Los grandes poderes actuales siguen pensando que la fuerza militar es la única expresión y referencia de ‘seguridad’.
Gravísimo error, costosísimo error que se ocupa exclusivamente de los aspectos bélicos y deja totalmente desasistidos otros múltiples aspectos de la seguridad ‘humana’ que es, en cualquier caso, lo que realmente interesa.
Observamos los arsenales colmados de cohetes, bombas, submarinos, aviones y barcos de guerra.
Y volvemos la vista hacia los miles de seres humanos que mueren de hambre cada día o hacia los que viven en condiciones de extrema pobreza sin acceso a los servicios de salud adecuados y contemplamos consternados el deterioro progresivo de las condiciones de habitabilidad de la Tierra, conscientes de que debemos actuar sin dilación porque se está llegando a puntos de no retorno en cuestiones esenciales del legado intergeneracional.
Cuando nos apercibimos de la dramática diferencia entre los medios dedicados a potencia-les enfrentamientos y los disponibles para hacer frente a recurrentes catástrofes naturales (incendios, inundaciones, terremotos, tsunamis,…) constatamos, con espanto, que el concepto de ‘seguridad’ que siguen promoviendo los grandes productores de armamento es no sólo anacrónico sino altamente perjudicial para la humanidad en su conjunto y se precisa, sin demora, la adopción de un nuevo concepto de ‘seguridad’, bajo la vigilancia atenta e implicación directa de las Naciones Unidas.
¿Quién se acuerda de Haití? ¿Y de Ecuador?
Cuando admiramos la heroica actuación de unos expertos bomberos y unos cuantos helicópteros y avioncitos en La Palma recordamos la ‘plenitud’ del F-16 y F-18, de los misiles y escudos antimisiles, de los portaaviones y las naves espaciales.
Cuando seguimos las acciones admirables que llevan a cabo tanta gente y voluntarios para rescatar a algunas personas todavía vivas después de un terrible seísmo, sentimos el deber ineludible de alzar la voz y proclamar, como ciudadanos del mundo, que no seguiremos tolerando los inmensos daños, con frecuencia mortales, que sufren por tan-tas otras modalidades de ‘inseguridad’ quienes -una gran mayoría- no se hallan protegidos por los efectivos militares.
La seguridad alimentaria, acceso a agua potable, servicios de salud, rápida, coordinada y eficaz acción frente a las situaciones de emergencia. Es esta y no otra la seguridad que ‘nosotros, los pueblos…’ anhelamos y merecemos. •
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FEDERICO MAYOR ZARAGOZA, presidente de la Fundación Cultura de Paz, exdirector general de la UNESCO.
Distendidos, sonrientes, altos representantes de Japón, Rusia, Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Canadá e Italia, siete hombres descorbatados y una mujer (Angela Merkel), acompañados, en los extremos, por los Presidentes de la Comisión y de la Unión Europea, saludan al público al final de la ‘cumbre’ del G-8 en Irlanda del Norte.
¿De qué se ríen los pertenecientes a este sucedáneo, ineficiente y pretencioso grupo del multilateralismo internacional?.
Al menos, después de tantos dislates y crisis ocasionadas podrían fotografiarse más circunspectos.
Y decidir ya, sin más demora, abandonar este pérfido ‘invento’ del dúo Reagan-Thatcher y empezar a re-construir con diligencia unas Naciones Unidas dotadas de la autoridad y medios (personales, financieros y técnicos) adecuados.
Como sucede siempre, el resultado de la reunión ha sido cuatro generalidades y propósitos en los que nos han defraudado repetidamente: ‘las potencias acuerdan luchar contra la evasión, reforzando las propuestas de la UE en relación a los paraísos fiscales y condenan la austeridad indiscriminada’… ¿Recuerdan que cuando el ‘rescate’ en tiempos propicios por la ‘sorpresa’ de la crisis prometieron ya solemnemente –en 2008- que se regularían los flujos financieros y se eliminarían los paraísos fiscales?
Hoy están más colmados que nunca.
Por otra parte, todas las medidas figuran en ‘condicional’, como simple recomendación:
‘Los países deberían…’; ‘las multinacionales deberían…’; ‘la restauración de la estabilidad financiera necesita ir de la mano…’; ‘la política fiscal debería…’ debería… debería…
¿Cómo pueden pretender –no me canso de repetirlo- 6, 7, 8 o 20 países dirigir un mundo de 196 Estados?
Lo que hicieron fue debilitar el Estado-Nación, transferir poder económico y político a grandes consorcios supranacionales, marginar a la ONU y sus instituciones, y sustituir los valores éticos por las leyes del mercado.
Quizás su sonrisa indica que ‘todavía mandamos bastante’. Porque las Naciones Unidas nacieron para contribuir – ‘Nosotros, los pueblos…’- al diseño y construcción de un mundo mejor. Y el G7, G8,… se originaron, con grandes ambiciones hegemónicas, para seguir siendo los más prósperos y poderosos.
Pero, a diferencia de la década de los ochenta, el tiempo del silencio ha concluido.
Ahora, los seres humanos han dejado de ser testigos impasibles y atemorizados. Ya no callarán.
El clamor popular irá en aumento. Al G8 le queda poco tiempo. ¿Es su saludo de despedida? Ojalá.
Por cierto, a los dos días de la ‘foto de familia’ el Presidente Obama ha pronunciado en Berlín un discurso extraordinario.
Ha abordado, dejando traslucir una gran preocupación, temas esenciales para las grandes transiciones que pueden conducir al ‘nuevo comienzo’.
Y ha subrayado que el progreso debe alcanzar a todos y no solamente a unos cuantos.
Si Obama liderara y Hollande le acompañara…. •
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FEDERICO MAYOR ZARAGOZA, presidente de la Fundación Cultura de Paz, exdirector general de la UNESCO.