‘EL VERDADERO POTENCIAL DE LA ESPECIE HUMANA ESTÁ EN SU CAPACIDAD CULTURAL, MÁS QUE EN SU INTELIGENCIA’
Mirar al pasado y ver qué nos diferencia de nuestros parientes más próximos nos ha ayudado a entender al ser humano y sus características actuales. Juan Ignacio Pérez Iglesias ha publicado recientemente el libro Primates al Este del Edén, con una nueva perspectiva: nuestra estrategia de vida ‘prudente’ nos convirtió en una especie exitosa.
Por EVA RODRÍGUEZ / SINC
¿Cuáles son los aspectos que nos hicieron ser como somos?
Siempre hay factores que actúan como presiones selectivas de las que urgen características que confieren una mejor aptitud en términos darwinianos. Son muy diversas, porque algunas son del entorno físico o bien por razones climáticas, geográficas o paisajísticas. A veces es el propio grupo al que se pertenece el que se constituye en presión selectiva.
La alimentación es otro tema clave. ¿Cómo influyó este comportamiento o el hecho de que se empezara a cocinar?
Nuestros antepasados se supone que eran consumidores eminentemente de fruta, como los chimpancés, con consumo escaso de carne. Al cambiar la disponibilidad de alimentos de forma gradual, lo que ocurre es que también lo hace la dieta humana. Aumenta la proporción de carne y también, por ejemplo, de semillas o tubérculos, por el tipo de hábitat.
¿Qué transformaciones fisiológicas implicó este cambio de dieta?
Esto es muy espectacular si lo pensamos. No somos conscientes de hasta qué punto es diferente el intestino del sistema digestivo de un herbívoro del de un carnívoro. En perros, lobos o leones es muy pequeño, comparado con algunos herbívoros, que es muy grande y complejo. El cambio del modo de alimentación conlleva lo contrario. El tamaño digestivo disminuye y el tiempo que se dedica, también. Además, es un órgano muy caro energéticamente y así se libera energía para otros fines, como para hacer crecer un encéfalo más grande.
Y respecto a la longevidad, ¿por qué era superior la nuestra a la de los neandertales y demás homínidos de la especie humana?
Es uno de esos rasgos de la estrategia de vida de una especie. Normalmente se asocia con estrategias prudentes, una edad tardía de reproducción, en la que es importante el aprendizaje y se tienen muy pocas crías. Se procura que la descendencia crezca hasta que madura. En cambio, en las especies con muchas crías, lógicamente, los padres no se ocupan de todas. Estos son rasgos que caracterizan a las especies y que tienen que ver con las circunstancias en las que unos y otros evolucionan. Esta estrategia ha sido ventajosa en general para los primates y en especial para los seres humanos. También está relacionada con tener un encéfalo grande y reservas de grasa.
Me llama la atención su referencia en su libro al peligro de no actuar colectivamente. ¿Cuándo no lo hemos hecho, siempre nos ha ido mal?
Es una reflexión particular. Somos tan hipercooperativos que en una sociedad cada vez más individualista, ¿no estamos poniendo en riesgo un bien muy valioso y lo que se deriva de ello? Quizá el descenso en la natalidad de los países desarrollados tiene que ver con una percepción de falta de apoyo por parte del grupo. Es una especulación salvaje, pero a mí me ha dado mucho que pensar.
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