Todo comenzó con un viaje a Etiopía. El actor australiano Hugh Jackman volvió con una misión: usar su voz como herramienta para apoyar a las comunidades africanas.
Fundó este proyecto junto a David y Barry Steingard con el objetivo de que emprendedores de todo el mundo desarrollen sus ideas, ayudando a su vez a la sociedad. ¿Su lema? ‘ALL BE HAPPY’.
Por Aránzazu Vázquez
Fotografía Laughing Man
“No es nuestra historia lo que queremos contar.
Lo que pretendemos mostrar es cómo tú y yo hicimos el esfuerzo necesario para dar a las personas una oportunidad de libertad, dignidad, sustento y, por supuesto, de reírse’.
Así comienza David Steingard, CEO de la organización, a describir el proyecto.
Una idea que nació hace ya unos años de la mano de él mismo, de Barry Steingard y del conocido actor australiano Hugh Jackman.
“Necesitamos transformar la forma en la que funciona el capitalismo.”
Alrededor de todo el mundo Laughing Man da el apoyo necesario a aquellos emprendedores que quieran crear y desarrollar sus ideas, a cambio de que ellos devuelvan ese favor a la humanidad.
De esta forma, Laughing Man recibe una parte pactada de los beneficios del negocio creado.
El cien por cien de los ingresos que consigue la organización van dest-nados a educación, desarrollo comunitario y al impulso de nuevas empresas o proyectos.
‘No creo que importe si eres una celebridad o no. Todos queremos colaborar de la manera más eficaz y práctica en el trabajo, en la comunidad o en casa’, explica el actor.
Jackman revela que, tras un viaje a Etiopía, volvió con la promesa de usar su voz en nombre de las comunidades más necesitadas ya que esa es la herramienta ‘más poderosa’ que tiene.
‘Después de hablar con Naciones Unidas me di cuenta de que era hora de pasar a la acción.
No sirve solo discutir sobre ello o consumir café de Comercio Justo, hay que entrar en el mercado para provocar el cambio desde dentro’, afirma Jackman.
De esta forma, Laughing Man pone de relieve aquellas historias de emprendedores dispuestos a ayudar a los demás, compartiendo su éxito con espíritu e ingenio.
UNA PALABRA: EL CAFÉ
Coffe & Tea es la primera empresa que funciona bajo este modelo.
El cincuenta por ciento de sus beneficios van a parar a Laughing Man para que ellos puedan seguir promoviendo su labor.
Cada día, el equipo trabaja duro para construir una gran compañía para sus clientes y poder mantener así las puertas abiertas para que otros se unan. ‘Cada día es un terreno inexplorado’, explica Steingard, ‘pero si conseguimos consolidarnos como empresa de confianza y respeto, podremos mantener la puerta abierta para que entren otros proyectos’.
‘¿Qué decisiones acertadas pueden tomar las familias que repercutan, por ejemplo, en El Congo?
Una palabra: el café’, explica Jackman. ‘Estoy seguro de que a la gente le interesará saber que, si bien es cierto que El Congo es uno de los lugares más pobres del planeta, las cosas están cambiando.
Y es el café el que está jugando un papel muy importante en esta transformación’, sentencia el actor.
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Hace unos once años, un grupo de agricultores de la zona de Kivu, supervivientes de los llamados ‘años de conflicto’, se unieron para cultivar café.
Este grupo emprendedor de pequeños agricultores se llamaron a sí mismos ‘Sopacdi’.
El colectivo se compone actual-mente de 5.600 profesionales, en el que el 20 por ciento son mujeres que perdieron a sus maridos en la guerra. Para poder ayudar aún más a estas familias de madres solteras, los miembros femeninos de Sopacdi reciben un sobreprecio por el café entregado a la cooperativa.
Fue Newman Own’s, la marca filantrópica de alimentación del fallecido actor Paul Newman, quien sirvió de inspiración a Jackman para crear su proyecto.
El éxito de Newman le sugirió un nuevo tipo de modelo de negocio que abordara temas como la pobreza global.
La diferencia entre una y otra es que Laughing Man evolucionó a partir de una relación espe-cífica con un único productor de café.
‘En 2010 decidí invertir en el Comercio Justo de los cultivadores de café de Sopacdi.
Estamos en un momento en el que es más importante que nunca que las mujeres y madres de familia puedan conseguir independencia económica. De esta forma le dejaremos un mundo mejor a nuestros hijos’, expresa el actor.
En Etiopía, por ejemplo, Laughing Man trabaja con inversiones en biocombustibles que evitan la deforestación impulsada por la demanda de leña, y, a su vez aumentan el rendimiento de las pequeñas fincas de café.
El actor australiano no es el primero que se ha preguntado si el viejo modelo de negocio se puede mejorar.
Nos encontramos en medio de una nueva generación de emprendedores sociales que buscan hacer una filantropía relevante.
‘Mientras que la filantropía tradicional sigue siendo importante, necesitamos transformar la forma en que funciona el capitalismo’, afirma Jackman.
‘Tenemos que hacer que esto ocurra o nunca seremos felices’.
Sin embargo, este fenómeno es global y no es exclusivo del Congo.
Las madres pueden y van a cambiar la forma de hacer negocios, de vivir y de tratar a los demás. Es por eso que organizaciones como la ONU estén poniendo cada vez más énfasis en el apoyo a las mamás.
ALL BE HAPPY
La visión de Laughing Man es simple:
Que todos sean felices, que todos estén libres de enfermedades, que todos tengan bienestar y que nadie sufra miseria de ningún tipo.
‘Me siento muy honrado de formar parte de este movimiento All be happy’, sostiene Steingard.
JACKMAN revela que, tras un viaje a Etiopía, volvió con la promesa de usar su voz en nombre de las comunidades más necesitadas ya que esa es la herramienta ‘más poderosa’ que tiene.
All be happy es una declaración profunda que, según los fundadores de la organización, utilizan mucho:
‘Lo bueno es que, cada vez que lo escuchamos, tenemos una nueva oportu-nidad para entender el efecto que este lema provoca’. •