda, entre otros.
‘ El cambio de época que estamos viviendo afecta a la sanidad, al medio ambiente, a las
desigualdades sociales, al trato de las perso- nas mayores, a las libertades individuales, a nuestra relación con la tecnología… Pero la crisis sanitaria de la COVID-19 también está replanteando las futuras maneras de vivir la cultura, así como su propósito. Los museos, las grandes instituciones y los agentes produc- tores de cultura del siglo XXI deben tener en cuenta la función terapéutica de sus activida- des. Además de su papel como conservadores y divulgadores, ahora además tienen la res- ponsabilidad social de relacionar su patrimonio con la salud de los ciudadanos’, expresa García de Cubas.
El pasado 8 de agosto tuvo lugar el bautismo de la exposición ‘¿Goya en un hospital?’ en Fuendetodos, localidad natal de Francisco de Goya. Este p
ueblecito de 140 habitantes fue testigo de la muestra de reproduccio- nes del Museo del Prado, antes de itinerar por difere
ntes hospitales, y del concierto Beethoven y Goya: Influencers, que la pianista Marta Espinós ofreció delante de la casa del pintor, revelando los paralelismos vitales y estéticos que ambos creadores y visionarios compartían.
Y eso no es todo: con el objetivo de estimular la creación artística que reivindique el papel social y transformador de la cultura en el ám- bito de la salud y el bienestar -sin olvidar la situación crítica que atraviesan los creadores por la crisis sanitaria- la Fundación Cultura en Vena ha puesto en marcha el concurso Cultura de Urgencias, patrocinado por la Em- bajada de Alemania y con la colaboración del
Círculo de Bellas Artes de Madrid. Cultura de Urgencias es una convocatoria online para jóvenes creadores europeos de las artes visuales y la literatura, cuenta con 8 000 eu- ros en premios, y el regalo que supone, para ganadores y seleccionados, exponer sus obras en hospitales. •
www.culturaenvena.org/cultura-de-urgencias/
FEDERICO MAYOR ZARAGOZA
Presidente de la Fundación Cultura de Paz Exdirector general de la UNESCO
El futuro ya está aquí. Constituye una responsabilidad ineludible y apremiante atajar el progresivo deterioro de las condiciones ecológicas, de la habitabilidad de la Tierra. ‘¡Implicaos!’ fue el grito – mensaje final de Stephan Hessel. ‘Tendréis que cambiar de rumbo y nave’, apostilló José Luis Sampe- dro. Pues bien, ha llegado el momento en que, por fin, los jóvenes están levantando la voz y se están implicando. Podemos sentirnos esperanzados porque el cambio de ‘rumbo y nave’ está empezando.
Ante este momento de inflexión histórica que estamos viviendo, me viene a la memoria mi encuentro con Indira Gandhi a principios de los años 80 con motivo de la presentación del programa de ‘Inves- tigación y necesidades humanas’ que la UNESCO iba a iniciar en Madrás. Me pidió que la acompañara mientras pasaba entre hombres, mujeres, niños y niñas sentados en el suelo que le presentaban sus peticiones en pequeños manuscritos. Al terminar este contacto con su gente –dicen que los leía con detenimiento y procuraba atender las peticiones que le formulaban- mantuve una larga entrevista con ella. Al final, me dijo: ‘Me parece muy interesante la reunión que van a tener y los programas que están desarrollando. Creo que, efectivamente, es el conocimiento el que puede resolver la mayor parte de los problemas. Pero, por favor, envíeme una solución después de la reunión en Madrás porque -excla- mó sonriendo- de diagnósticos, por certeros que sean, voy ya muy sobrada’.
Nunca deberíamos olvidar lo que me dijo Indira Gandhi aquel día. Porque lo que se necesitan, cier- tamente, son soluciones y pasos hacia el diseño del nuevo mundo que anhelamos. Es por eso que el clamor de los jóvenes que estamos empezando a oír es tan importante. Basta ya de palabras, es tiem- po de acción. Es tiempo de soluciones. No más ‘diagnósticos’. Es tiempo de ejecutar sin dilación la Agenda 2030 y los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) adoptados por las Naciones Unidas en noviembre de 2015 y los Acuerdos de París, el mismo otoño, para luchar contra el cambio climático y los procesos irreversibles que comporta.
Es el momento de dejar de ser espectadores y pasar decididamente a ser actores de nuestra vida y de oír a los científicos y fiarnos de ellos para adaptar nuestro comportamiento cotidiano, nuestro estilo de vida con los medios de transporte adecuados, con fuentes renovables de energía y, sobre todo, con un nuevo concepto de seguridad que reduzca al mínimo los inmensos gastos militares y de armamento, pudiendo hacer las inversiones necesarias para el cuidado de la Tierra y para las grandes prioridades, propias de un desarrollo global sostenible y humano: alimentación, agua, salud, medio ambiente, educación y paz.
El otro mundo posible que anhelamos y merecemos es hoy, todavía, posible. La movilización ciuda- dana debe llenarnos de esperanza. •
Hace tres años, la II Edición de los premios Optimistas Comprometidos, organizados por Anoche Tuve un Sueño, supuso un paso hacia delante para Marta, Indara y Celia, empresarias de El Sofá Amarillo -un estudio integral de organización de eventos y planes de boda-, que se sintieron totalmente inspiradas por todo lo que escucharon y aprendieron en la gala y que, al día siguiente, en el tren, volviendo a A Coruña, decidieron que una de las prioridades de su compañía en ese año sería desarrollar su propio proyecto de Responsabilidad Social.
‘Era algo que siempre habíamos querido hacer; nos faltaba ese pequeño empujón y la gala OC nos lo dio’. Apasionadas por su trabajo, y por hacer del día en que se unían las parejas en matrimonio el momento más especial de sus vidas, compartían el amor por las ideas imposibles, por pensar más allá del límite establecido y por no tenerle miedo a nada. Sentían que querían ir un paso más allá y poder equilibrar la frivolidad que en ocasiones se transmite
en el mundo de las bodas, con un proyecto totalmente altruista, en el que pudieran aportar su talento, su esfuerzo y su ayuda.
El segundo paso que dieron, fue buscar un proyecto con el que se sintieran identificadas, que les moviera el compromiso de hacer lo imposible y que tuviera que ver con niños, familias y mujeres. Les apetecía encontrar una
organización que actuara tanto a nivel local en España como en algún país en vías de desarrollo. Y aunque al inicio no aparecía ninguna causa que respondiera a sus anhelos, gracias a la doctora Lorena Bembibre, amiga de El Sofá, y voluntaria de Ecodesarrollo Gaia, tuvieron claro que sería con ellos con quienes iban a colaborar y a poder aportar algo verdaderamente significativo, a través de su compromiso. Se enamoraron de su labor, fue amor a primera vista.
Ecodesarrollo Gaia es una organización sin ánimo de lucro para el desarrollo sostenible, que desde hace 27 años, trabaja en el marco de los derechos humanos, la no violencia, la igualdad y la prevención de la violencia de género, la defensa del medio ambiente, la equidad norte-sur, la equidad intergeneracional, la inmigración, el codesarrollo y la cooperación internacional y la paz.
Concreta su labor en dos grandes áreas. En A Coruña desarrollan actividades de mediación sociocultural y laboral con inmigrantes, ayudándolos durante su proceso de integración en el nuevo entorno. Entre las que se incluyen la educación a sus familias y la alfabetización y atención integral a mujeres y a niños.
Y también llevan a cabo, en la localidad senegalesa de Yoff, importantes proyectos de desarrollo comunitario. Esta segunda área fue sin duda la parte del proyecto de Ecodesarrollo Gaia, que más les emocionó y con la que soñaron implicar, no solamente a los clientes de su empresa, sino a aquellas parejas que buscan un regalo solidario para el día de su boda.
El tercer paso fue canalizar esta ilusión a través de la iniciativa amarilla: ‘Un sofá en Senegal’, gracias a ella desarrollan distintos proyectos para que las parejas a las que ayudan y toda persona que quiera formar parte de la gran labor de la ONG en Yoff, pueda sumarse y colaborar. Los lápices solidarios de ‘El sofá amarillo’, son el primer proyecto que han puesto en marcha.
Estas mujeres optimistas y comprometidas, creen que la educación es la única manera de cambiar el
mundo. Educar en paz, igualdad de oportunidades, seguridad alimentaria o sostenibilidad ambiental, y consideran que es fundamental para garantizar el futuro de la sociedad y favorecer que, tanto los niños como sus madres, reciban una educación de calidad para poder ser independientes.
Querían crear un símbolo que representara la labor educativa de Ecodesarrollo Gaia en Yoff, para que las novias y novios amarillos, y todos aquellos que quisieran colaborar con la causa, pudieran participar llevándose además un bonito recuerdo.
‘Por eso apostamos por los lápices, con la idea de que quien lo reciba como regalo escriba con él el principio de una nueva historia’. La totalidad de los beneficios que obtienen a través de la venta de estos lápices, repercute directamente en la construcción y equipación de la biblioteca de la escuela Coruña, en el pueblo de Yoff, próximo a Dakar.
Así, y una vez consolidado el proyecto, en noviembre del pasado año, dieron otro paso más: participaron en Coruña Cura, una expedición sanitaria anual, en un viaje de cooperación integrado por quince profesionales sanitarios que, durante dos semanas, atendieron a más de 300 pacientes en Yoff salvando vidas, con medios limitados y pasión ilimitada.
Marta y Celia fueron acogidas en el grupo como personal de apoyo en tareas organizativas del hospital de campaña en la escuela Coruña. Durante doce días pudieron ver cómo cada céntimo, cada lápiz, cada esfuerzo, se ha traducido en mejorar un mundo en el que, con muy poco, todo es mucho mejor. Porque dice Mito Fernández-Obanza, Secretario de Ecodesarrollo Gaia y gran inspirador de esta realidad que han creado: ‘solamente nada es poco’.
Esta es la historia de este sofá acogedor, comprometido y amarillo, una empresa pequeña que priorizó
su deseo de ayudar. Y paso a paso, fueron sembrando este sueño, hasta hacerlo realidad. Sueño que
inició Indara y que continúan regando con su ilusión, optimismo, compromiso y amor Marta y Celia.
Pop fresco de Noruega, ‘dance’ fusión madrileño, el mejor tango y el romanticismo francés. Te proponemos artistas de innovación y tradición, para tu disfrute. La calidad del pasado y las nuevas formas de expresión creativa coexisten y enriquecen nuestra paleta musical.
DON’T KILL MY VIBE. Sigrid.
Es una de las más excitantes y originales apariciones en el panorama del pop de la última década. Este trabajo pone de relieve el talento de la compositora de 21 años, que integra lirismo musical y pop para bailar. La instrumentación minimalista de sus arreglos da prioridad a su voz y la coloca en el centro de todos los focos. Su voz versátil se mueve con suma facilidad entre los registros dulces y los más poderosos. Cada canción tiene un sello diferente y muestra la diversidad de estilos que Sigrid domina. Entre sus influencias, Sigrid menciona a Adelle y Joni Mitchell. La joven artista noruega gusta tanto de melodías líricas e imposibles como de estribillos grandes y comerciales. El resultado de este primer disco es una música divertida, llena de belleza y que apunta a una gran artista con mucho presente y futuro.
THIS AIN’T ROCK’N ROLL, IT’S MASS MURDER. The Hardcore of Beauty.
El proyecto liderado por el madrileño Beltrán Cavero, nos trae una original propuesta de calidad, innovación y fusión de estilos. Destila la influencia de muchas fuentes musicales que parten del pop, pero que evocan diferentes géneros y épocas musicales. Por encima de todo está la innegable invocación a la música de baile que sus ritmos y melodías proponen. Las influencias que la banda y el proyecto citan son diversas: The Cars, Talking Heads, Wendy Carlos o Justice. Los años invertidos en su producción muestran un resultado muy cuidado, con una instrumentación que aporta muchas densidades y diferentes sonidos acústicos y digitales. Los arreglos subrayan unas melodías pegadizas y una rítmica que pide bailar. Cada escucha sucesiva aporta nuevas lecturas a una música original y adictiva.
THE COMPLETE BERLIOZ RECORDINGS ON DEUTSCHE GRAMMOPHON. Daniel Barenboim.
Barenboim se adentró en la música de Berlioz con una serie de importantes grabaciones con la Orquesta de París, de la que fue director titular entre 1975 y 1989. Esta exploración de Berlioz que edita Deutsche Grammophon se ha convertido en una de las más significativas del compositor. El hecho de que haya sido realizada por músicos franceses la destaca en un lugar especial. La capacidad inventiva de las orquestaciones de Berlioz destaca en las manos del maestro Barenboim. Para las piezas operísticas se contó con el talento de Plácido Domingo, Jessye Norman y Kiri Te Kanawa. Un elenco de artistas del máximo nivel que colocan estas grabaciones entre las mejores realizadas del compositor francés.
PIAZZOLLA. Leticia Moreno.
Leticia Moreno presenta un viaje a través del universo musical de Piazzolla. El compositor argentino fue uno de de los creadores musicales más fascinantes del siglo XX y su música sigue
sorprendiéndonos por su originalidad e innovación. La violinista interpreta las melodías de Piazzolla con maestría y ofrece una visión renovada de sus obras más características, entre las que destacan ‘Las cuatro estaciones porteñas’ y ‘Oblivion’. La acompaña la London Philharmonic Orchestra con la dirección de Andrés Orozco-Estrada y un quinteto instrumental. Un disco para disfrutar del talento de la violinista madrileña y algunas de las piezas más bellas compuestas en el siglo XX.
FABRIZIO PLESSI, pionero del video arte en Europa, con pabellón propio en la Bienal de Venecia (rehabilitado por La Maison francesa Louis Vuitton) y obra expuesta en más de 130 museos de todo el mundo dirige, fuertemente agarrado a su timón, el destino de La Luz del Llaüt -hasta hace unos días alojada en la Lonja de Palma de Mallorca y comisariada por Pilar Ribal- hacia la exótica Sanghái. Por JULIA HIGUERAS Fotografía ERIK VON FRANKENBERG
Después de un buen madrugón -el fotógrafo y esta periodista nos hemos levantado a las 4 de la mañana- llegamos a la ciudad mecida por las aguas, conocida por ser lugar de refugio de grandes escritores y también por sus gondoleros profesionales que hoy rivalizan con los modernos taxistas d’acqua que, al volante de sus rápidas lanchas, atraviesan las aguas de Venecia con la precisión de un escalpelo al precio de un billete de avión. En la entrada del hotel Hilton Molino Stuky, en Giudecca, nos espera el artista italiano .Su estudio regado por el Gran Canal, queda a solo una manzana de aquí.
Siempre has ido por delante de tu tiempo.
Hoy todo el mundo usa el vídeo, hace vídeo- instalaciones, lo que ves ahora como algo normal hace treinta o cuarenta años -cuando la televisión era en blanco y negro y uno no podía ni imaginar que se iba a convertir en lo que se ha convertido– no lo era. Entonces se pensaba en la pintura abstracta o figurativa, en el acting painting y en el realismo.
Pero tu personalidad de hombre curioso te llevaba a investigar nuevas técnicas, a abrir nuevos caminos…
Sí me gustaba y me sigue gustando dedicar tiempo a investigar aquello que no conozco. Pero me pasa con todo en la vida. Si visito una ciudad, me interesa de ella lo que desconozco, aquello que no está en las guías turísticas, los aspectos emocionales que puede mostrar una ciudad que me es totalmente desconocido. Después de 40 o 50 años de trabajo, he estudiado e investigado sobre muchos objetos, últimamente este objeto es la barca, pero siempre cambio… trabajo dos, tres, cuatro o cinco años con el mismo objeto -soy cíclico trabajando-, y empiezo de nuevo, inspirándome en nuevas emociones, manteniendo la conciencia histórica de mi lenguaje artístico. Un lenguaje que el espectador que lo escucha siente la emoción que yo intento provocar con mi trabajo. Y provocar una emoción es lo más difícil de conseguir pero es el reto continuo del artista.
Transmitir emoción, otra obsesión tuya…
Sí, es una obsesión continua.
Soy un hombre obsesivo (me sonríe) -, necesito trabajar continuamente porque si no lo hago me siento mal conmigo mismo. Tengo esa disciplina, y además, mi trabajo me gusta muchísimo y soy feliz cuando lo hago… Aquí, solo, en este estudio – me señala todo el espacio- siempre me encontrarás con un lápiz en la mano. También cuando viajo -lo hago constantemente-, me siento en la butaca del avión y espero a que éste despegue. Entonces, saco la bandeja y me pongo a dibujar, a diseñar… al lado una copa de champán. Se ríe. En ese momento, soy la persona más feliz del mundo y te aseguro que cuando el avión despega y se eleva, con él lo hace también el pensamiento porque éste se siente más libre en las alturas… Sí, sí, no me mires con extrañeza, muchos de mis grandes proyectos los he diseñado a 10 mil metros de altitud, porque la cabeza, allá arriba, se siente más libre (mueve los brazos de arriba a abajo y vuelve a sonreír).
Le observo mientras sonríe. Es un hombre alegre, de fuerte carácter, con una gran dosis de personalidad bañada de empatía y un sentido común desafectado de soberbia al que no le doblegan ni los apegos ni los halagos y sí los afectos. Sé por su biografía que ya no cumple los setenta, por eso pienso que tiene la edad de sus emociones o la de su corazón y echo mano de una frase de Marcel Proust que dice que ‘nuestro corazón tiene la edad de las personas que uno ama’ y refuerzo de este modo mis impresiones – que luego él confirma- sobre este italiano universal.
‘Tengo la fortuna de haber encontrado una mujer fantástica, Carla, que me ha dado dos hijos, Rocco (estudia Diseño Tecnológico en Inglaterra) y Maríasole. Entre los dos hemos formado una familia sólida y esta tranquilidad con la que ella me arropa me ayuda a dedicarme de lleno a mis proyectos, a trabajar, a crear. Carla lo resuelve todo y me soporta –bromea-, y lo digo desde mi realidad humilde porque soportarme a mí es muchas veces una tarea imposible’.
Y volvemos a las alturas. Allá arriba, en el cielo, Plessi se libera de la presión de lo cotidiano y se siente como un pájaro. Todo lo que diseña entre las nubes, lo guarda abajo, una vez ya en la tierra, dentro de un cajón. ‘En este espacio – abre aleatoriamente uno de los muchos cajones de un gran mueble de madera que hay en el estudio y me enseña el interior repleto de proyectos- dejo que cada proyecto mío duerma su propio sueño. Pienso que mientras uno duerme, las ideas crecen y lo mismo le sucede a los proyectos que guardo en los cajones del estudio.
Cuando los recupero de su sueño están mucho más llenos de energía que cuando los metí ahí años atrás. Es una idea muy poética, puede ser incluso una metáfora, pero soy un hombre que vive a través de sus emociones, amo un tipo de arte que no pertenece a este tiempo, el arte que se hace ahora no lo comprendo , y aunque lo intento con ahínco, no poseo el código que necesito para poder descifrarlo, para empaparme de él. No quiero entrar en polémica con el arte actual, soy una persona respetuosa, pero lo que veo hoy en los museos, en un porcentaje muy elevado, ya lo he visto antes. Mi arte intenta representar un mundo mucho más grandioso, heroico, fuerte, a mí me gustan –por citar a alguien- Pina Bausch o Buisson, los dos son artistas de verdad.
‘HAY QUE ENSEÑAR A CREAR CON FELICIDAD, SIN SUFRIMIENTO. ESTA ES MI FILOSOFÍA DE CREACIÓN’
Puede, continúa, que sean cosas de un hombre de mi edad que está acostumbrado a otras conductas, a otros valores que no se corresponden con los que existen hoy. Es importante que lo diga porque yo sigo trabajando con una fuerza y un entusiasmo enormes. Dentro de mi cabeza soy un hombre de 40 años, máximo –añade riendo-. Todos sabemos que hay dos edades: la biológica y la mental a la que hay que añadirle una gran ventaja: ahora invierto 20 veces menos tiempo en hacer un gran proyecto que hace 30 años, y soy infinitamente más rápido que entonces’. El estudio de este artista, nacido en Reggio Emila y obsesionado, como no, desde niño con estudiar Bellas Artes en Venecia -ciudad en la que vive desde los 17 años- se asemeja a un laboratorio.
Los techos altos, las paredes y los muebles blancos, la librería hasta el techo cargada de libros que se mezclan con muchos de los más de 300 catálogos de sus exposiciones y que están editados de manera exquisita en diferentes tamaños y colores. Es Plessi, de pie y a mi lado, quien me explica de manera pausada, paciente, toda una vida, la suya, dedicada enteramente al trabajo. En las mesas, en medio de este gran espacio, reposan solo ‘los escogidos’ arropando este ambiente pulcro, escrupuloso, de orden milimétrico. ‘Son dos los momentos más bonitos de mi vida, el primero llega cuando suena el teléfono y al otro lado me proponen participar con una gran muestra de mi trabajo, el segundo al ver el espacio que va a cobijar mi obra. Una vez allí, me pregunto: A ver, Plessi, ¿Tú que quieres hacer aquí? Parto de cero, tengo que inventarme algo nuevo, un tema que alojar en ese espacio que siempre es fantástico.
Tener una visión del espacio no codificada abre la mente…
Es mi filosofía, vivo en una gran naturaleza. Cuando era profesor en la Universidad alemana le decía a mis alumnos que había que crear con felicidad, sin sufrimiento, porque el arte se acostumbra a vivir como un peso, como una fatiga, como si hubiera que sufrir para poder crear y yo no estaba de acuerdo con esa filosofía de la creación. Le decía a mis alumnos: sed felices, alegres, disfrutad creando, pensando, profundizando, y les preguntaba ¿ dónde creéis que está la profundidad? Pues siempre en la superficie. Digamos que, cuando eres un verdadero artista, cuando tienes potencia creadora, tu propio lenguaje, tu propia fuerza expresiva hace que seas feliz mientras trabajas.
¿Cuál ha sido tu proyecto más difícil, más costoso…?
He tenido la suerte de que muchas personas, desde el principio de mi carrera, han amado mi trabajo y me han apoyado. Es cierto que tengo grandes enemigos en el mundo del arte, detractores de mi obra, y como todos los artistas -no soy una excepción- también tengo grandes seguidores que me han empujado a seguir adelante con mis proyectos. Siempre digo que nunca he querido ser ni rico ni famoso, solo que mi obra se exponga en museos de todo el mundo y esto lo he conseguido. Tengo mi obra expuesta en 130 de ellos.
Después de hacer este repaso de tu vida, 50 años de trabajo, ¿cómo te sientes?
(Sigue repasando en voz alta) 540 exposiciones, 130 en museos… 6000 metros cuadrados en la Exposición de Berlín, esta fue una época increíble de mi vida, su recuerdo aún me emociona. ¿Cómo me voy a sentir? Soy un hombre con suerte.
Y en abril se inaugura tu museo, vas a tener tu propio museo, el sueño de cualquier artista… Este museo tiene una anécdota muy graciosa que quiero compartir contigo. Estaba trabajando aquí, en el estudio, tranquilamente, cuando sonó el teléfono. Lo cogí y al otro lado de la línea una voz masculina me dijo: ‘Mire, Plessi, tenemos una sorpresa para usted’, a lo que respondí: Oiga a mí no me gustan las sorpresas y menos a mi edad. Perdóneme usted pero estoy trabajando, va bene? Y pensaba para mis adentros: ‘Fabrizio ahora te vienen con sorpresas, ¡lo que te faltaba!’. Al otro lado la voz masculina seguía hablando, insistiendo: ‘Plessi, deje que le mandemos un coche mañana a recogerle y le llevará a un sitio que no le va a defraudar’. Insistió tanto que cedí. A la mañana siguiente me subí a una limusina que vino a buscarme y varias horas de coche más tarde llegamos al lugar de la sorpresa, me abrieron la puerta y me dijeron: La frase mágica para cualquier artista: ‘Plessi, aquí tiene usted su museo…’.
Supongo, que te quedarías con la boca abierta.
(Me mira fijamente, jocoso). Sí, sí, supones muy bien. Pensé: seguro que voy a tener que pagármelo yo, ( y nos reímos los dos durante un rato ). Después me explicaron que eso no iba a ser así y que habían pensado en hacer este museo dentro de la autopista que está en la frontera de Italia con Austria porque será la primera gran autopista cultural del mundo… Y me pareció una idea fantástica. Han comprado una gran escultura que hice para la Exposición Universal de Hannover del año 2000 y mucha otra obra mía. Sinceramente fue un momento de una emoción indescriptible.
‘PROVOCAR UNA EMOCIÓN ES LO MÁS DIFÍCIL DE CONSEGUIR PERO ES EL RETO CONTINUO DEL ARTISTA’
Está previsto que se inaugure en primavera.
Sí, esa es la idea. Lo primero que vas a ver al entrar en Italia por esta autopista es el museo. En primavera sobresaldrá – está hecho de piedra y hierro- entre montañas verdes, y en invierno lo hará envuelto en nieve. Me han ofrecido la posibilidad de intervenir en el proyecto de creación del edificio y lo estoy haciendo.
Pues la sorpresa de marras se convirtió en un magnífico regalo para ti.
Este es un gran momento del que, además, no quiero hablar demasiado, ya sabes, manías de artista, por si luego las cosas se complican. Tenía pensado hacer una fundación pero desde que sé lo del museo voy a donar todo lo que tengo aquí –señala distintas piezas- para que ellos se ocupen de mi obra.
En España decimos: a caballo regalado no le mires el diente. ¿Alguna pega?
Por ponerle alguna – me guiña un ojo- me hubiera gustado que el museo estuviera al lado de Venecia pero estará a 400 km de aquí…
Le llama por teléfono su editor y aprovecho para asomarme a la ventana, corrijo, al enorme ventanal que me regala – esta vez el regalo es para mí- una vista maravillosa, desde la perspectiva que ofrece el Gran Canal de Venecia. Hace un día frío regado por un sol que lo baña todo: miles de años de historias, aislamientos, decadencias y renacimientos de ida y vuelta. Plessi acaba la conversación y se acerca a mi lado para seguir nuestra charla matizada por la luz que entra desparramada por el cristal. ‘Mi obra es agua y se convirtió, desde el principio de mi carrera, en el verdadero motor de mi vida artística’, me dice y le pregunto por su relación con ‘La Maison’ Louis Vuitton que tanto ha apoyado y patrocinado muchas de sus creaciones, y le pregunto esto porque me choca que habiendo tantas marcas italianas haya sido una francesa quien haya apostado tanto por él y por su obra. Se mesa el pelo lacio, antes negro, hoy blanco, largo hasta los hombros y me responde:
Hace muchos años, y con motivo de la Bienal, tenía una gran instalación en la Plaza de San Marcos. Yves Carcelle, presidente de Louis Vuitton, fue a verla y le gustó mucho. Comentó que iba a contactarme, tenía la intención de conocerme personalmente y un año y medio después, lo hizo. Me llamó y quedamos para vernos. Entre los dos hubo una gran conexión, teníamos intereses culturales comunes. La idea del viaje, de la aventura está muy ligada a la marca y al igual que Louis Vuitton soy un gran aventurero, un viajero incansable. ¿Por qué yo?, quizás porque expreso el arte de forma diferente o porque soy un navegador solitario que va agarrado a su timón en el mar del arte. El mar del arte es siempre un mar en tempestad y ahora estoy cogido fuertemente a mi timón, me siento muy seguro porque sé perfectamente adonde voy… Esta idea del mar, del viaje, de la aventura, está muy ligada a Vuitton. En la bienal de Venecia soy el único artista italiano que tiene un pabellón (1000 metros cuadrados) para él solo, un pabellón que ha rehabilitado Vuitton siempre fiel a los valores de transmisión cultural y protección de la historia y tradición artística locales, en su apuesta por apoyar el arte. No es ningún esponsor, son personas que llevan años de relación con mi trabajo, he diseñado muchas cosas para ellos como esta bolsa – y señala la bolsa-lámpara que está sobre la mesa y de la que el periódico New York Times dijo que era la mejor bolsa que se había hecho de la marca, que contiene la tecnología televisiva, que es la bolsa, con un logo en movimiento) o me recuerda la exposición que acaba de hacer:
La luz del LLaüz en la restaurada Lonja de Palma de Mallorca – su segunda ciudad- 14 barcas tradicionales mallorquinas realizadas artesanalmente en madera, los históricos ‘llaüts’ que se encontraban abandonadas en diferentes partes de la isla y las ha reconvertido en peculiares conchas de luz azulada que reproducen el sonido del mar. Exposición que navegará por otros mares alejados del Mediterráneo – El Gobierno balear desestimó albergarla de manera permanente en las entrañas de la Lonja- que la llevarán, de momento, al Mar del Este en su encuentro con el río Yangtsé, en la exótica Shanghái.
‘DENTRO DE MI CABEZA SOY UN HOMBRE DE 40 AÑOS, MÁXIMO – SE RÍE- TODOS SABEMOS QUE HAY DOS EDADES: LA BIOLÓGICA Y LA MENTAL’
¿Qué esta pasando?, acaso el arte ya no interesa…
Desgraciadamente, a la gente el arte le interesa cada vez menos, solo interesa para hacer negocio. No podemos pensar que Christie’s o Sotheby’s tienen interés por el arte, lo único que les interesa del arte es la transacción financiera que pueden obtener como si tener cuadro fuera igual que tener acciones en el banco.
Tú que has sido tan vanguardista, que tienes esa capacidad para ver más allá ¿cómo ves la situación? ¿Qué está pasando?
El mundo del arte ha cambiado completamente. Tiene un escenario diferente que no se parece en nada a lo que estábamos acostumbrados. Desde hace unos diez años, el arte no está en manos de la creatividad ni en manos de la poesía: está en manos del business, en manos de la banca, de las casas de subastas de arte. Por primera vez el mundo del arte ha dejado de ser un mundo libre, y es de regular credibilidad. Vivimos en un mundo menos poético, menos ingenuo en el que solo se habla del valor económico de las cosas no del valor artístico, es una especie de mercado que no se corresponde con la realidad.
Se ha mercantilizado toda la sociedad, ¿qué podemos hacer para que eso cambie?
Cuando doy una conferencia siempre acabo con una frase: Amad el arte, defendedlo siempre porque el arte es la única cosa que puede salvarte la vida. Incluso hasta ahora que estamos viviendo una situación convulsa. No me gusta la crisis pero es una purificación de las situaciones. Vivimos una época decadente, comparable a la caída del Imperio Romano, con esa sensación de desastre continuo. En esa época antigua se permitía todo, los modales daban igual, no había nada verdadero, todo conducía a la decadencia, como así fue… y nosotros hemos vivido una época verdaderamente decadente. Esta dosis de crisis nos llevará a todos – ya está sucediendo- a volver a hablar de valores; seremos todos mucho más pobres, irremediablemente, sí, pero la crisis pasará y nos habrá cambiado a todos la vida, para bien. •
Situada a orillas del río Shannon, Limerick se convirtió el pasado año en la potencia cultural y artística más importante de Irlanda. Una ciudad llena de contrastes gracias a su pasado medieval y a su creciente modernidad.
Por ARANTZA DE CASTRO Fotografía TOURISM IRELAND
Aterrizar en Irlanda es, sin duda, aterrizar en casa. La hospitalidad desinteresada y la buena educación de sus habitantes se hace latente desde el primer momento que pisas suelo irlandés . Lo descubro al bajarme del avión en la T1 de Dublín, donde un conductor me espera para trasladarme a la estación de Heuston. Allí cogeré un tren destino a Limerick.
Durante el trayecto puedo disfrutar de una ciudad cosmopolita llena de contrastes, mientras que el conductor me pregunta sobre el porqué de mi viaje a Irlanda.
Su amabilidad me desborda de forma positiva y, sobre todo, me recuerda a aquella que recibí recientemente durante un viaje al norte de España. Lo tenía claro desde el primer momento: estaba en casa. Tras tres horas y media de viaje en tren en el que puedo disfrutar de los verdes paisajes irlandeses, llego a Limerick donde otro amable conductor me traslada hasta el que será mi alojamiento -Savoy Hotel- situado en Henry Street, una de las arterias principales del centro de la ciudad. Una vez en mi habitación con vistas a la nocturnidad de la ciudad, cuya tenue luz alumbra los edificios haciendo que la mente se traslade a la ciudad de Londres en los ‘60, decido pensar en la pregunta que me hizo el conductor en Dublín: ¿Qué estoy haciendo en Irlanda?
De noche, iluminada con luz tenue, Limerick recuerda a la ciudad de Londres en los años 60
Situada al oeste de la república, Limerick se convirtió el pasado 2014 en la Ciudad de la Cultura gracias al apasionante y variado programa cultural y artístico que tuvo lugar durante todo el año en la provincia. Muchos la recordarán como escenario de ‘Las cenizas de Ángela’, el best-seller escrito por Frank McCourt y por el que fue galardonado con un premio Pulitzer. Pero Limerick es mucho más que eso. Y yo quería descubrirlo. Me levanto a las 8 de la mañana y bajo al Liszt Lounge del hotel donde me espera una variada carta de desayunos. La sala posee unos grandes ventanales que dan a la ya nombrada Henry Street y me pregunto qué me deparará mi primer día en una ciudad totalmente desconocida para mí. Me reúno en la recepción del hotel con un grupo de periodistas de varios países (India, Italia, Alemania, Suiza,…) y con la que será a partir de ahora nuestra guía durante todo el viaje, Ellen, a quien decido preguntar cuál es la población de esta ciudad.
“200.000 habitantes aproximadamente, es la tercera ciudad más poblada del país”, me contesta con un profundo acento irlandés y, con este dato, comenzamos a caminar por calles y avenidas. ¿Nuestro primer destino? El castillo de King Johns. Este edificio data del siglo XIII y está situado en el centro de la ciudad medieval de Limerick, a orillas del río Shannon. Es increíble comparar el contraste que existe entre las ruidosas y modernas avenidas llenas de tiendas y turistas, con las pequeñas y tranquilas calles que rodean a este castillo. He cambiado de ciudad en apenas 15 minutos a pié y es que, según me aclara Ellen, Limerick fue conquistada por los vikingos en el siglo IX, por lo que esta moderna y bulliciosa ciudad posee un rico pasado medieval que resuena por sus callejuelas antiguas.
Tras dejar a un lado este imprescindible escenario, nos dirigimos al edificio más antiguo de la localidad: la catedral de St. Mary. Nada más mi mirada se fija en su pequeño cementerio del siglo XV y sus dos memoriales recuerdo de las guerras mundiales. Ellen nos explica que el estilo original de esta catedral fue el románico -como bien puede verse en su impresionante fachada- pero, tras varias reformas y reconstrucciones, el edificio muestra una variedad de estilos bastante confusa.
Las obligadas fotografías nos demoran por lo que, con prisa, tomamos rumbo hacia nuestra siguiente parada: el Hunt Museum. El tiempo nos acompaña, hace una temperatura primaveral envidiable, y el acogedor jardín del museo nos parece un sitio más que apropiado para disfrutar de la comida servida por el bar ubicado dentro de las instalaciones.
Limerick posee un rico pasado medieval que resuena por sus callejuelas antiguas
Recuperamos fuerzas y recorremos los pasillos del museo, un lugar acogedor que posee una gran y variada colección privada de arte que recorre desde el Neolítico hasta nuestros días, incluyendo obras de Renoir y Picasso. Además, y con motivo de la celebración de Limerick como ciudad de la cultura 2014, podemos encontrar numerosas obras contemporáneas instaladas para la ocasión. La más llamativa simulaba un Gran Hermano a escala local: un número de cámaras instaladas a lo largo de la ciudad dejan ver en el museo, a través de aproximadamente 16 televisores, escenas cotidianas que están ocurriendo en este mismo instante. Mi mirada se quedó fija en uno de ellos, viendo como un grupo de jóvenes se divertía en un pub de la ciudad.
Tras esto, el amplio grupo de periodistas se divide para tomar caminos diferentes. Yo, y mi amor por lo desconocido, me llevan a elegir el itinerario que me ofrece cruzar en kayak el río Shannon. El otro grupo elige una ruta de museos por la ciudad. Los ‘aventureros’ nos nos trasladamos a las afueras de la ciudad donde nos espera Dave, nuestro monitor en esta experiencia. Después de unas nociones básicas de piragüismo, y enfundados en nuestros trajes de neopreno, nos adentramos en el tranquilo pero desconocido río Shannon y, entre brazada y brazada, Dave nos va contando con un inesperado sentido del humor algunos datos curiosos de los sitios que vamos dejando atrás mientras remamos.
Sin incidentes reseñables, abandonamos el maravilloso río Shannon para volver a juntarnos a nuestros compañeros de viaje y disfrutar con ellos de una abundante cena en el restaurante Cornstore. Nos guiamos por nuestra ya compañera Ellen a la hora de elegir, ya que la carta está en unos términos difíciles de entender para mí. Ostras con vinagreta, langosta rellena o pollo al horno con una deliciosa salsa difícil de describir, fueron algunos de los platos elegidos por los comensales.
Sin duda, Irlanda cautiva por su belleza pero también por su rica y variada gastronomía. Disfrutamos del ambiente nocturno de la ciudad aunque decidimos descansar para poder afrontar con fuerzas el día que se nos avecinaba. En esta ocasión, conoceríamos el Limerick más ecológico, rural y sostenible. En el Lough Gur,un lago totalmente rodeado de grandes praderas verdes, se respiraba paz y tranquilidad, algo que nos ayudó a recuperar fuerzas para seguir visitando esta maravillosa localidad. No es de extrañar que varias familias se acercaran hasta allí para pasear y disfrutar de los caminos que bordean el lugar.
Nuestra última parada tendría lugar en el famoso Foynes Flying Boat Museum, un museo de aviación con un secreto bien escondido: el nacimiento del café irlandés. Fue en 1943, tras un intento de vuelo en el que las condiciones no acompañaron, cuando el chef del bar decidió crear esta bebida para ayudar a entrar en calor a los pasajeros.
Irlanda cautiva por su belleza pero también por su rica y variada gastronomía
Con esto, el viaje a Irlanda había acabado. Sin embargo, había podido descubrir con mis propios ojos todo lo que este maravilloso país, y esta ciudad, podía ofrecerme. Volviendo la vista atrás, puedo decir que tengo respuesta para el amable conductor de Dublín. ¿Por qué estoy en Irlanda? Porque Irlanda hay que vivirla.
Premio Velázquez, uno de los pintores españoles más grandes del siglo XX y referente para varias generaciones de artistas, deja que le acompañemos en este paseo por su interior. Después de haber bebido de otras experiencias creativas, y ahora que el mundo se aleja de la pintura y va por otros derroteros, él vuelve a ella.
Por Julia Higueras. Fotografía: Álex Río
Un estudio que derrocha luz, mesas abarrotadas de pinceles coloreados, tempuras, trapos, caretas, fotos, montones de fotos tratadas, originales que no han pasado por el filtro del ordenador. Cuadros por todas partes, colgados, reposando en las paredes, por el suelo; unos acabados, otros esperando pacientemente su turno para que así sea porque, algunos de ellos, a decir de su creador, están terminados aunque su autor todavía no lo sepa. Este espacio silencioso, que bulle de energía creativa, se cuece bajo una gorra.
Una de las cosas que más me han llamado la atención de tu obra es la evolución que ha tenido, porque eres un receptor de todo lo nuevo que pasa y eso se nota en cada cuadro tuyo.
Eso se puede ver desde dos puntos de vista contradictorios; si, soy muy curioso de todo lo que ocurre, sobre todo en pintura pero por otro lado no sé ni encender un ordenador.
Bueno (contesto, y él se ríe…)
No utilizo el ordenador para nada, no tengo móvil…
No tener móvil es un lujo
(Risas) Pilar (se refiere a su mujer) es quien me comunica con el mundo y luego llevo 10 años trabajando con Juan Carlos Melero que me ayuda con el ordenador. Quiero decir con esto que tengo dos maneras de ser muy marcadas: una conservadora y otra progresista.
¿Y cómo conviven las dos dentro de ti?
Conviven muy bien. Pero ahora que voy teniendo mis años te haces más conservador y me da más pereza ponerme al día.
¿Sí?
Creo que es algo biológico, pero tú tienes razón cuando dices que he estado vivo.
Que estás vivo (le corrijo)
(Se ríe). Lucho a muerte con la pintura, por mantenerla. Hay que tener claro que hoy la pintura es una parte de las artes plásticas. el mundo que se ha abierto más allá es extensísimo y sigue creciendo.
He leído que te exiges tanto como cuando tenías 20 años y que exprimes el limón todos los días. ¿Eso agota?
Fíjate, creo que ahora soy más consciente de esta exigencia. Cuando tenía 20 años creía que lo sabía todo y fui un tipo joven progresista, radical, vanguardista,. Y creia que sabia más de lo que sabía, aunque en el fondo solo conocía el final del proceso y ni siquiera bien. Hay que conocer las conexiones de la vanguardia con el resto del proceso histórico, eso lo hace todo más complejo y rico; hoy conozco mejor ese campo.
La parte vanguardista lucha con la parte más conservadora. Estudias Derecho,piano;tu padre,castellano,sobrio, médico;tu madre sevillana,nada menos que de Triana, ¿esta mezcla interior te ha hecho sufrir?
Me ha hecho chirriante,dividido.
Porque ahora parece que conviven bien, aunque no siempre ha sido así.
Eso de que conviven bien… Aún no he conseguido la convivencia pacífica. Me considero más bien como un campo de batalla. Nunca he vivido una época en la que haya dicho ‘estoy en mi sitio, estoy tranquilo, he conquistado mi campo’. No soy ese tipo de persona. Es algo psíquico más que conceptual que tiene que ver con una personalidad ansiosa, muy perfeccionista, que quiere hacer siempre las cosas mejor y eso produce una gran pesadumbre porque nunca estás contento. Algunos días por la noche al salir del estudio,si he conseguido ver algo claro,si he hecho algún avance me produce una alegría profunda y serena pero son excepciones.
La verdad es que erigirse como juez de uno mismo es muy difícil.
Es muy complicado precisar lo que es bueno o malo, salirse de uno mismo y observarse. Sucede en todos los campos. Incluso cuando intentas verte como persona y te preguntas: ¿quién soy yo y qué calidad humana tengo? En el arte sería fantástico poder hacerlo, sería como tener un ministro de autoespías (se ríe).
‘Con 20 años creía que lo sabía todo, y fui un tipo joven muy progresista, radical, exigente, un vanguardista’
Sí, y lo mandas de misión.
Por favor, y que me cuente lo que ocurre aquí dentro (y señala su cabeza)… Puede que sea aún peor de lo que pienso.
No jorobes
Sí, esa sorpresa se puede dar también (dice, socarrón). Cuando uno tiene una personalidad tan crítica tiene una ventaja y es que te estás apretando el tornillo constantemente.
Y te obliga a crecer, a evolucionar.
Exactamente. Puede que esa sea quizás la causa de esta evolución mía tan cambiante y exigente. Si tuviera una personalidad satisfecha me habría quedado tan ricamente en los años 70 y puede que me hubiera ido mucho mejor.
Pues no te ha ido nada mal. Qué piensas cuando oyes esta frase: ‘Es un referente para varias generaciones de artistas’ o ‘Es uno de los pintores españoles más grandes del siglo XX’.
No pienses que me lo creo demasiado. Tengo que reconocer que me impresiona la cantidad de premios que me han dado. El Velázquez ha sido el que más me ha emocionado. El jurado es progresista y profesional y ahí ya no puedes pensar que se han equivocado. Los premios me acompañan, me refuerzan. Y algo que me llama mucho la atención es que siempre he tenido seguidores, desde el principio ha habido gente de otras generaciones que ha estado pendientes de mi trabajo y esto me ha fortalecido. En cambio en el extranjero mi proyección no es muy grande.
Quién sabe, en esto de la pintura…
(Se ríe) Otéiza tampoco tuvo fortuna en el extranjero. Aunque me apoyaría mucho tener un cierto reconocimiento internacional, de otra forma pienso que lo mío es un fenómeno regional, que mi obra es difícil de entender. Ahora soy más sensible a esas cosas que cuando era joven, antes pasaba mucho más.
Quizás es la necesidad por trascender.
Quizás. Me noto envidioso: ‘A ese le han dado un premio y a mí no…’. Y fíjate que durante toda mi vida me ha traído sin cuidado, hasta ahora.
¿Y hasta ahora por qué?
Porque soy más bobo. Uno con los años se hace tonto (nos reímos).
O más sensible
Cabe esa posibilidad, lo cierto es que son sentimientos irracionales, nada defendibles, estupideces que te vienen de las tripas y que no puedes aplacar. A veces pienso que si con esto sufro tanto, odiar debe ser espantoso, insufrible,y doy gracias por no haberlo experimentado ni espero experimentarlo jamás, claro.
Cuando le pregunto por su primera vez me contesta:
‘Fue un proceso lento hasta que me decidí’. Pero asegura que también se hubiera podido desarrollar con la música. ‘No se puede decir que en mi casa hubiera un ambiente claramente artístico; mi madre había estudiado piano pero se casó y no lo volvió a tocar, por ahí andaban las partituras de Beethoven. A mi padre sí le interesaba la música. Tenía un gramófono y muchos discos, y mi hermano, el que iba delante de mí, el primogénito, que era un tipo muy listo, sensible, muy adelantado, creía mucho en mí y me vino muy bien. Pero mi padre era médico y quería que fuéramos abogados del Estado, notarios, ni siquiera médicos, no, eso tampoco. Y no sé cómo empezó a venir una profesora de piano a casa. Éramos pequeños y nosotros no lo pedimos, pero llegaba, se sentaba y nos daba clase a todos’.
‘Mi progreso histórico es este, el mío personal y aunque pase al olvido me habré dado el gusto de ser consecuente con lo que siento’
¿Y qué tal se te daba tocar el piano?
Normalito, sin embargo era muy bueno improvisando y lo sigo siendo; por eso tuve la tentación de dedicarme a la música y creo que me habría desarrollado con ella igual que lo he hecho en la pintura. Pero no me arrepiento de no haber elegido la música porque la música culta contemporánea, que me interesa mucho, es un campo dificilísimo en todos los sentidos.
Los acontecimientos que han ido sucediendo en el mundo han influido y siguen influyendo de alguna manera en tu obra. Hoy vivimos uno de esos momentos delicadísimos.
Estoy muy al tanto de lo que ocurre, aunque no soy un tipo activo políticamente, nunca lo he sido.
¿Qué piensas sobre lo que está pasando?
Pobres hijos nuestros que van a ser las víctimas. Bueno, ya lo son. Precisamente acabo de leer un trabajo que ha hecho una de mis hijas -que estudia en Inglaterra- para un examen. Le han dado una serie de temas para elegir uno y que lo defienda. Curiosamente, el tema que ha desarrollado es ése, el de que las generaciones siguientes van a sufrir por culpa de nuestras incapacidades, de nuestros errores. No hemos sabido ordenar la vida ni la sociedad. Ha escrito un montón de páginas sobre este tema que, por cierto, me ha gustado mucho.
¿Cuántas hijas tienes?
Tengo dos, una de cada matrimonio. La de Inglaterra, Laura, que tiene 19 años y la mayor, Marta, que tiene 28 años y es arquitecto.
¿No tienes la impresión de que es una vuelta atrás?
De alguna manera el mundo va para adelante. Los países venimos del feudalismo, luego se hicieron los estados nacionales y ahora los estados internacionales, y esos son procesos sin vuelta atrás, son de mecánica histórica y estoy seguro de que, antes o después, se llegará a un gobierno mundial más justo. Y esto no va a depender ni de lo espiritual ni de lo moral, va a depender de una cierta mecánica, de cómo se vayan sucediendo los acontecimientos.
¿Y en qué estás ahora?
(Recupera la sonrisa). Estoy pintando más aunque sigo con los trabajos digitales y la foto. Creo que todo está relacionado. Pero últimamente quiero profundizar un poco más en la pintura.
Una vuelta al interior.
Sí, quiero volver a profundizar en ese lenguaje interior, en ese autoanálisis sensual a través de la pintura, que creo que es más mío.
Puede que te represente más a ti mismo, que esté más cerca de tu sentir.
Está más de acuerdo con mi proceso vital, de donde vengo, de cuáles son mis principios, mi generación, donde me he movido estéticamente. Pero hablando en general del mundo de la plástica se puede decir que el campo de las dos dimensiones puede estar pasando a la historia. No es que se cuestione la pintura es que se prescinde de ella.
¿Tú crees?
A nivel teórico prácticamente es así. La muerte de la pintura es una historia muy larga. Se ha muerto muchas veces y ha resucitado otras tantas, pero en esta ocasión veo que va más en serio.
¿Por qué?
Ha sucedido muchas veces y cada vez con mayor intensidad. Ahora vas a las bienales y a la Documenta y la pintura no existe.
‘Ahora miro mi obra con cariño, que no es tanto como decir que lo hago con admiración’
Están las performances
Sí, instalaciones, vídeos, aunque esto ya es incluso considerado como algo conservador.
Puede que estos artistas estén en un proceso de búsqueda para luego volver. Estamos viviendo un proceso de cambios tremendo y esto supongo que afecta a todos los ámbitos incluido el arte.
Evidentemente es un proceso de búsqueda y si miras el siglo XX te das cuenta de que en ese proceso de búsqueda muchas cosas se han roto, pero lo que ha estado en primera línea es lo que después construye realmente la historia del siglo.
¿Y qué es lo que hay más verdadero en ti?
No se trata de jugar al progreso histórico. Mi progreso histórico es este, el mío personal y aunque pase al olvido por lo menos me habré dado el gusto de ser muy consecuente con lo que siento. Pienso que es un argumento lo suficientemente poderoso. Yo siempre he creído en ese progreso que es en el fondo el de las vanguardias. Pero hay un momento en el que hay que elegir, ya sea por incapacidad, incomodidad o por tener suficientes ideas propias: hay que elegir entre ese progreso o el propio progreso.
Pero tu pintura es conservadora sólo hasta cierto punto. Juegas, construyes, fotografías, vas viendo…
Yo dentro de la pintura, de la pintura pintada, me considero renovador. No es ese el problema: el problema es la pintura frente al resto de las artes visuales. Yo he empleado, desde los setenta, la foto y todo tipo de posibilidades de transformación mecánica. Ahora también utilizo el ordenador.
¿Te consideras buen fotógrafo?
De técnicas o/y muy malo (se ríe). La llegada de las máquinas digitales ha sido todo un descubrimiento, después te metes en el photoshop y lo arreglas. Disfruto con lo que sale en la pantalla, tiene luz y vida, es como una droga. Y sí, hago fotos que están bien y las expongo. He participado en exposiciones y en libros de fotografía española porque ya no se trata de hacer la foto en blanco y negro, de tener la iluminación perfecta, el encuadre perfecto, se trata más bien de pintar con la cámara. Este es un campo de la fotografía en la que no hace falta ser un fotógrafo técnicamente bueno, de todas maneras a fuerza de hacer muchas fotos algo se aprende, por lo menos a captar esas casualidades que de pronto te atraen y le das al clic y las capturas. A mí me gusta mucho hacerlo aunque, paradójica- mente, en casi medio siglo no haya conseguido saber las bases de cómo funciona una cámara de fotos. Sí he aprendido en cambio a desarrollar el instinto, que te defiende de la foto hecha con un trípode. Iluminas varias veces y una seguro que sale bien . Al fin y al cabo es una máquina y quien la hace diferente es la persona que la utiliza.
¿Y el derecho de autor?
He estado muy implicado en el derecho de autor. Fui el primer presidente de VEGAP (Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos), volvía ser los años más tarde y ahora formo parte del Consejo. VEGAP ha crecido de una manera tremenda. Recuerdo que los 10 primeros años fueron muy difíciles: el Ministerio de Cultura, que fue el que nos creó, nos prometía un dinero que no llegaba nunca. Costó mucho salir pero hoy VEGAP tiene una salud de hierro.
¿Y qué piensas del copyleft?
Todo el mundo chupa de Internet, todo es gratuito. Sería fantástico si nos dejaran entrar gratis en el cine, a los conciertos, que fuéramos a las librerías y cogiéramos los libros que nos diera la gana. Estaría muy bien, sí, sería fantástico pero es completamente irreal, impensable, como ir al mercado a por lechugas o tomates y que te los dieran gratis, o la hipoteca. Si la gente no cobra de la venta no tiene nada y el derecho de autor está justificadísimo. En la red tiene que haber un pago, porque si esto no es así no se puede vivir, no se puede seguir creando. Estoy convencido que el debate se solucionará. En EEUU y en Francia hay una nueva ley que se va a ir aplicando poco a poco¼ Es un mundo nuevo, revolucionario, en donde entra todo el mundo y es muy difícil de controlar. Fíjate en los pederastas de la red, es un mundo de una amplitud grotesca. Nunca somos conscientes de las grandes revoluciones y ahora estamos pasando por un proceso revolucionario digital, asombroso.
Sí, hemos evolucionado mucho tecnológicamente, pero socialmente…
Moralmente, poco. Es un hecho.
¿Y a dónde nos va a conducir?
El capitalismo está pasando por una fase muy discutible y peligrosa. Tiene el poder radical y no hay quien lo controle.
Cuando estás triste parece que lees el Libro del desasosiego de Pessoa.
Sí, nunca se puede ser tan triste como Pessoa, es un hombre tan deprimido que a su lado te sientes eufórico y piensas: mira, éste está peor que yo. Es un libro que tengo siempre a mano.
Un cuadro tuyo, así, rápido.
Es muy difícil; yo siempre he dicho que prefiero mi proceso general a señalar cuadros concretos. De todas maneras hay algunos que han sido señalados especialmente por la crítica, por ejemplo Las Situaciones Meándricas espe- cialmente la tercera; también la serie sobre Peter Sellers especialmente el tríptico Pay- seyes, etc, etc. hay muchos.
¿Cuando ves tu obra te sientes satisfecho?
Le tengo cierto cariño. Antes no creas tú que se lo tenía, más bien todo lo contrario. Ahora le tengo cariño, que no es tanto como decir que la miro con admiración, es como si los cuadros fueran como nietos, gatitos o perritos (se ríe). Y se lo tengo a los buenos cuadros como a los malos, a este nivel de sentimentalismo los quieres a todos, a los malos incluso más, pobrecitos que salieron feos.
Pionero en el diseño gráfico en un país lleno de talento que está más acostumbrado a importarlo que a exportarlo, referente internacional en un mundo de símbolos cargados de mensajes, sigue pensando que su vocación (Premio Nacional de Diseño 2010) está muy ligada a seguir trabajando para la marca España. Mariné padre se deja retratar por Mariné hijo en su estudio, un lugar virgen, protegido por el artista de la curiosidad de otros ojos que no sean los de sus amigos. Esta es una sesión fotográfica intimista y única.
Por JULIA HIGUERAS. Fotografía: PABLO MARINÉ
Entre tímido, pudoroso y retraído me espera Óscar Mariné (Madrid, 1950) sentado en una de las sillas de la sala de juntas de su estudio madrileño, un estancia que huele diferente, un lugar apacible y soleado donde el diseño gráfico y los sueños conviven en maravillosa armonía. Sólo hay que echar una ojeada a cualquiera de sus esquinas para verlo. Por un lado, y encima de un mueble metálico pegado a la pared, reposan los carteles de una de las películas de Pedro Almodóvar, Todo sobre mi madre, y a la izquierda de estos hay ejemplares de la revista Yvory y cómo no, también de Madrid me Mata, revista- icono de una época- por la que Óscar luchó hasta donde pudo y a la que le debe mucho a pesar de haber sido él quien le diera, bastante tiempo atrás, la vida misma. No sé cuánto llevo mirando embelesada las paredes, pero el encuentro con sus ojos de hombre bueno y honrado me dicen que un poco más de la cuenta. Y dejo mi curiosidad por los objetos para adentrarme con curiosidad también en el artista que tengo frente a mí.
Camisa negra, pantalón negro, zapatos negros, gafas de pasta negra, pelo moreno salpicado de plata, todo parece muy oscuro en él menos su sonrisa de porcelana blanca. ‘Estoy asustado, me da vergüenza que me pongas la grabadora –me dice–. No me considero nada importante, a mí me gusta hablar a través de mi trabajo y no tengo muy claro que un diseñador gráfico tenga que ser una persona pública’. Dicho esto, me lanza una sonrisa franca, sincera, cruza las manos encima de la mesa dispuesto a responder a toda una batería de preguntas, las que sean, y su actitud junto a mi insistencia por entrevistarle me llevan a pensar que su pudor no es para nada una pose, sino que tiene mucho de verdad, como su obra.
Ahora entiendo el motivo de no haber encontrado ninguna entrevista tuya en Internet, solo algunas declaraciones con motivo de algún premio, ¿por qué?
Porque lo importante es lo que hago, mi trabajo. Soy el que tiene la idea y sabe cómo contarla, me expreso a través de ella. Normalmente, suelo hablar en medios más específicos que tienen que ver con mi profesión y lo hago para trasmitir mi experiencia y mi forma de trabajar, pero en este caso estoy encantado de contártelo a ti.
Hace mucho tiempo que conozco tu trabajo. Cuando empezaba a hacer mis primeros pinitos como periodista tú ya eras un diseñador reconocido fuera de España, y siempre pensaba: ¿cómo Óscar derivó hasta aquí? Todos tenemos un momento en la vida que es fundamental, que te empuja a ser lo que eres, ¿cuál es el tuyo?
Me había movido en varios sectores. Dudé mucho sobre lo que quería estudiar y no encontraba ninguna profesión que realmente me gustara. Estuve tentado a ser arquitecto, coqueteé con el cine, me interesó mucho la fotografía –soy hijo de un director de fotografía- y aprendí a fijarme en las cosas mirando a través del visor de una cámara, bien de cine o de fotografía, pero siempre he sido espectador. Luego estuve una época trabajando de periodista, hice un poco de todo, recorrí todos los sectores y me di cuenta de que tenía una gran capacidad para ser un buen comunicador, que en el fondo no era otra cosa que una mezcla de todo eso por lo que había transitado y dentro del mundo de la comunicación acabé agarrándome al diseño gráfico que era una profesión muy nueva.
A partir de los 20 años, vivió más fuera que dentro de España, y veía el resultado de una profesión que, prácticamente, en nuestro país no existía: ‘Me empezó a atraer, me gustó mucho y comencé a acercarme a ella estudiando, buscando textos, fue una especie de iniciación y no conocía a nadie a mi alrededor que pudiera ayudarme. Fue una pequeña o larga búsqueda, depende de cómo se mire. Tardé ocho o 10 años en lanzarme a hacer la revista Madrid me mata y es ahí cuando comenzaron a componerse las cosas. Y así empecé a trabajar. Como nadie me iba a contratar, pensé en ser yo mi propio cliente’.
Lo primero que hiciste fue una empresa en las que diseñaba camisetas…
Sí, hice cosas tan sencillas como esa. Fue mi primer negocio (sonríe), a partir de ese momento conocí lo que eran los procesos mecánicos, la serigrafía, las técnicas de impresión, que es una forma magnífica de aprender esta profesión y luego haciendo una revista en la que el editor era un director gráfico, algo muy novedoso en aquella época. Moncho Alpuente era mi compañero de aventuras, firmaba como artista invitado, decidíamos muchos temas juntos, pero quien realmente tiraba de la revista era yo. En esa época conocí a mucha gente importante que me iba a acompañar a lo largo de mi vida profesional, entre ellos al fotógrafo Jordi Socías. La fotografía, la gráfica, toda la parte de imagen, era el motor del proyecto. Todo esto se fue consolidando y acabé teniendo un cliente, dos clientes, tres clientes y poco a poco fuimos creciendo.
Ay, Madrid me mata… de verdad. (Se ríe)
Madrid me mata ha sido como una constante en mi vida, y sigo pensando muchas cosas que pensaba en aquel momento, como son afrontar los retos de frente e intentar hacer cosas que eran difíciles, pero no imposibles. Era una revista ambiciosa porque quería cambiar muchas cosas y a mí me sirvió mucho en mi carrera. De hecho, una de las personas más importantes dentro de mi profesión, y que fue determinante en mi carrera, fue Tibor Kalman. La conocí a través de la revista. Era un importantísimo diseñador cuyo trabajo me empujó a dedicarme al diseño; si me decidí por esta profesión, fue por él. Años después, él vio la revista y se interesó por mi trabajo, quiso conocerme y me abrió las puertas de Nueva York. Lo recuerdo como algo increíble.
Ya solo por eso mereció la pena.
Claro, pero no solo eso. Lo verdaderamente importante han sido los muchos amigos que he hecho durante el tiempo que duró la revista y que todavía me acompañan. Para mí , menos un gran negocio, Madrid me mata lo ha sido todo. La verdad es que mi trabajo lo sigo viendo como una aventura y sigo planteándomelo de forma muy parecida a como era al principio, haciendo cosas que me gustan y en las que creo.
A Óscar Mariné, el nombre de Madrid me mata le parece que fue todo un hallazgo, toda una declaración de amor a una ciudad llena de matices que nunca ha sido vanguardista en el mundo del diseño, su mundo, pero al que ha estado unida y a pesar de trabajar mucho fuera nunca ha roto el hilo. ‘He ido y he vuelto. Mi vocación está muy ligada a España que es un país que necesita de una marca. Tiene que buscar su oportunidad de saber cómo venderse. Antes se pensaba que lo de encontrar una marca estaba muy ligado a la publicidad, sin embargo no es solo un tema de una campaña sino de símbolos e imágenes. Las marcas y los símbolos españoles tienen que ser de primera’.
Tú has potenciado siempre los símbolos de este país…
Es el eje de nuestro trabajo, pero la sociedad lo confunde: no sabe diferenciar entre lo que es la publicidad, lo que es la gráfica, lo que es una marca. La buena comunicación está en saber extraer la esencia y las marcas españolas no han sabido hacerlo, tienen que ser buenas y no lo son.
¿Por qué?
Porque España es un país muy joven en el mundo de la comunicación y está más acostumbrado a importar que a vender producto.
Y a ti esto no te parece bien.
No lo critico, lo expongo porque creo que es así. Somos un país muy joven, que hace nada era totalmente rural, poco industrializado, donde todo se basaba en experiencias familiares o de grupos. No tenemos tradición de grandes marcas, ni siquiera nuestras grandes multinacionales tienen una marca que compita en el exterior. Sin embargo, los anglosajones llevan haciéndolo 200 o 300 años. Cuando ves una película del oeste, si te fijas, cada uno de los frontales de las tiendas tiene un rótulo más convincente y sugerente que el otro. Y cuando ves una película de España del siglo XIX esa cultura es prácticamente nula… Si comparamos cómo se ha vendido la cultura anglosajona o la francesa nos damos cuenta enseguida de que a nosotros nos queda ese tramo por hacer.
Supongo que es cuestión de personalidad, de forma de ser.
Sí, fuera la gente nos quiere mucho. Siempre que viajo me doy cuenta de que a los españoles se nos ve como personas con mucha energía, mucha fuerza, convincentes y muy creativos. Todo el mundo está esperando a que movamos ficha. Antes había dificultades para trabajar fuera de España; ahora lo más difícil es trabajar dentro.
¿Qué quieres decir?
Pues que me noto cuestionado en Andalucía por ponerte un ejemplo, o en Barcelona. Todo el tema de los nacionalismos ha hecho mucho daño a este país, nos peleamos unos con otros como si fuéramos equipos de fútbol, cuando lo importante es que estuviéramos todos juntos, que trabajáramos como la selección española, porque está claro que la selección española juega mejor que el equipo local, ¿no? Creo que a la hora de construir nuestros símbolos también es importante que quienes los hagan estén jugando en la selección española y que cuando haya una oportunidad de comunicar alguno de los grandes hallazgos de la cultura española se haga en primera división, lo contrario, nos empobrece. Mira, yo con 20 años tenía solucionado el tema de los nacionalismos y me lancé al mundo y siempre he funcionado perfectamente. Cuando vuelvo a España esto me llama muchísimo la atención, que estemos pegándonos los del pueblo de arriba con los del pueblo de abajo. Este tipo de confrontación a mí me produce hasta una sonrisa.
Al hilo de lo que cuentas, ¿cómo ves la situación que vivimos en este momento?
La situación es confusa, creo que hay que elegir muy bien a tus amigos, a tus compañeros de viaje porque lo que está pasando es terriblemente difícil de entender. Si echas la vista atrás, es una de las situaciones más confusas que recuerdo. Pero, bueno, de las situaciones complicadas salen los grandes proyectos, los grandes amores…
Lo que está claro es que el ser humano es extraño.
Toda esta aventura de codicia, todo esto que está pasando es simplemente porque no somos buenos; menos mal que viene el Papa a vernos para que podamos confesarnos y nos perdone lo malos que somos. Es curioso que las épocas en las que hay más dinero sean las peores. Todo lo que está pasando tiene su origen en que ha sobrado el dinero, en la especulación masiva; no hacía falta trabajar, ¿para qué? Con cobrarle al de al lado un poco más de lo que te habían cobrado a ti por cualquier cosa, bastaba. Esta situación ha durado mucho tiempo, hemos vivido muchos años de una manera muy poco ortodoxa y ahora estamos viendo el resultado de todo aquello. Si tengo que decir la verdad, prefiero estos tiempos, los de ahora, con su crisis, que los que he pasado. Hoy con menos dinero soy más feliz que antes; además, veo que tenemos que ir hacia arriba porque ya no podemos ir más abajo. Y esto me da muchas esperanzas y me hace compartir mi vida con gente estupenda, la gente con la que tenía que relacionarme antes, por los tiempos que corrían, no lo eran.
La cultura del mínimo esfuerzo.
Sí, también están los que se esforzaban y se han esforzado siempre. Ha habido gente que ha hecho su trabajo bien en todos los ámbitos, es la gente que entiende que hay que tomar una postura, que se comporta conforme a sus creencias y, pase lo que pase, funciona. De otro modo, si esto no hubiese sido así, el mundo se hubiera quemado hace mucho tiempo.
Ni la maldad ni la bondad son nunca completas.
No, están los claroscuros. Todos tenemos nuestro lado oscuro, pero en unos es mucho mayor que en otros. Lo importante es que la vida continúa y en los momentos difíciles hay que pararse a coger un poco más de aire y no desesperar, también hay más recompensas. Cuando las cosas son más difíciles, conseguir avanzar te hace sentirte más orgulloso de ti mismo.
Es verdad.
Tocar tierra hace que me sienta más ser humano. Tampoco me preocupa mucho el dinero, no soy una persona ambiciosa. Sí me preocupa poder hacer lo que quiero aunque solo me dé para sobrevivir, con esto me es más que suficiente. Poder pintar, reflexionar, porque detrás de mí trabajo hay mucha reflexión, no sé si mi trabajo será o no importante, pero a mí me gusta planteármelo como si lo fuera y cada vez que hago algún proyecto sé que lo va a ver mucha gente. Recuerdo, cuando estuve diseñando Babelia para el periódico El País, que pensaba en los miles de personas que iban a recibir la información, que en este caso era cultural, y en lo que mi trabajo iba a suponer para estos lectores, en la forma como yo planteaba el ritmo de las palabras, las interlíneas, como iba a estar contada toda la información que allí se iba a volcar, de alguna forma iba a fomentar el amor por lo gráfico, por la letra, por lo que estaba escrito, y para mí era una gran responsabilidad. Igual sucede con un cartel de un concierto, o cuando hago el cartel de una película, una campaña social o una exposición. Todo eso se va quedando, el tiempo pasa y lo recuerdas porque forma parte de tu vida, de tus experiencias…
Eres Premio Nacional de Diseño 2010. Esta es otra experiencia más para añadir.
(Sonríe).Me pareció increíble porque he hecho mi carrera fuera de las instituciones, no soy un diseñador muy oficial, que digamos… Sí es cierto que llevo mucho tiempo trabajando y supongo que mi trabajo ha ido cristalizando. Lo que en un principio era una carrera tan periférica, se ha ido oficializando, al final la gente te va conociendo, por insistencia, creo yo, o por pesadez. El premio es una de esas pequeñas gotas que te empujan a seguir. Estoy muy contento.
Y añade: ‘Mi casa es mi mundo, sí, pero lo único que pretendo es compartir, aprender, escuchar; espero otras voces. Esta profesión es una elección particular y en mi caso, me ha costado tanto tiempo y tanto camino aprenderla que ahora tengo muchas ganas de compartir mis conocimientos, para que los que vengan detrás no tarden tanto en llegar hasta donde he llegado yo…’
He oído que te llaman espíritu ‘net’ (persona abocada al estudio y labor espiritual que presta poco interés por las actividades deportivas), supongo que lo sabes.
(Carcajada socarrona). Cuando digo que mi casa es mi mundo es cierto; vivo rodeado de libros, discos y es el sitio donde más feliz soy. He tenido que estudiar tanto… Todos los días de mi vida veo una película, todos los días de mi vida oigo música y eso significa que tengo muchos libros, una especie de biblioteca y muchos discos; soy un hombre muy casero.
Ahora en tu profesión, como en otras cuantas,hay mucho intrusismo.
La de diseñador es una profesión en la que tienes que nutrirte mucho. Los arquitectos acaban la carrera con 22 años y ya está, son arquitectos toda su vida. Nosotros no somos nada, menos aún en esta generación en la que nadie tiene un título y cualquiera puede autodenominarse diseñador. Tenemos un 99% de intrusismo.
El día en que las cosas no han ido muy bien en el trabajo, llegas a tu casa y te metes en tu rincón. Dime, ¿qué música pones en ese momento?
Soy muy actual, me gusta la música que hace la gente joven. Tengo mis preferencias pero estoy muy cercano a la pulsión juvenil. La música es un arte donde la gente entra muy joven y lo hace muy bien, mucho más en los países anglosajones porque todos aprenden a tocar un instrumento en el colegio. Yo pertenezco a una generación de músicos extraordinarios; he tenido la oportunidad de crecer con Jimie Hendrix, Janis Joplin o Bob Dylan y es imposible compararla con ninguna otra. Sin embargo no me gusta quedarme anclado en aquella generación, me gusta estar al día de lo que se hace ahora. Eso me ayuda mucho a trabajar, a levantarme y a pensar que cada día hay que hacer algo nuevo. Me cuesta refugiarme en Mozart y prefiero escuchar a gente que tiene la osadía y el arrojo de los 20 años, que lucha por hacer las cosas bien y conseguirlo tan temprano es muy difícil. También me gustan la pintura, la fotografía, el arte y seguir a esa gente que irrumpe con su juventud, con fuerza. Estudiar, vigilar esos movimientos forma parte de mi trabajo y es mi responsabilidad saber lo que se está cociendo en el mundo.
De todo lo que has hecho, que es mucho y muy amplio, hay algún trabajo que te haya llegado más, que te haya hecho sentir mejor contigo mismo.
Hago todo mis trabajos con el mismo amor y los quiero a todos igual. Tengo una especie de respeto por todos los trabajos que me han encargado y que empieza en la persona que me ha elegido para hacerlo. Lo más difícil de mi profesión es que alguien confíe en lo que haces para que le soluciones un problema, de ahí mi entrega, mis ganas de ser socialmente útil, económicamente útil, sostenible, que lo que hago sirva para algo.
Y que llegue.
Sí, que le llegue a la gente. Me gusta que los que se vayan apuntando a esta profesión también se sientan motivados, desafiados con este trabajo, que produzca movimiento, unas veces bueno, otras malo, pero que no pase nunca desapercibido.
Has perdido alguna vez la ilusión.
No (rotundo). Nunca he perdido la ilusión. Seguramente, que me costara tanto trabajo tener un cliente, ha potenciado mi ilusión por seguir trabajando y trabajando. Cuando veo que la gente se desespera tanto porque a los 25 años no pueden pagar la letra del piso, sonrío. Yo, las letras del piso las empecé a pagar muy mayor, he vivido de otra forma, tenía muy claro que este era un trabajo que me iba a exigir una vida bohemia y he compartido casa con amigos… Lo he pasado muy bien y con muy poco dinero, pero tenía claro que si quería trabajar en esto debía pasar por esa etapa. Lo que me costó más fue expresar lo que yo quería como yo quería, que la gente creyese en mí, que no me cambiase las cosas, todo eso me costó tanto esfuerzo que ahora mismo siento como si estuviera empezando.
Óscar se levanta y cierra el ventanal que da a la calle Barquillo. Enfrente hay un parque y como él mismo apunta, parece un barrio de principios del siglo XX. Hay abuelos sentados en los bancos de piedra que dedican su mañana a ver a la gente pasar, a encontrarle el pulso a la vida que por esta zona pasa más lentamente que en el resto de este Madrid que mata. ‘Soy una persona tolerante –continúa-, más bien diría que me gusta mucho trabajar en equipo porque en esta carrera se requieren constantes diálogos, otras miradas para conseguir un producto útil y también bello, porque la belleza no es ningún pecado’. •
Fíjate bien en su mirada. pues su discurso y su obra es igual: sincera. Puro reflejo de una concienzuda búsqueda interior. como pasos de un bolero entre el vacío y el lleno. Aunque desconocido aún para el gran público español, su obra se expone ya en China (Los jardines de Changchun), Canadá (Los Trois-Rivières de Quebec), Italia (el museo de escultura de carrara) o dentro del propio museo de arte moderno de Valencia. A Bañuelos le gusta el número 7, lee tanto como esculpe, le falta un trozo del dedo gordo del pie porque con él intentó parar la caída de una escultura y sueña con la búsqueda de la perfección. ‘pero ¿la búsqueda de la perfección es una razón estética o moral?’ pregunta tratando de expulsar a sus fantasmas. porque es un creador de esculturas que podría haber sido filósofo (aunque él se licenció en políticas y sociología). A fecha de hoy ha creado 732 obras con alma y en armonía con la naturaleza. Así es él.
Por Paloma Rosado. Fotografía: Álex Río
En su taller suena música en una radio Fisher Price a la que no le ha cambiado las pilas desde que sus hijos dejaron de usarla, hace más de 20 años. ‘Es por la energía que hay aquí -dice jocoso-, por la mala leche que circula cuando algo no me sale. Eso las recarga, Jajaja’, dice. Su almacén de piedras ocupa la cancha de tenis de su casa y su biblioteca es uno de sus bienes más preciados. ¿El otro? Su trabajo y su familia de los que habla con pasión. ‘Tengo la suerte de tener una mujer y unos hijos estupendos que aceptan mis defectos’ dice refiriéndose a ellos’.
Su perfil es un tanto atípico. La primera escultura la hizo a los 32 años, su primera exposición a los 35…
Porque antes era pintor, hasta que hice una primera escultura y a partir de ese momento dejé los pinceles que me hacían sufrir mucho y con los que no me expresaba bien. Y ahora no es que siempre disfrute, también sufro, pero me expreso mejor.
¿Quién diría que es usted?
Un hombre del Renacimiento, por lo menos por la edad ¡jajaja! Me veo como alguien enamorado de su trabajo que trata de expresar su pensamiento mediante la escultura y que va evolucionando constantemente. En el momento en que no haga algo que sea interesante lo dejaré. Copiar a los demás es necesario para aprender, como decía Picasso, pero copiarse a sí mismo es trágico.
¿Por eso cada 6 ó 7 años da un salto y cambia de etapa?
Puede ser. Ahora con la deconstrucción llevo siete años y ya estoy empezando a hacer unas cosas que me parecen diferentes, trabajando el interior de las piedras, haciendo que la luz ilumine el interior.
¿Por qué deconstruye? ¿Qué es eso exáctamente?
Yo soy licenciado en Ciencias Políticas, he estudiado a Jacques Derrida, el padre de la deconstrucción y él decía que era destruir algo para volver a construirlo. En mi caso con una piedra, que parece que siempre va a ser así, yo la corto y la cambio para que acabe siendo una cosa distinta.
¿Cuánto tiempo lleva este proceso?
Hay esculturas en las que puedo invertir semanas, meses o años. Tengo una que tardé 20 años en acabar, es mi récord. Porque antes de hacer una escultura tengo que pasar por el estudio donde leo, investigo, vivo mi proceso interior, que es lo más duro porque es lo que más tiempo lleva. Aprender a picar piedra es cuestión de un mes, pero qué quieres decir con eso te puede llevar toda la vida. Cuando voy a las canteras a comprar piedras (porque está prohibido coger las grandes del campo), cualquiera de los trabajadores pica muchísimo mejor que yo, pero ¿lo viven como proceso interior? Yo ya llevo 732 esculturas y algunas de 400 toneladas.
¿Qué tiene la piedra que no tiene el bronce, el hierro o los plásticos?
La piedra es insustituible. En el momento en el que le haces una transformación ya está, sólo sirve para lo que la has transformado. El bronce lo puedes fundir pero la piedra es lo único que se ha conservado desde la Antigüedad, porque no tiene ningún valor, por eso están esas esculturas en los museos, sino las habrían fundido o vete tú a saber. Pero la piedra es eterna. Tal vez en lo que yo hago hay una intención de perdurar… puede ser algo inconsciente.
¿Por qué elige una piedra concreta y no otra?
A veces estoy buscando algo y la piedra me dice: ‘estoy aquí’ y al verla resulta que he soñado con ella o que es igual a la de mi imaginación. Y hago la maqueta y sale bien. Es muy bonito, son momentos muy creativos (aunque también los hay de otro tipo).
La profesora González Vicario dice que hoy la escultura juega a veces a ser arquitectura y usted tiene esas grandes obras de 400 toneladas.
Así es. Yo estoy trabajando también con arquitectos y tengo obras que ya rozan la arquitectura.
¿Cómo combinan Arte y Naturaleza?
Yo creo que lo interesante es que el Arte no agreda a la Naturaleza. Cuando trato la piedra, la respeto, no la oculto, trato de que se vea que es piedra haciendo un cambio, un juego de movimientos…
¿Con qué crea? ¿Con el corazón, las tripas o la mente?
Con todo y con el inconsciente. Hubo épocas en las que intentaba expresar lo que quería y no podía. Cuando uno sabe lo que quiere expresar, luego tiene que relajarse, porque haga lo haga va a hacer lo que es, lo que vive… Lo que he hecho es invertir en mí y ser honrado porque haga lo que haga no tiene ningún mérito. Y no lo hago porque sea buena persona si no porque sé que es la única manera de funcionar bien. Todo lo que veo y lo que leo sale si me relajo.
Lo último que ha visto o leído y que influye en su obra…
La obra de autor que me dejó fuera de juego y que aún no he superado. Es un alemán al que se acusó de estar con Hitler y no era así en absoluto. Se llama Benn. Tiene tres tomos enormes que me regaló mi mujer y que me cambiaron la vida; es poesía, su pensamiento y su biografía. Después de eso cualquier cosa que he leído me ha parecido una tontería, lo que me ha hecho mucho daño porque he estado sin poder leer… Intenté volver a Proust y nada. Volví a El Quijote y lo dejé a la mitad.
En su taller se respira una paz desordenada. Y mucho tiene que ver que esté en plena naturaleza. Se levanta a las 6.30 h., nada una hora y después de desayunar con la familia al completo, él se pone a trabajar ‘y no salgo, no voy a exposiciones y eventos. Esto es como un convento, algo cuasireligioso’, dice.
Es usted un gran desconocido en España.
Y es por mi culpa, porque estoy aquí todo el día metido. Porque yo a las siete de la tarde tengo aún mucho que leer y estoy cansado, y acabo yéndome al estudio. Aunque reconozco que tampoco me ha preocupado que me conozcan. Siempre he tenido gente que me ha comprado la obra, españoles y sobre todo franceses y americanos y como puedo vivir bien…
¿Se vende bien su obra?
Hasta la fecha, sí. Porque quien me compra, repite.
¿Qué intuye que ve quien le compra?
Yo creo que se ven reflejados. Porque como lo que hago, lo hago de corazón, eso es un lenguaje universal y lo entiende un chino, un americano o quien sea. Hay alma. Como decía mi bisabuelo, al que yo no conocí: ‘hijo mío, en esta vida sólo hay una manera de comportarse: la fija’. Todos sabemos lo que tenemos que hacer. Otra cosa es que no lo hagamos….
Habla de indignación ante la miseria, la desigualdad, la necesidad de compromiso… pero, ¿cómo se traslada eso a su obra
Yo lo he trasladado a un nivel personal muy íntimo, lo que puedo hacer desde mi pequeño rincón lo hago. Una de las cosas que yo intento hacer, por ejemplo, es ser honrado con mi trabajo porque no está de moda lo que yo hago. La deconstrucción es un movimiento que me he inventado yo, así que no puede estar de moda, pero esto es lo que tengo que hacer ahora.
¿Es más bello lo más simple?
Sí, sin duda, aunque a mí me ha costado años llegar a eso.
Ya ha salido el tema de la trascendencia y que usted sospecha que busca trascender con su obra porque la vida es corta…
… y la mitad de noche, jajaja… Y, encima, hay noches geniales y otras son un desastre. Yo de eso me dí cuenta muy joven. De pequeño tuve meningitis, estuve muy malito pero me salvé. Y siempre he sentido que esto es un suspiro. Esto va tan rápido que no se puede perder el tiempo en no ser uno mismo y en no hacer lo que se tiene que hacer. Por eso pensar ‘ya lo haré mañana’ es un error. Si quieres hacer algo ponte hoy. Fíjate yo trabajo un montón ¡y soy consciente de que no me va a dar tiempo a hacer lo que quiero! Me voy a quedar en la entrada de las cosas.
Hablando de hacer, ¿qué hace este verano?
Trabajar. Tengo que cerrar un par de cosas en México D.F. y aquí, en Guadalajara. Además me han ofrecido el Hispanic Institute de Nueva York. Este año cuando a Frank Stella le dieron el Premio Internacional Julio González del IVAM, él y su ex mujer, Barbara Rose, vieron mi exposición y me propusieron llevarme a Nueva York.
Tal vez su momento para dar el salto al gran público está llegando.·
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