INDIFERENCIA EN EL CORAZÓN HUMANO
La vida de los niños ya era dura en la Franja de Gaza antes de que Hamás decidiera entrar en territorio israelí y asesinar a 1200 personas y secuestrar a otras 240. En ese momento aterrador y dramático para israelíes y palestinos, la vida de ese territorio olvidado y ninguneado se convirtió en una especie de mota de polvo en el desierto de la indiferencia, donde la supervivencia infantil se ha visto abrazada y amordazada por la palabra escasez en su más amplio significado.
Por JULIA HIGUERAS Fotografía UNICEF
Escribo esta entrevista justo el día en el que se cumplen seis meses del siete de octubre, día en que Hamas desató el horror matando a 1200 personas, incluidos mujeres y niños que fueron asesinados a sangre fría. La ofensiva israelí en Gaza, en respuesta a este atentado, ha supuesto la muerte a 33000 personas de los que más de la mitad son mujeres y niños.
Además, el bloqueo israelí a la entrada de ayuda humanitaria ha sumido a Gaza en la hambruna, sobre todo, en la zona norte del enclave palestino. Un convoy de tres vehículos de la fundación World Central Kitchen (WCK), fundada por el chef español José Andrés, ha sido atacado días antes. En este ataque murieron siete personas, todos trabajadores de esta ONG que reparte alimentos en la Franja. Los tres vehículos que componían el convoy estaban claramente marcados en el techo y la parte delantera con el nombre WCK, y el ejército israelí había sido informado del recorrido y de la hora a la que saldría el convoy.
Todo está en ruinas.
Este conflicto ha dejado casas, escuelas y hospitales destruidos, al igual que maestros, médicos y trabajadores humanitarios asesinados. El nivel de destrucción y la velocidad con la que avanza es impactante, y la necesidad de un alto el fuego en la Franja es imperativo. Los israelíes han salido a las calles a protestar en masa contra Netanyahu y también para que los rehenes que todavía siguen retenidos, entre los que se encuentran mujeres y niños, sean liberados de una vez por todas.
Desde todos los rincones se pide un alto el fuego para poder hacer llegar la ayuda humanitaria. Un alto el fuego que, de momento, no ha llegado, pero se desea que llegue pronto. Mas de 180 días de angustia. Días de escasez de agua, alimentos, medicinas, tratamientos; escasez de alegría, de futuro; escasez de amor, de compasión, de empatía; escasez de libertad, de libertad de expresión y libertad de prensa. Escasez enorme de perdón. Escasez y abundancia. ¡Qué paradoja! Abundancia de miedo, odio, rencor, violencia; abundancia de dolor, de pérdida; abundancia de lágrimas, de incomprensión, de resentimiento e indiferencia. Abundancia de todo aquello que debería ser escaso y escasez de todo aquello que debería ser abundante.
Pero Gaza y sus circunstancias no son un ejemplo aislado de lo que sucede en demasiados puntos calientes del planeta. A algunos sí podemos señalarlos con el dedo índice y hacerlo con precisión geográfica y a los restantes aún no sabemos ni cómo ubicarlos en el mapa. A pesar de la distancia entre ellos, el dolor no varía, y, la soledad, tampoco.
GAZA
‘En algún momento brotó un poco de esperanza cuando hubo la tregua a finales de noviembre, una tregua muy corta, de diez días, pero la gente tuvo la oportunidad de ir a ver a sus familiares, de ir a sus casas, entró asistencia humanitaria y camiones comerciales’
Hablo por Zoom con Laura Bill días atrás. Ella es la representante adjunta de Unicef Palestina y detalla que la situación en la Franja de Gaza es de una gran tensión: ‘El 50 por ciento de la población civil de la Franja son niños’ nos dice, ‘y están viviendo en condiciones muy complicadas. Dar cifras -continúa- es difícil, porque no podemos verificarlas y hay que tener en cuenta que esta guerra es también de comunicación, pero sí que podemos apuntar que, alrededor de 30000 personas han muerto y más del 70 por ciento de los fallecidos son mujeres y niños, y que también hay más de 70000 heridos. Al principio, el Ministerio Palestino de Salud tenía contacto con los hospitales y lograba obtener datos bastante fiables, pero ya no’.
Cuando tuve esta conversación con Laura Bill, a mediados de marzo, todavía no se había acordado el alto el fuego y no se sabía si los israelíes iban a invadir la parte sur de la Franja de Gaza. ‘En Rafah no hay manera de salir, solo si pagas una buena cantidad de dinero puedes hacerlo por el lado egipcio. Este lugar es una ratonera y las cosas, desde el pasado mes de octubre, van empeorando día tras día. Ahora, el sistema de salud está prácticamente destruido y hay muchos problemas de comunicación. En este momento y dada la situación, no hay forma de verificar si los datos son o no fiables’.
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Mirando hacia adelante con esperanza
La situación para Laura Bill es cada día un poco peor que el anterior. ‘En algún momento, sobre todo cuando hubo la tregua a finales de noviembre, brotó un poco de esperanza. Fue una tregua muy corta, de diez días, pero la gente tuvo la oportunidad de ir a ver a sus familiares, ir a sus casas, y pudieron entrar la asistencia humanitaria y los camiones comerciales’.
Febrero fue el lado opuesto de esta historia, y con diferencia, el mes con menos entradas de camiones. Las misiones fueron bloqueadas y aunque estaban aprobadas, porque existe un sistema de aprobación anticipada, al llegar a los ‘checkpoints’ no dejaban pasar a los camiones. Durante un mes no hubo misiones en el norte, porque todas las que se intentaron fueron rechazadas, o cuando llegaron a los camiones a los ‘checkpoints’ no los dejaron pasar.
La situación en el norte es supercrítica. Unicef, junto con otros socios en la zona, hizo un análisis de la situación nutricional en la Franja de Gaza. Un análisis que tiene fecha de diciembre- enero, y donde se ha confirmado que, el 90 por ciento de los niños de menos de dos años y las mujeres embarazadas, están en una situación de inseguridad alimentaria severa.
Muchos de los hospitales no funcionan, los puestos de salud tampoco. Y no hay acceso a agua limpia. Antes de que esta situación se produjera, un 80 por ciento de la población sí tenía acceso. Hoy, una persona solo dispone de un litro o dos de agua al día, que es muy poco, y este agua, además, no es potable. Producir agua potable se ha convertido en una misión imposible y esto repercute en la nutrición de los niños.
Los niños no van al colegio desde octubre.
Los niños van a perder un año académico, además del trauma que esto les está generando. Antes había habido otras escaladas, otras hostilidades, pero esto… Hay que saber que un niño de diez años en Gaza ha pasado por cinco tipos de escaladas u hostilidades diferentes, y que, en este momento, está atravesando por la que sería su quinta escalada. Los niños no tienen recursos psicológicos para salir de un trauma y enlazar con otro. Y es muy difícil, aunque se les esté tratando con programas de apoyo psicosocial, que lo superen, porque vuelven a caer en el trauma y nunca acaban de salir de esa rueda. Y esta es la peor escalada por la que han tenido que pasar los niños palestinos hasta ahora.
¿Qué estrategia tenéis ahora en la zona? ¿Qué objetivos? Dado que al norte es difícil, bueno, imposible llegar. Al menos, en la zona sur habéis podido trabajar.
Hemos tenido que cambiar los planes de forma continuada, porque aquí la situación cambia día a día. Promovemos la entrega de agua y comida, tenemos un programa de saneamiento, porque el tema de la higiene es fundamental, como lo es también el programa de salud materno-infantil. Tuvimos un programa activo muy pequeño de desnutrición en Palestina porque apenas había y, si los había, eran casos aislados. Ahora hemos tenido que montar un programa grande.
El nivel de inseguridad alimentaria es tan alto y tan severo que las mujeres que acaban de tener hijos, debido al trauma por el que están pasando, no tienen leche y no pueden amamantar a sus bebés. Como recurso, les dan agua y es entonces cuando sus hijos enferman.
Después, una vez están enfermos, son mucho más débiles y difíciles de curar.
Hemos creado un programa de nutrición y otro de apoyo psicosocial para niños, para apoyarlos y acompañarlos en este duro proceso que están viviendo. Además, les entregamos ropa, porque, claro, la gente se ha ido de sus casas sin nada, con lo puesto. La mayoría de la gente de Gaza ha sido desplazada más de cuatro o cinco veces, así que, cada vez que se desplazan, tienen menos.
Laura, en estos desplazamientos hay niños que se pierden.
Sí, hay niños que se pierden y también hemos visto, en bombardeos muy intensos, como los niños son los únicos que sobreviven y llegan a los hospitales heridos y solos, sin familia. Algunos son muy pequeños, no saben sus nombres o no pueden hablar porque son bebés.
Es una sociedad rota.
Cuando entré en la Franja en febrero, la gente estaba bastante positiva. Se hablaba de una tregua que, todavía a día de hoy, se está negociando. Ningún sitio en Gaza es seguro.
Nadie pensaba que duraría tanto tiempo.
Nosotros desde luego que no.
En la escalada de 2021 estuve aquí, en la de 2022, que duró cinco días, también, y en la del año pasado… Sabíamos que ésta iba a durar, nunca antes había sucedido que Hamás entrara en zona israelí para matar a tanta gente y que tomara como rehenes a tantas personas.
Lo cierto, es que están muriendo muchas personas por los bombardeos y ya han empezado a morir de hambre y de enfermedades.