Hace diez años tuvo un sueño: crear una academia con la que impartir educación gratuita en cualquier parte del mundo, lo ha conseguido.
Atrás quedaron todos aquellos que hace una década pensaron que esta era la idea de un loco sin futuro.
Hoy más de 100 millones de usuarios registrados se benefician de aquel sueño optimista y comprometido de un joven que quiso soñar un mundo nuevo y lo logró.
Por JULIA HIGUERAS
Una noche usted tuvo un sueño: crear una institución global para el nuevo siglo que nos ayudara a reflexionar el sistema académico desde abajo. ¿Cree que ha conseguido ese sueño con la Academia?
La respuesta no es sencilla, es sí y también no.
Por un lado, pienso que estamos en el camino, aunque estamos muy al principio y nos queda mucho recorrido por hacer.
Sin embargo, también es verdad que la Academia ha alcanzado un nivel que incluso hace diez años imaginar que esto sería así habría sido delirante para mí.
Estoy seguro de que muchos pensaron que era una idea sin futuro que entraba en la categoría de ciencia ficción.
Usted crea la Academia con la intención de proporcionar una educación mundial gratuita…
Sí, esa es la idea: una educación mundial gratuita para todos en cualquier parte del mundo.
Recuerdo que solía soñar con que algún día esta Academia podría llegar a diez o 50 millones de personas, y hoy, solo diez años después, la Academia tiene 100 millones de usuarios registrados, y cada mes se registran millones de nuevos estudiantes.
Con la crisis de la COVID se ha incrementado mucho el número de usuarios y hemos conseguido que cientos de voluntarios y donantes nos ayuden a cubrir, no solo el temario de matemáticas, sino también inglés y artes lingüísticas, ciencias o humanidades.
En ese aspecto, creo que hemos progresado mucho, pero la razón por la que aún no estoy del todo satisfecho es que soy consciente de que nos queda mucho camino por recorrer.
Aunque hay muchos estudiantes que usan la Academia, hay muchos otros que podrían beneficiarse de ella y que necesitan ese acceso.
Creo que aún tenemos mucho trabajo por hacer, pero tengo fe en que estamos en el camino de convertirnos en una institución para que las generaciones del futuro, si tienen acceso a la Academia, puedan alcanzar su máximo potencial.
En estos momentos que nos ha tocado vivir, la creatividad se ha convertido en esencial, no es una opción, ¿cree que es una cualidad necesaria para sobrevivir?
Sencillamente, sí. La creatividad siempre es importante, pero ahora lo es especialmente, porque vivimos en un mundo que cambia constantemente.
Lo que estamos observando con esta crisis del COVID-19 es que se está generando un cambio dramático en el mundo.
Creo que es admirable que las personas jóvenes o las personas de mi edad que son exitosas, que siempre se reinventan a sí mismas, puedan mirar esta situación de frente y ser capaces de crear y de innovar.
Considero que hay un mundo que ya es antiguo, ese en el cual se podían aprender nuevas habilidades en el colegio o en la universidad, donde podías trabajar en la misma empresa hasta la jubilación.
Ese mundo se está diluyendo y estamos entrando en un mundo nuevo en el que hay que reinventarse constantemente, y reinventarse pasará a ser el nuevo concepto de ‘normal ‘.
¿Cuáles cree que son las consecuencias de una educación de muy bajo nivel en el mundo?
Es fácil entender que si un país tiene un bajo nivel de educación le será mucho más difícil alcanzar una democracia, y sin embargo, le será mucho más fácil caer en los brazos de una autocracia o de una dictadura.
Si en una democracia las personas no están bien informadas y además, no han sido equipadas con habilidades para desarrollar su pensamiento crítico, la democracia puede seguir un camino incorrecto.
La educación en ese caso es fundamental, y debe ser muy crítica para poder incidir positivamente en el mundo en el que estamos viviendo, que es muy diferente al de la Revolución Industrial, donde se necesitaba mano de obra, especialmente en las fábricas.
En este siglo necesitamos los procesos de información y a la clase creativa: artistas, ingenieros, doctores, autores y emprendedores.
Ahora sabemos que algunas de ellas serán automatizadas. Se usarán robots para muchas tareas y procesos de información, porque es lo que los ordenadores hacen bien.
Globalmente, los países que tendrán éxito serán los que pongan a más personas para estar en la superficie de la pirámide. Todas esas personas que puedan comprometerse en la economía del saber.
Esas serán las personas que participarán en la clase creativa; por eso, la habilidad del pensamiento crítico es la solución para una vida mejor.
Pero ahora más que ser una solución, es una necesidad.
¿Cree que un nivel alto de educación global ayudaría a crear un mundo mejor?
Categóricamente, sí. Cuanto más educada esté una sociedad, más pensamiento crítico adquiere.
Las personas con mejor educación son más propensas a participar en la economía, y tienden a mantenerse a sí mismas y a sus familias.
En ese caso, tienen menos tendencia a ir en contra del sistema e inclinarse hacia los extremos.
Creo que la educación tiene que ser una línea básica, entender a otras personas, entender su historia y el contexto, y no ser manipulados por demagogos.
¿Qué aspectos serían los más beneficiosos?
Si todos tuvieran acceso a una educación, sería menos común tener a personas sumergidas en la pobreza.
Sería más fácil descubrir los potenciales de las personas, lo que es positivo para ellos y para la sociedad.
Piensa en cuántas personas jóvenes están viviendo en zonas desfavorecidas y podrían haber sido el próximo Einstein o haber creado Google.
Pero por la falta de acceso a la educación, no son conscientes de su tremendo potencial, y esa habilidad no se fortalece o, si se fortalece, se hace de la manera equivocada.
También creo que el acceso a la educación beneficiaría a todas las familias que enseñan a sus hijos desde casa, porque o no tienen las herramientas o no cuentan con el apoyo suficiente para hacerlo.
Los niños muchas veces se atrasan en el aprendizaje porque no se comprometen al 100%.
Por eso, la sociedad ha invertido en la educación pública, porque marca una gran diferencia.
¿Qué aporta Internet a la educación? Internet hace tres cosas:
- El conocimiento accesible, porque sin Internet esto no sería posible, y lo estamos viendo en este momento de pandemia global que estamos Si no tuviéramos Internet hoy, la mayoría de los niños no podrían aprender nada en este momento. Y aunque el colegio presencial esté funcionando, dependiendo de donde vivas o los ingresos que tenga tu familia, el colegio al que irá tu hijo tendrá herramientas de enseñanza muy distintas. Internet unido a la Academia ofrece a todos los niños herramientas globales y mecanismos para que aprendan a su ritmo.
- Los profesores siempre han sabido que es muy difícil personalizar la enseñanza, darle a cada estudiante lo que necesita, porque cada estudiante tiene necesidades bien distintas y encuentra dificultades en aspectos muy diferentes. Lo único que puede hacer un profesor es dar el contenido y esperar a que los niños puedan estar al mismo nivel y ritmo de aprendizaje. Con las herramientas online podemos informar al profesor para que pueda intervenir y desbloquear a los estudiantes con
- Internet tiene la capacidad de poder enseñar al mundo lo que si vas a un colegio en una zona de India, no importa lo inteligente que seas, no importa cuánto aprendas, porque es muy difícil viajar a España o a los Estados Unidos para compartir lo que sabes.
Espero que Internet nos una a todos y nos enseñe a diferenciar lo que importa de lo que no, y poder demostrar que cualquier niño de cualquier país del mundo tiene las mismas oportunidades que otro niño que haya nacido en un país del mundo con más recursos económicos.
¿Cómo es posible que un sistema de educación, creado hace 200 años, ya obsoleto, siga siendo utilizado en el siglo XXI?
Me gustaría dar crédito al sistema educacional tradicional. Ha hecho mucho por nosotros.
Fue muy valiente haber hecho eso hace 200 años, ya que hizo que la clase media resurgiera durante la Revolución Industrial del siglo XX. Pero las instituciones que llevan tanto tiempo entre nosotros cuesta mucho más cambiarlas.
El cambio está ocurriendo, y va bastante más rápido de lo que se podía esperar.
Obviamente, queremos que estos cambios ocurran ya, en la próxima década, el sistema tiene su inercia.
Creo que algunas de las crisis por las que estamos pasando, especialmente la COVID19, acelerarán todo este proceso.
Si le hicieran ministro de educación, ¿se consideraría un revolucionario del siglo XXI?
No me convence la palabra revolucionario, porque aunque los revolucionarios traen consigo un cambio, no siempre es un cambio positivo.
Usualmente las revoluciones, para poder llegar a algo positivo, tienen que pasar antes por muchas situaciones dolorosas. Espero que con la Academia no sea de esa manera.
Esperamos poder ayudar a profesores, padres y alumnos a sentirse apoyados para que, sin necesidad de derribar el sistema antiguo, construir uno nuevo, conservando lo mejor de él, y a su vez, traer nuevas herramientas e ideas para poder empoderar el camino.
La idea está clara: llegar a más niños para darles las herramientas que necesitan y puedan desarrollar todo su potencial.
¿Aceptaría el puesto?
Me sentiría muy orgulloso de que me hubiesen tenido en cuenta para un puesto así, aunque probablemente no aceptaría.
Y no porque crea que no es un trabajo importante, sino porque creo que hay personas más cualificadas que yo para hacerlo.
Requiere liderar una burocracia, con muchos intereses contradictorios, políticos…
Mi foco está puesto en liderar la Academia para crear las herramientas, recursos e ideas necesarios para que los ministros de educación de todo el mundo puedan acceder a él y mostrarles que podemos ser un gran apoyo para todos los profesores, ayudándoles a conseguir que los niños puedan aprendan mucho más rápido.
Sigamos en modo condicional. Si pudiera: ¿qué ley decretaría?
Si fuera Ministro de Educación y pudiera decretar una ley, movería el mundo hacia un sistema de competencia.
Ahora el sistema se basa en el tiempo que pasas sentado en una silla y es así como te dan créditos.
En un sistema de competencia, sin embargo, lo importante es si te sabes la materia o no. No importa cuánto tiempo hayas pasado en esa silla.
Si no sabes la materia, no tienes crédito.
Esto abre un abanico enorme de posibilidades sobre cómo pueden aprender los alumnos.
Algunos estudiantes aprenden online, otros solamente presencialmente, pero abre muchas puertas para la innovación.
Otra cosa que haría es mover el sistema educativo hacia un sistema de maestría.
La enseñanza tradicional se mueve a escalas fijas.
Si consigues un 70% en un examen, eso significa que no has aprendido un 30% de la materia, por lo que no puedes acceder al siguiente paso.
En el sistema de maestría, sin embargo, tienes todas las oportunidades que necesites para aprender todo el contenido.
La educación de alto nivel no puede ser limitada a una pequeña parte de la población mundial.
Sí, estoy completamente de acuerdo.
Siempre creo que si nos reencarnamos en otra vida a todos nos gustaría tener la oportunidad de tener acceso a un teléfono móvil, a la Academia, o a la educación (se ríe).
Sus estudiantes están haciéndolo muy bien académicamente. ¿Qué mensaje le mandaría al sistema académico conservador?
Les diría que la crisis que estamos pasando demuestra que no hay que elegir entre una y otra, y que si tuviera que elegir entre un profesor de clase mundial o una tecnología de clase mundial, claramente elegiría al profesor.
Lo bueno es que no tenemos que elegir entre esas dos opciones.
Podemos tener a ambas, con lo que eso significa: una oportunidad enorme para conseguir lo mejor de cada una de ellas.
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¿Cree que podría haber una educación online comparable a Oxford o a Harvard?
En el contexto de calidad y oportunidad sí. Pero creo que seguirá siendo distinto, aunque será más accesible.
Harvard y Oxford solo pueden atender a algunos miles de alumnos al año, y nuestra Academia puede conseguir esos miles de alumnos en un solo minuto.
Espero que lleguemos a un mundo en el que tengamos esa misma calidad, pero válida para billones de estudiantes, no solo para miles de ellos.
¿Es su libro una llamada a las armas?
No diría que es exactamente una llamada a las armas, más bien es una reflexión sobre la situación en la que hemos estado.
Mi libro es la historia sobre cómo he terminado en este viaje, y cómo he imaginando que podría ser…
No es una llamada a las armas para acabar con el sistema.
Nosotros no queremos romper con ningún sistema durante el proceso.
Es una llamada a trabajar juntos para inspirarnos y descubrir que hay pasos que podemos dar ahora que nos conduzcan hacia un mundo mejor sin sentir que ha tenido que producirse una revolución para conseguirlo.
El único fracaso es rendirse. ¿Ese sería su modelo de vida?
(Se ríe). Esa frase suena más a Marshall que a mí. Mi modelo de vida es que nunca sabrás cuál es tu potencial a no ser que intentes averiguarlo.
Eso se aplica también a un estudiante.
No sabes tu potencial hasta que sales de tu zona de confort y te empujas a ti mismo, y solamente a través del fracaso lograrás aprender, crecer, mejorar.
Y eso es así seas estudiante o profesor; ocurre en cualquier nivel y en cualquier ámbito.
Siempre deberíamos empujarnos a nosotros mismos fuera de nuestra zona de confort, no de manera tan fuerte como para estropear las cosas, pero sí lo suficientemente fuerte como para sacar a la luz lo mejor que hay dentro de ti.
Dice Stuart Mill que ‘El despotismo de las costumbres es, en todos los ámbitos, el freno perenne al avance humano ‘.
¿Cuáles son, de todas las costumbres humanas, las que guardan dentro de sí el mayor despotismo?
Para contestarte a esta pregunta tendría que, probablemente, escribir otro libro (se ríe).
Tenemos la humana costumbre de asumir que ciertos niños están destinados a un futuro incierto y, otros niños, no lo están.
Creo que necesitamos ampliar la visión que tenemos acerca de las capacidades de los niños porque nosotros, desde la Academia, hemos visto y vemos a diario que prácticamente todos pueden aprender la mayoría de las cosas que les enseñamos.
Asumir que estas capacidades existen, ya sería un avance enorme.
¿Cuál es su próximo sueño?
Quiero crear un mundo en el que todos tengan acceso a la educación. Donde se pueda aprender todo desde el principio, desde el colegio hasta la universidad, y que luego puedan demostrárselo al mundo.
Dígame una frase para terminar esta entrevista.
Estamos en un periodo único en la historia donde tenemos muchos problemas, y, lógicamente, la COVID-19 ha tenido mucho que ver, pero siempre hay una luz al final del túnel y soy optimista porque tenemos la oportunidad de acelerar el aprendizaje de billones de estudiantes de todo el mundo simplemente colaborando con el sistema educativo. •
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