Por ALEXANDRA RAL Fotografía ART WORK BY SHAMSIA HASSANI.
No empuña un arma, sino un pincel. Su campo de batalla son los muros, y su causa, la libertad.
Nacida en Irán, hija de refugiados afganos, y primera grafitera de Afganistán, su arte ha roto barreras, esquivado bombas y cuestionado las normas de una sociedad que durante décadas ha silenciado a las mujeres.
Hoy, Hassani es mucho más que una artista: es un símbolo global de resistencia y belleza en medio del caos. Con cada mural, da voz a quienes no pueden hablar, y con cada trazo, recuerda al mundo que las mujeres afganas existen, sueñan y luchan.
Sus personajes femeninos, sin bocas y con ojos cerrados, simbolizan la voz que se quiere acallar pero sigue viva.
Shamsia Hassani (nacida en 1988 en Teherán, Irán) es una de las artistas más influyentes del arte urbano contemporáneo, reconocida internacionalmente como la primera mujer grafitera de Afganistán.
Su historia personal y artística es un testimonio de valentía, resiliencia y compromiso con la transformación social a través del arte.
Su obra no solo decora muros, sino que rompe silencios, cuestiona estructuras patriarcales y construye puentes entre la tradición y la modernidad en una sociedad profundamente marcada por el conflicto.
Por su compromiso activo, ha sido galardonada en la undécima edición de los Premios Optimistas Comprometidos en la categoría de Libertad de Expresión.
El grafiti se ha convertido en su forma de resistencia frente a la violencia y la censura.
Hija de refugiados afganos que escaparon de la guerra en su país.
Hassani ha crecido en Irán bajo restricciones que le impedían, por su nacionalidad, acceder a la educación artística formal.
Desde muy joven manifestó una profunda pasión por el dibujo y la pintura, pero fue solo al regresar a Kabul en 2005 cuando pudo estudiar Bellas Artes en la Universidad de Kabul.
Más tarde también obtuvo una maestría y se convirtió en profesora de Dibujo y Anatomía.
Esta etapa fue crucial en su formación, ya que le permitió descubrir su voz como artista y desarrollar un enfoque único que más tarde revolucionaría la escena artística afgana.
Su incursión en el grafiti comenzó en 2010, tras participar en un taller organizado por el colectivo Combat Communications.
Sus murales convierten los muros en páginas donde se narran historias que la guerra ha intentado borrar.
Mientras que otros abandonaron el arte callejero por temor o desinterés, Hassani persistió.
En un contexto donde ser mujer y artista en el espacio público implica enfrentar múltiples formas de violencia, desde el acoso hasta la censura—, ella eligió el muro como medio para comunicar y resistir.
Con valentía comenzó a intervenir edificios abandonados o dañados por bombas, creando murales que hablan no solo de dolor, sino también de esperanza.
Los personajes femeninos que protagonizan sus obras, con ojos cerrados, sin bocas y a menudo acompañados de instrumentos musicales, son símbolos de una voz silenciada pero latente, que clama por ser escuchada.
Con cada mural, Shamsia Hassani recuerda al mundo que las mujeres afganas existen, sueñan y resisten.
Sus colores vibrantes contrastan con el gris de las ciudades devastadas por la guerra, y sus formas suaves y oníricas introducen una ternura poética en medio del caos.
‘La libertad es estar bien con lo que eres, con quién eres’.
A través de estas imágenes, Hassani no solo denuncia la opresión de las mujeres en Afganistán no solo son representadas por Shamsia Hassani en sus obras, sino que también son humanizadas, enaltecidas y convertidas en íconos de fuerza interior.
Uno de los temas recurrentes en su obra es la migración forzada, representada en su serie “Pájaros sin nación”.
Esta obra expresa el sentimiento de pérdida y desarraigo de quienes se ven obligados a huir de su país.
Para Hassani, el arte se convierte en la manera más poderosa de narrar esta experiencia colectiva.
“Con el arte, puedo contar esa historia”, afirma.
Su capacidad para entrelazar lo personal con lo político, lo íntimo con lo colectivo, le ha permitido conectar con públicos de todo el mundo.
El arte es para Shamsia Hassani la herramienta más poderosa para contar historias silenciadas.
Además de su producción artística, Hassani ha trabajado incansablemente por expandir el acceso al arte contemporáneo en su país.
Fue la organizadora del primer Festival Nacional de Grafiti en Afganistán, creando espacios para el diálogo y la expresión creativa en una sociedad donde estos todavía son limitados.
Su labor educativa y curatorial se extiende más allá del aula:
ha sido una mentora para muchos jóvenes artistas afganos, y una referente global del poder del arte en contextos de adversidad.
Hassani ha expuesto su obra en múltiples países, incluyendo Estados Unidos, Alemania, Italia, Suiza y Canadá.
En 2014 fue seleccionada como una de las “100 pensadoras globales” por la revista Foreign Policy.
En 2021 fue incluida en la prestigiosa lista de “100 mujeres” de la BBC, distinciones que reconocen no solo su talento artístico, sino también su papel como activista cultural.
A través del color y la poesía visual, transforma espacios destruidos por la guerra en paisajes de esperanza.
A pesar de los constantes riesgos que implica su trabajo, especialmente tras la vuelta al poder de los talibanes en 2021, Shamsia Hassani continúa creando desde donde sea que se encuentre.
En sus palabras:
“La libertad es estar bien con lo que eres, con quién eres”, y ella ha hecho de esa convicción su motor y su bandera.
En un mundo donde los derechos de las mujeres siguen siendo desafiados y donde el arte es, en muchos contextos, un acto de resistencia.
La obra de Shamsia Hassani recuerda que crear también es un modo de luchar.
Su legado no es solo artístico: es profundamente humano. Con cada mural, con cada trazo, Hassani afirma que las mujeres afganas existen, sueñan, resisten y merecen ser escuchadas.
Su mensaje es claro:
Las mujeres afganas existen, sueñan y luchan por un futuro mejor, y el arte es una de sus armas más poderosas. •
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