Revolucionario tardío, autor de varios libros de consejos valiosísimos, es todo un referente educativo en Francia.
Apuesta desde hace años por cambiar un sistema obsoleto y recomienda erradicar los mensajes negativos a los niños, porque ‘al aprendizaje se llega por placer y no con sufrimiento.’
Por Marieta Frías Fotografía Delphine Duboys.
‘Nuestros sistemas escolares son una aberracion. Yo voto por que los niños no vayan al colegio’.
Este es el postulado de Alain Sotto, psicopedagogo y neuropedagogo francés especializado en ayudar a los ‘malos estudiantes’. Que por cierto, no existen. Según Sotto ‘no hay malos alumnos, lo que hay es un sistema educativo obsoleto’.
Para llegar a estas conclusiones Alain, conocido productor de televisión en los años 70, ha recorrido un largo camino de la mano de su esposa, la pedagoga Varinia Oberto.
‘Cuando conocí a Varinia tomamos la decisión más importante de nuestra vida: irnos a vivir al campo para tener un hijo, educarle, dedicarle atención, tiempo.
Todo lo que en una ciudad resulta tan complicado’.
Se instalaron en la Provenza, tuvieron una hija maravillosa y ahí empezó su gran aventura.
‘Poco a poco el Periodismo dejó de interesarme, pasaba los días enteros estudiando el funcionamiento del cerebro, la pedagogía y la psicología que acompaña el aprendizaje’.
Con Varinia, Alain ha escrito varios libros llenos de consejos valiosísimos, imparten seminarios, organizan talleres de aprendizaje en la Provenza y varios días al mes Alain Sotto recibe en su consulta de París a padres y niños angustiados por el fracaso escolar.
Sentado en su despacho cerca de la Plaza de la Bastilla, este revolucionario tardío transmite serenidad y bienestar.
Tiene una sonrisa irónica, una voz cálida y las ideas muy claras.
Lleva 30 años sacando adelante ‘casos desesperados’ de niños que en el colegio son ‘nulos’ pero que bien guiados tienen un enorme potencial.
En mayo y en septiembre los medios franceses se rifan su presencia por eso suele hacer una gira por los platós de televisión y los estudios de radio para hacer entender a quien quiera escucharle que ‘al aprendizaje se llega por placer y no con sufrimiento’.
España y Francia se enfrentan a un nuevo curso con una nueva reforma escolar. En ambos países las reformas generan polémica. ¿Qué piensa usted de estos cambios?
Que una vez más obedecen a una alternancia política pero que no sirven para nada. El problema de base sigue sin resolverse desde hace demasiado tiempo.
¿Cuál es el problema de base en nuestro sistema escolar para que usted este empeñado en demolerlo?
Lo va a entender muy rápido. Vamos a visualizar un aula. 20 o 30 niños sentaditos frente a un solo individuo que habla. El noventa por ciento del tiempo que el niño pasa en el colegio lo hace sentado, escuchando; las clases son orales, no hay interacción, ni imágenes, ni juegos… ¡Esto es malsano!
Malsano, eso suena un poco fuerte, ¿no cree?.
¿Le parece a usted normal que un niño lleno de energía, de vitalidad pase entre seis y ocho horas al día sentado? En esos pupitres pequeños, incómodos, diseñados hace medio siglo? ¿Escuchando? Mire, no hay nada mas difícil que escuchar a alguien que habla. El que habla tiene una enorme ventaja, cuanto más habla más se ventila, mas oxígeno envía al cerebro y más activo permanece. Escuchar demanda traducir permanentemente lo que dice el otro y esto no es flexible, es decir, no puedes ni acelerar ni parar al que está hablando. Es un esfuerzo terrible el que le pedimos a los niños.
¿Y los profesores no son conscientes de esto?
El profesor nunca sale del sistema escolar, termina sus estudios y vuelve al colegio. En general, el maestro no está formado ni para la psicología de los niños ni para la comunicación. Está formado para una materia, una disciplina. El problema es que esto ya no funciona. Antes los niños eran mas o menos iguales, pertenecían todos a una clase social: la que podía estudiar. Hoy en los colegios, afortunadamente, hay de todo. Y quedarse con la mera transmisión oral ya no funciona.
Los profesores suelen quejarse de otro problema, la indisciplina, los teléfonos móviles;¡todos los niños tienen un teléfono y no lo apagan en clase!.
A mí no me extraña nada que se agarren a sus móviles.
¿Sabe usted por qué están los niños enganchados a sus teléfonos? Porque mandar mensajes significa entrar en acción, y es más interesante que estar escuchando pasivamente.
Lo que vemos ahora en clase es un profesor que suelta su historia y 30 niños cada uno a lo suyo.
SMS, juegan, hablan. ¡Hay un ruido en la clase tremendo! Los niños me dicen: ‘nosotros dejamos que el profesor haga lo que tiene que hacer y el nos deja a nuestro rollo’.
Hay una especie de contrato tácito para mantener la paz.
‘En francia el fracaso es colar se cifra en 16 por ciento , España roza el 25 por ciento’.
Bien, ahora que hemos criticado a fondo nuestro sistema, dígame, ¿cuál es la alternativa, qué tipo de escolaridad propone usted?.
Para empezar pondría dos profesores complementarios por clase.
Así tenemos el espacio divido entre dos grupos: el de los adultos y el de los niños. A partir de ahí, la teoría y la práctica pueden compaginarse, interactuar.
¿Y los ritmos escolares? Se habla mucho de esto en Francia ahora que los niños van a tener un día más de clase.
Otra tontería. Los ritmos no tienen nada que ver son la semana. Se miden por 24 horas.
Lo que es importante de verdad es respetar los ritmos cronobiológicos del niño a lo largo del día.
Esta archidemostrado que el cerebro por la mañana tiene una mayor capacidad para integrar conceptos, comprender, estar alerta.
Las materias que exigen una gran concentración: matemáticas, ciencias, gramática, historia, deberían impartirse solo por la mañana.
Las tardes son para el deporte, las artes plásticas y sobre todo para abrirse al mundo.
Visitar una fábrica, invitar a un fontanero o a un científico al colegio para que cuenten su experiencia.
Entonces el niño siente que forma parte de la sociedad, que está dentro del sistema.
En su consulta, en sus libros, usted insiste mucho en dar tiempo al niño para que reflexione, para que integre lo que acaba de ver o escuchar. Es algo que no suele hacerse en clase.
Es la gran paradoja.
Los niños pasan muchísimo tiempo en clase y no tienen tiempo o para reflexionar.
Le voy a explicar cómo debería de ser:
Imaginemos a un profesor que explica algo en la pizarra.
Tiene que ser breve, conciso y debe callarse inmediatamente para pedir a los niños que reflexionen en silencio sobre lo que acaba de explicar.
Entonces el niño se habla dentro de su cabeza, ‘a ver qué ha dicho el profesor, esto es importante, esto no…’.
El niño tiene que estar en situación de hablar dentro de su cabeza para asimilar lo que acaba de escuchar.
Y solamente después de cinco minutos, cuando ya se ha hecho esta reflexión, entonces el profesor puede hacerle una pregunta.
Esto, tan simple, no se hace casi nunca.
LA EDAD DE TODOS LOS PELIGROS: DIEZONCE AÑOS
Entiendo que para usted aprender de memoria no sirve para nada.
Sí, sirve para aprobar un examen. Pero al cabo de un par de días, no queda nada. Cuando leemos y repetimos varias veces un texto acaba por quedarse en la cabeza. Pero de manera fotográfica. No hay comprensión. Es un sistema que funciona hasta los diez años. Más tarde, cuando tienen que analizar, no son capaces.
De hecho usted dice que la edad de todos los peligros esta entre los diez y once años…
Porque a esa edad es cuando el niño se empieza a abrir hacia el mundo, cuando necesita integrarlo.
Y es entonces cuando nos empeñamos en encerrarle en clase y en casa con los malditos deberes.
Con la presión. No les dejamos disfrutar ni comprender lo que ocurre alrededor de ellos.
No dejamos que la sociedad entre en la escuela.
Entonces ¿por qué no cambiamos la forma de enseñar? ¡Porque es mucho mas fácil corregir exámenes y poner notas cuando las respuestas tienen que ser las mismas! Es una mecánica que funciona. Es mucho más fácil evaluar conocimientos precisos que calificar la imaginación, la creatividad. En España o en Francia se hace una selección por el fracaso y no por el éxito. Eliminamos a los que no sirven, a los que no entran en los moldes.
¿Por qué es tan importante el placer para el aprendizaje?.
Una acción eficaz es la que me proporciona placer.
Es así cómo funciona el cerebro.
Cuando actuamos lo hacemos para obtener placer o para evitar el dolor.
Si un niño va a clase de matemáticas y sabe que no va a aprobar tiene dos posibilidades para no caer enfermo: la huida o el combate.
La huida son los sueños, los dibujos. Así funciona ‘el mal estudiante’. Lo grave es cuando el alumno no puede ni huir ni combatir. Solo soportar.
Este sufrimiento puede provocar enfermedades más tarde.
Para huir o para combatir el cerebro emite adrenalina y corticoides que preceden a la acción.
Pero si no hay acción posible, los corticoides pueden devorarnos.
Muchos adultos enfermos han empezado sus males en el colegio, cuando han sufrido y no han podido evacuar el stress.
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¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos?.
Lo más importante es sin duda el lugar que ocupa el niño dentro de su familia.
Si el niño está bien en casa y hay una buena comunicación en la familia lo que pasa en el colegio es menos grave. En mi consulta intento tranquilizar a los padres. Cuanto más se angustien ellos por los estudios, por el futuro de sus hijos, mas van a presionar al niño y mas le van a debilitar.
No sirve para nada. Los padres obsesionados por la competición proyectan a los niños en el futuro y no aprovechan el presente con el niño.
Pero el niño necesita sobre todo darle un sentido a su presente.
Necesita un presente de calidad. Poreso le voy a dar un consejo:
- No pregunte nunca a su hijo: ¿qué has hecho hoy? Es una pregunta sobre el pasado y el niño tiene horror a esta pregunta.
- Tampoco pregunte: ¿qué vas a hacer manaña? Es el futuro, no le interesa, el niño no esta aun ahí.
- Es mejor callarse o preguntarle algo concreto: ¿en qué ha sido importante para ti este día?
Estupendos consejos, lástima que sus libros no estén traducidos al español. Ni tampoco su pagina web ‘www.cancres.com’ (algo así como ‘mal estudiante.com’). Mientras esperamos a que un editor se decida a publicarlos en castellano, ¿nos regala usted un par de claves para ir tirando?
Claro, con mucho gusto:
– Si queremos que un niño esté concentrado nosotros debemos estarlo también. No se puede ayudar a un niño a hacer los deberes mientras cocinamos o estamos pendientes del teléfono.
– Eviten los mensajes negativos: si un padre se queja todo el rato de su trabajo, de que está harto, estresado, el niño no tendrá ninguna gana de hacerse mayor.
– Asegúrese de que su hijo sabe leer. Cuando el niño no comprende lo que lee le falta vocabulario y no puede hacer funcionar su imaginación, no visualiza, no asimila nada. La lectura es la base de todo. •