FABRIZIO PLESSI, pionero del video arte en Europa, con pabellón propio en la Bienal de Venecia (rehabilitado por La Maison francesa Louis Vuitton) y obra expuesta en más de 130 museos de todo el mundo dirige, fuertemente agarrado a su timón, el destino de La Luz del Llaüt -hasta hace unos días alojada en la Lonja de Palma de Mallorca y comisariada por Pilar Ribal- hacia la exótica Sanghái. Por JULIA HIGUERAS Fotografía ERIK VON FRANKENBERG
Después de un buen madrugón -el fotógrafo y esta periodista nos hemos levantado a las 4 de la mañana- llegamos a la ciudad mecida por las aguas, conocida por ser lugar de refugio de grandes escritores y también por sus gondoleros profesionales que hoy rivalizan con los modernos taxistas d’acqua que, al volante de sus rápidas lanchas, atraviesan las aguas de Venecia con la precisión de un escalpelo al precio de un billete de avión. En la entrada del hotel Hilton Molino Stuky, en Giudecca, nos espera el artista italiano .Su estudio regado por el Gran Canal, queda a solo una manzana de aquí.
Siempre has ido por delante de tu tiempo.
Hoy todo el mundo usa el vídeo, hace vídeo- instalaciones, lo que ves ahora como algo normal hace treinta o cuarenta años -cuando la televisión era en blanco y negro y uno no podía ni imaginar que se iba a convertir en lo que se ha convertido– no lo era. Entonces se pensaba en la pintura abstracta o figurativa, en el acting painting y en el realismo.
Pero tu personalidad de hombre curioso te llevaba a investigar nuevas técnicas, a abrir nuevos caminos…
Sí me gustaba y me sigue gustando dedicar tiempo a investigar aquello que no conozco. Pero me pasa con todo en la vida. Si visito una ciudad, me interesa de ella lo que desconozco, aquello que no está en las guías turísticas, los aspectos emocionales que puede mostrar una ciudad que me es totalmente desconocido. Después de 40 o 50 años de trabajo, he estudiado e investigado sobre muchos objetos, últimamente este objeto es la barca, pero siempre cambio… trabajo dos, tres, cuatro o cinco años con el mismo objeto -soy cíclico trabajando-, y empiezo de nuevo, inspirándome en nuevas emociones, manteniendo la conciencia histórica de mi lenguaje artístico. Un lenguaje que el espectador que lo escucha siente la emoción que yo intento provocar con mi trabajo. Y provocar una emoción es lo más difícil de conseguir pero es el reto continuo del artista.
Transmitir emoción, otra obsesión tuya…
Sí, es una obsesión continua.
Soy un hombre obsesivo (me sonríe) -, necesito trabajar continuamente porque si no lo hago me siento mal conmigo mismo. Tengo esa disciplina, y además, mi trabajo me gusta muchísimo y soy feliz cuando lo hago… Aquí, solo, en este estudio – me señala todo el espacio- siempre me encontrarás con un lápiz en la mano. También cuando viajo -lo hago constantemente-, me siento en la butaca del avión y espero a que éste despegue. Entonces, saco la bandeja y me pongo a dibujar, a diseñar… al lado una copa de champán. Se ríe. En ese momento, soy la persona más feliz del mundo y te aseguro que cuando el avión despega y se eleva, con él lo hace también el pensamiento porque éste se siente más libre en las alturas… Sí, sí, no me mires con extrañeza, muchos de mis grandes proyectos los he diseñado a 10 mil metros de altitud, porque la cabeza, allá arriba, se siente más libre (mueve los brazos de arriba a abajo y vuelve a sonreír).
Le observo mientras sonríe. Es un hombre alegre, de fuerte carácter, con una gran dosis de personalidad bañada de empatía y un sentido común desafectado de soberbia al que no le doblegan ni los apegos ni los halagos y sí los afectos. Sé por su biografía que ya no cumple los setenta, por eso pienso que tiene la edad de sus emociones o la de su corazón y echo mano de una frase de Marcel Proust que dice que ‘nuestro corazón tiene la edad de las personas que uno ama’ y refuerzo de este modo mis impresiones – que luego él confirma- sobre este italiano universal.
‘Tengo la fortuna de haber encontrado una mujer fantástica, Carla, que me ha dado dos hijos, Rocco (estudia Diseño Tecnológico en Inglaterra) y Maríasole. Entre los dos hemos formado una familia sólida y esta tranquilidad con la que ella me arropa me ayuda a dedicarme de lleno a mis proyectos, a trabajar, a crear. Carla lo resuelve todo y me soporta –bromea-, y lo digo desde mi realidad humilde porque soportarme a mí es muchas veces una tarea imposible’.
Y volvemos a las alturas. Allá arriba, en el cielo, Plessi se libera de la presión de lo cotidiano y se siente como un pájaro. Todo lo que diseña entre las nubes, lo guarda abajo, una vez ya en la tierra, dentro de un cajón. ‘En este espacio – abre aleatoriamente uno de los muchos cajones de un gran mueble de madera que hay en el estudio y me enseña el interior repleto de proyectos- dejo que cada proyecto mío duerma su propio sueño. Pienso que mientras uno duerme, las ideas crecen y lo mismo le sucede a los proyectos que guardo en los cajones del estudio.
Cuando los recupero de su sueño están mucho más llenos de energía que cuando los metí ahí años atrás. Es una idea muy poética, puede ser incluso una metáfora, pero soy un hombre que vive a través de sus emociones, amo un tipo de arte que no pertenece a este tiempo, el arte que se hace ahora no lo comprendo , y aunque lo intento con ahínco, no poseo el código que necesito para poder descifrarlo, para empaparme de él. No quiero entrar en polémica con el arte actual, soy una persona respetuosa, pero lo que veo hoy en los museos, en un porcentaje muy elevado, ya lo he visto antes. Mi arte intenta representar un mundo mucho más grandioso, heroico, fuerte, a mí me gustan –por citar a alguien- Pina Bausch o Buisson, los dos son artistas de verdad.
‘HAY QUE ENSEÑAR A CREAR CON FELICIDAD, SIN SUFRIMIENTO. ESTA ES MI FILOSOFÍA DE CREACIÓN’
Puede, continúa, que sean cosas de un hombre de mi edad que está acostumbrado a otras conductas, a otros valores que no se corresponden con los que existen hoy. Es importante que lo diga porque yo sigo trabajando con una fuerza y un entusiasmo enormes. Dentro de mi cabeza soy un hombre de 40 años, máximo –añade riendo-. Todos sabemos que hay dos edades: la biológica y la mental a la que hay que añadirle una gran ventaja: ahora invierto 20 veces menos tiempo en hacer un gran proyecto que hace 30 años, y soy infinitamente más rápido que entonces’. El estudio de este artista, nacido en Reggio Emila y obsesionado, como no, desde niño con estudiar Bellas Artes en Venecia -ciudad en la que vive desde los 17 años- se asemeja a un laboratorio.
Los techos altos, las paredes y los muebles blancos, la librería hasta el techo cargada de libros que se mezclan con muchos de los más de 300 catálogos de sus exposiciones y que están editados de manera exquisita en diferentes tamaños y colores. Es Plessi, de pie y a mi lado, quien me explica de manera pausada, paciente, toda una vida, la suya, dedicada enteramente al trabajo. En las mesas, en medio de este gran espacio, reposan solo ‘los escogidos’ arropando este ambiente pulcro, escrupuloso, de orden milimétrico. ‘Son dos los momentos más bonitos de mi vida, el primero llega cuando suena el teléfono y al otro lado me proponen participar con una gran muestra de mi trabajo, el segundo al ver el espacio que va a cobijar mi obra. Una vez allí, me pregunto: A ver, Plessi, ¿Tú que quieres hacer aquí? Parto de cero, tengo que inventarme algo nuevo, un tema que alojar en ese espacio que siempre es fantástico.
Tener una visión del espacio no codificada abre la mente…
Es mi filosofía, vivo en una gran naturaleza. Cuando era profesor en la Universidad alemana le decía a mis alumnos que había que crear con felicidad, sin sufrimiento, porque el arte se acostumbra a vivir como un peso, como una fatiga, como si hubiera que sufrir para poder crear y yo no estaba de acuerdo con esa filosofía de la creación. Le decía a mis alumnos: sed felices, alegres, disfrutad creando, pensando, profundizando, y les preguntaba ¿ dónde creéis que está la profundidad? Pues siempre en la superficie. Digamos que, cuando eres un verdadero artista, cuando tienes potencia creadora, tu propio lenguaje, tu propia fuerza expresiva hace que seas feliz mientras trabajas.
¿Cuál ha sido tu proyecto más difícil, más costoso…?
He tenido la suerte de que muchas personas, desde el principio de mi carrera, han amado mi trabajo y me han apoyado. Es cierto que tengo grandes enemigos en el mundo del arte, detractores de mi obra, y como todos los artistas -no soy una excepción- también tengo grandes seguidores que me han empujado a seguir adelante con mis proyectos. Siempre digo que nunca he querido ser ni rico ni famoso, solo que mi obra se exponga en museos de todo el mundo y esto lo he conseguido. Tengo mi obra expuesta en 130 de ellos.
Después de hacer este repaso de tu vida, 50 años de trabajo, ¿cómo te sientes?
(Sigue repasando en voz alta) 540 exposiciones, 130 en museos… 6000 metros cuadrados en la Exposición de Berlín, esta fue una época increíble de mi vida, su recuerdo aún me emociona. ¿Cómo me voy a sentir? Soy un hombre con suerte.
Y en abril se inaugura tu museo, vas a tener tu propio museo, el sueño de cualquier artista… Este museo tiene una anécdota muy graciosa que quiero compartir contigo. Estaba trabajando aquí, en el estudio, tranquilamente, cuando sonó el teléfono. Lo cogí y al otro lado de la línea una voz masculina me dijo: ‘Mire, Plessi, tenemos una sorpresa para usted’, a lo que respondí: Oiga a mí no me gustan las sorpresas y menos a mi edad. Perdóneme usted pero estoy trabajando, va bene? Y pensaba para mis adentros: ‘Fabrizio ahora te vienen con sorpresas, ¡lo que te faltaba!’. Al otro lado la voz masculina seguía hablando, insistiendo: ‘Plessi, deje que le mandemos un coche mañana a recogerle y le llevará a un sitio que no le va a defraudar’. Insistió tanto que cedí. A la mañana siguiente me subí a una limusina que vino a buscarme y varias horas de coche más tarde llegamos al lugar de la sorpresa, me abrieron la puerta y me dijeron: La frase mágica para cualquier artista: ‘Plessi, aquí tiene usted su museo…’.
Supongo, que te quedarías con la boca abierta.
(Me mira fijamente, jocoso). Sí, sí, supones muy bien. Pensé: seguro que voy a tener que pagármelo yo, ( y nos reímos los dos durante un rato ). Después me explicaron que eso no iba a ser así y que habían pensado en hacer este museo dentro de la autopista que está en la frontera de Italia con Austria porque será la primera gran autopista cultural del mundo… Y me pareció una idea fantástica. Han comprado una gran escultura que hice para la Exposición Universal de Hannover del año 2000 y mucha otra obra mía. Sinceramente fue un momento de una emoción indescriptible.
‘PROVOCAR UNA EMOCIÓN ES LO MÁS DIFÍCIL DE CONSEGUIR PERO ES EL RETO CONTINUO DEL ARTISTA’
Está previsto que se inaugure en primavera.
Sí, esa es la idea. Lo primero que vas a ver al entrar en Italia por esta autopista es el museo. En primavera sobresaldrá – está hecho de piedra y hierro- entre montañas verdes, y en invierno lo hará envuelto en nieve. Me han ofrecido la posibilidad de intervenir en el proyecto de creación del edificio y lo estoy haciendo.
Pues la sorpresa de marras se convirtió en un magnífico regalo para ti.
Este es un gran momento del que, además, no quiero hablar demasiado, ya sabes, manías de artista, por si luego las cosas se complican. Tenía pensado hacer una fundación pero desde que sé lo del museo voy a donar todo lo que tengo aquí –señala distintas piezas- para que ellos se ocupen de mi obra.
En España decimos: a caballo regalado no le mires el diente. ¿Alguna pega?
Por ponerle alguna – me guiña un ojo- me hubiera gustado que el museo estuviera al lado de Venecia pero estará a 400 km de aquí…
Le llama por teléfono su editor y aprovecho para asomarme a la ventana, corrijo, al enorme ventanal que me regala – esta vez el regalo es para mí- una vista maravillosa, desde la perspectiva que ofrece el Gran Canal de Venecia. Hace un día frío regado por un sol que lo baña todo: miles de años de historias, aislamientos, decadencias y renacimientos de ida y vuelta. Plessi acaba la conversación y se acerca a mi lado para seguir nuestra charla matizada por la luz que entra desparramada por el cristal. ‘Mi obra es agua y se convirtió, desde el principio de mi carrera, en el verdadero motor de mi vida artística’, me dice y le pregunto por su relación con ‘La Maison’ Louis Vuitton que tanto ha apoyado y patrocinado muchas de sus creaciones, y le pregunto esto porque me choca que habiendo tantas marcas italianas haya sido una francesa quien haya apostado tanto por él y por su obra. Se mesa el pelo lacio, antes negro, hoy blanco, largo hasta los hombros y me responde:
Hace muchos años, y con motivo de la Bienal, tenía una gran instalación en la Plaza de San Marcos. Yves Carcelle, presidente de Louis Vuitton, fue a verla y le gustó mucho. Comentó que iba a contactarme, tenía la intención de conocerme personalmente y un año y medio después, lo hizo. Me llamó y quedamos para vernos. Entre los dos hubo una gran conexión, teníamos intereses culturales comunes. La idea del viaje, de la aventura está muy ligada a la marca y al igual que Louis Vuitton soy un gran aventurero, un viajero incansable. ¿Por qué yo?, quizás porque expreso el arte de forma diferente o porque soy un navegador solitario que va agarrado a su timón en el mar del arte. El mar del arte es siempre un mar en tempestad y ahora estoy cogido fuertemente a mi timón, me siento muy seguro porque sé perfectamente adonde voy… Esta idea del mar, del viaje, de la aventura, está muy ligada a Vuitton. En la bienal de Venecia soy el único artista italiano que tiene un pabellón (1000 metros cuadrados) para él solo, un pabellón que ha rehabilitado Vuitton siempre fiel a los valores de transmisión cultural y protección de la historia y tradición artística locales, en su apuesta por apoyar el arte. No es ningún esponsor, son personas que llevan años de relación con mi trabajo, he diseñado muchas cosas para ellos como esta bolsa – y señala la bolsa-lámpara que está sobre la mesa y de la que el periódico New York Times dijo que era la mejor bolsa que se había hecho de la marca, que contiene la tecnología televisiva, que es la bolsa, con un logo en movimiento) o me recuerda la exposición que acaba de hacer:
La luz del LLaüz en la restaurada Lonja de Palma de Mallorca – su segunda ciudad- 14 barcas tradicionales mallorquinas realizadas artesanalmente en madera, los históricos ‘llaüts’ que se encontraban abandonadas en diferentes partes de la isla y las ha reconvertido en peculiares conchas de luz azulada que reproducen el sonido del mar. Exposición que navegará por otros mares alejados del Mediterráneo – El Gobierno balear desestimó albergarla de manera permanente en las entrañas de la Lonja- que la llevarán, de momento, al Mar del Este en su encuentro con el río Yangtsé, en la exótica Shanghái.
‘DENTRO DE MI CABEZA SOY UN HOMBRE DE 40 AÑOS, MÁXIMO – SE RÍE- TODOS SABEMOS QUE HAY DOS EDADES: LA BIOLÓGICA Y LA MENTAL’
¿Qué esta pasando?, acaso el arte ya no interesa…
Desgraciadamente, a la gente el arte le interesa cada vez menos, solo interesa para hacer negocio. No podemos pensar que Christie’s o Sotheby’s tienen interés por el arte, lo único que les interesa del arte es la transacción financiera que pueden obtener como si tener cuadro fuera igual que tener acciones en el banco.
Tú que has sido tan vanguardista, que tienes esa capacidad para ver más allá ¿cómo ves la situación? ¿Qué está pasando?
El mundo del arte ha cambiado completamente. Tiene un escenario diferente que no se parece en nada a lo que estábamos acostumbrados. Desde hace unos diez años, el arte no está en manos de la creatividad ni en manos de la poesía: está en manos del business, en manos de la banca, de las casas de subastas de arte. Por primera vez el mundo del arte ha dejado de ser un mundo libre, y es de regular credibilidad. Vivimos en un mundo menos poético, menos ingenuo en el que solo se habla del valor económico de las cosas no del valor artístico, es una especie de mercado que no se corresponde con la realidad.
Se ha mercantilizado toda la sociedad, ¿qué podemos hacer para que eso cambie?
Cuando doy una conferencia siempre acabo con una frase: Amad el arte, defendedlo siempre porque el arte es la única cosa que puede salvarte la vida. Incluso hasta ahora que estamos viviendo una situación convulsa. No me gusta la crisis pero es una purificación de las situaciones. Vivimos una época decadente, comparable a la caída del Imperio Romano, con esa sensación de desastre continuo. En esa época antigua se permitía todo, los modales daban igual, no había nada verdadero, todo conducía a la decadencia, como así fue… y nosotros hemos vivido una época verdaderamente decadente. Esta dosis de crisis nos llevará a todos – ya está sucediendo- a volver a hablar de valores; seremos todos mucho más pobres, irremediablemente, sí, pero la crisis pasará y nos habrá cambiado a todos la vida, para bien. •