FEDERICO MAYOR ZARAGOZA
Presidente de la Fundación Cultura de Paz Exdirector general de la UNESCO
El futuro ya está aquí. Constituye una responsabilidad ineludible y apremiante atajar el progresivo deterioro de las condiciones ecológicas, de la habitabilidad de la Tierra. ‘¡Implicaos!’ fue el grito – mensaje final de Stephan Hessel. ‘Tendréis que cambiar de rumbo y nave’, apostilló José Luis Sampe- dro. Pues bien, ha llegado el momento en que, por fin, los jóvenes están levantando la voz y se están implicando. Podemos sentirnos esperanzados porque el cambio de ‘rumbo y nave’ está empezando.
Ante este momento de inflexión histórica que estamos viviendo, me viene a la memoria mi encuentro con Indira Gandhi a principios de los años 80 con motivo de la presentación del programa de ‘Inves- tigación y necesidades humanas’ que la UNESCO iba a iniciar en Madrás. Me pidió que la acompañara mientras pasaba entre hombres, mujeres, niños y niñas sentados en el suelo que le presentaban sus peticiones en pequeños manuscritos. Al terminar este contacto con su gente –dicen que los leía con detenimiento y procuraba atender las peticiones que le formulaban- mantuve una larga entrevista con ella. Al final, me dijo: ‘Me parece muy interesante la reunión que van a tener y los programas que están desarrollando. Creo que, efectivamente, es el conocimiento el que puede resolver la mayor parte de los problemas. Pero, por favor, envíeme una solución después de la reunión en Madrás porque -excla- mó sonriendo- de diagnósticos, por certeros que sean, voy ya muy sobrada’.
Nunca deberíamos olvidar lo que me dijo Indira Gandhi aquel día. Porque lo que se necesitan, cier- tamente, son soluciones y pasos hacia el diseño del nuevo mundo que anhelamos. Es por eso que el clamor de los jóvenes que estamos empezando a oír es tan importante. Basta ya de palabras, es tiem- po de acción. Es tiempo de soluciones. No más ‘diagnósticos’. Es tiempo de ejecutar sin dilación la Agenda 2030 y los 17 ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) adoptados por las Naciones Unidas en noviembre de 2015 y los Acuerdos de París, el mismo otoño, para luchar contra el cambio climático y los procesos irreversibles que comporta.
Es el momento de dejar de ser espectadores y pasar decididamente a ser actores de nuestra vida y de oír a los científicos y fiarnos de ellos para adaptar nuestro comportamiento cotidiano, nuestro estilo de vida con los medios de transporte adecuados, con fuentes renovables de energía y, sobre todo, con un nuevo concepto de seguridad que reduzca al mínimo los inmensos gastos militares y de armamento, pudiendo hacer las inversiones necesarias para el cuidado de la Tierra y para las grandes prioridades, propias de un desarrollo global sostenible y humano: alimentación, agua, salud, medio ambiente, educación y paz.
El otro mundo posible que anhelamos y merecemos es hoy, todavía, posible. La movilización ciuda- dana debe llenarnos de esperanza. •