
ISABEL LÓPEZ-RIVADULLA SÁNDEZ
Directora de Comunicación y Marketing en la Fundación Signus Ecovalor
Los premios optimistas comprometidos cumplen diez años y en estos diez años, si echamos la vista atrás, han ocurrido cosas importantes. Es curioso como, por un lado, parece que el tiempo pasa volando y no nos da tiempo a nada, y por otro, en un periodo no muy largo, el mundo ha cambiado en algunas cosas.
Es cierto que han sucedido cosas negativas, pero como somos personas optimistas y comprometidas, vamos a centrarnos en lo bueno que nos ha pasado, porque en estos diez años se han logrado importantes avances en medicina y salud, entre ellos, el desarrollo de terapias génicas revolucionarias para tratar enfermedades hereditarias, como la terapia ‘CAR-T’ para ciertos tipos de cáncer. Además, se han desarrollado vacunas altamente efectivas contra enfermedades como el ébola y por supuesto, y en tiempo récord, la vacuna contra la COVID-19. Pero ha habido otros aspectos relativos a nuestra forma de vida donde también ha habido cambios, como lo es el notable crecimiento en el uso de energías renovables en todo el mundo. La capacidad instalada de energía eólica y solar ha aumentado significativamente, y varios países han establecido objetivos ambiciosos para la reducción de emisiones y la transición hacia fuentes de energía más limpias.
Se han alcanzado importantes acuerdos internacionales para abordar problemas globales, como el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático en 2015, que estableció un marco para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Además, en 2020, se firmó el Acuerdo de Escazú, un tratado regional pionero para la protección del medio ambiente en Sudamérica. Es destacable que, en los últimos años, ha habido un creciente reconocimiento de la importancia de la sostenibilidad y la conservación del medio ambiente lo que se refleja en el aumento de la conciencia pública sobre temas como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el desaprovechamiento de materiales lo que supuesto la adopción de prácticas más sostenibles en diversos sectores.
También se han registrado avances significativos en la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en todo el mundo. Esto incluye la adopción de leyes y políticas para combatir la discriminación de género, así como la ampliación del acceso a la educación y oportunidades económicas para las mujeres y niñas. Otro hecho positivo que nos invita al optimismo es que, según datos del Banco Mundial, en 2014 se registró una disminución significativa en la tasa de pobreza extrema a nivel mundial.
Este progreso se atribuyó a varios factores, incluido el crecimiento económico en países en desarrollo, el aumento de la inversión en salud y educación, y los esfuerzos de desarrollo liderados por gobiernos y organizaciones internacionales.
En tecnología, también ha habido importantes avances tecnológicos, entre ellos, el desarrollo y la popularización de la inteligencia artificial, el Internet de las cosas (IoT), la computación cuántica y la conducción autónoma, lo que está poco a poco transformando la manera en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. Quizás no debemos perder la perspectiva y antes de dejar en manos de todos herramientas tan potentes como éstas, deberíamos analizar las posibles consecuencias e intentar adivinar, con la experiencia que ya tenemos con el uso desmedido de las redes sociales, cuáles pueden ser las consecuencias desde el punto de vista sociológico y humanista. Serán herramientas que nos vendrán a facilitar la vida y a permitirnos disfrutar más de ella o por el contrario serán herramientas que destruyan las herramientas que tenemos para poder tener una buena calidad de vida. Vamos a pensar de forma optimista.
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