Amor por el graffiti, el color y la vida. Te presentamos a un artista de cinco cabezas, diez manos y un solo corazón. Sus obras pretenden transformar los espacios y las personas, robar sonrisas en la calle. Son el colectivo de artistas Boa Mistura: el arte capaz de cambiar el mundo.
Por JAIME RAMOS Y MARTA RODRÍGUEZ
Fotografía BOA MISTURA Y LUIS SÁNCHEZ ALBA
El primer graffiti de Juan, licenciado en Bellas Artes, fue su propio pseudónimo, Derko, en tonos azules. A Pablo, ilustrador, le dio por pintar caras y firmaba como Purone. El otro Pablo, diseñador gráfico, eligió Arkoh y Rubén, ingeniero, firmaba como Rdick. Por su parte, Javier, arquitecto, se hizo llamar Pahg. Esto ocurría a finales de los noventa en el barrio madrileño de la Alameda de Osuna. Estudiaban en el instituto y quedaban todos los domingos para, como ellos dicen, ‘hacerse un mural’. Pintar paredes era su forma de relacionarse. A finales de 2001 estos cinco apasionados por el graffiti decidieron unir fuerzas y crear un estudio propio. Boa Mistura (www.boamistura.com) fue el nombre escogido. Hoy sus trabajos están repartidos por todo el mundo. Ciudades como Berlín, Sao Paulo o Ciudad del Cabo sienten el orgullo de lucir ‘arte boa mistura’ en sus calles.
Durante estos once años, este colectivo de artistas urbanos no han dejado de dar rienda suelta a su talento. Desde la creación de obras más polémicas, potenciando siempre la denuncia en positivo, pasando por murales como el pintado frente a los restos del viejo muro de Berlín homenaje al diálogo y entendimiento (con motivo del 20º aniversario de su caída), el objetivo de estos cinco artistas siempre ha sido mejorar los espacios que escogen o les otorgan. Han participado en exposiciones en centros de arte como el Museo Nacional Reina Sofía o la Casa Encendida, realizado proyectos para marcas como Google, Microsoft, Sony Music o Adidas. Han sido nominados al Grammy Latino 2010 en la candidatura Mejor Diseño de Empaque. Pero si algún titular los ha situado en las páginas de los periódicos internacionales ha sido este: El arte capaz de cambiar el mundo.
NADA ES CASUAL
Como todo lo que les ha pasado a los chicos de Boa Mistura desde sus inicios, el proyecto Diamond Inside -en Sudáfrica- les llegó por casualidad. O no por casualidad sino por causalidad. Estaban predestinados a ello. Cuando los conoces, como nosotros hemos tenido el placer, te das cuenta de que todo lo que tocan se convierte en mágico. Ejemplo de ello fue el primer encuentro que tuvimos después de una llamada de teléfono y una conversación de cinco minutos con Juan. ‘Queremos conoceros, queremos que estéis en Anoche tuve un Sueño. ¿Nos tomamos una cerveza?’. Al día siguiente una jarra de litro helada recién tirada al mejor estilo madrileño nos recibía en el estudio de la calle San Hermenegildo (en el barrio de Malasaña) para empezar una conversación que ha derivado en este reportaje.
Lo mismo ocurrió con Sudáfrica. Una amiga conoció a Ricky Lee Gordon, un galerista sudafricano (galería A Word of Art) que ya había oído hablar de ellos y acabo invitándolos a hacer algún proyecto en Ciudad del Cabo. Durante un mes el equipo de Boa Mistura realizó intervenciones en las calles del centro de la ciudad, en el emergente barrio de Woodstock, y en el township (zona de chabolas) de Khayelistha. ‘Inspirados por el rápido proceso de cambio que está viviendo el país, la positiva huella de Mandela y la actitud constructiva de la mayor parte de la población, concebimos una serie de murales exprofeso para Sudáfrica’.
TRANSFORMAR EL MUNDO
La fuerza de este colectivo no es otra que su gran capacidad para hacerse con un espacio. ‘Cuando llegamos a un sitio lo más importante es elaborar una estrategia de intervención. Reflexionamos sobre el entorno, analizamos que hay alrededor, qué pasa en esas calles. Si lo que vamos a hacer no mejora el lugar, no intervenimos’. ¿El resultado? Una serie de cinco piezas con mensajes positivos en las paredes del barrio de Woodstock. Discover the diamond inside you (Descubre el diamante que llevas dentro) o Fight for your dream (Pelea por tu sueño) son dos de las frases que aparecen en dos de los murales que conforman este trabajo. Lo completa el taller participativo Velokhaya Khayelitsha.
Khayelitsha es uno de los poblados más grandes de toda Sudáfrica. Un océano de viviendas de chapas grecadas, maderas y cartones que se extiende hasta desvanecerse en el horizonte. Allí se encuentra Velokhaya, una escuela de ciclismo que entrena a 300 niños, inculcándoles los valores humanos a través del deporte. Y que, en muchos casos, se convierte para los chicos en su única válvula de escape, en un sitio seguro ante las difíciles situaciones que tienen en casa. Velokhaya, ante todo, es una gran familia. La aportación de Boa Mistura ha sido convertir las instalaciones de esta escuela de bici en un hito de color. ‘Nuestro objetivo fue renovarle la cara. Nosotros dibujamos las letras con el nombre, Velokhaya Khayelitsha, y los chavales se encargaron de pintar con nuestra ayuda todos los contenedores que conforman la escuela y que estaban oxidados. Implicando a los alumnos conseguimos dos objetivos. Por un lado, que sintieran Velokhaya todavía más suya. Cuando implicas a la gente en transformar su propio espacio, consigues que lo valoren mucho más. Por otro, creemos que lo que uno tiene a su alrededor le afecta a lo que siente, a su persona. Y el color, sin duda, te ayuda a ver la vida en positivo. Fue maravilloso estar mano a mano y compartir esos días con ellos’.
Y LLEGÓ BRASIL
Invitados por la Embajada Española para que intervinieran en este país, Boa Mistura hizo las maletas y aterrizo el pasado mes de enero en Vila Brasilandia, una de las favelas que proliferan en la periferia de la ciudad de Sao Paulo, a la sombra de los rascacielos.La cuestión una vez allí era qué hacer. El objetivo, como siempre, no era que conocer el lugar, sentir su pulso. Acogidos por los Gonçálves, que se convirtiéron literalmente en su familia durante su estancia, pudieron acceder al difícil contacto directo con la comunidad. Los dos Pablos, Javi, Juan y Rubén se instalaron en la favela, la diseccionaron, la olieron. Querían vivirla, quererla. Intentar entender la confluencia de aspectos sociales, económicos y urbanísticos. Y descubrieron, como principales valores socioculturales la tolerancia, la hospitalidad y la hermandad dentro de la comunidad, independientemente del color de su piel o su creencia religiosa. ‘Brasilandia se estructura entre las vielas y los becos, que son callejuelas sinuosas y estrechas que contorsionan entre las viviendas. La percepción cuando estás allí es la de un conjunto aparentemente desordenado de planos, texturas, materiales, luces, sombras, alturas y escalones’.
El proyecto ha pretendido dar respuesta a esta complejidad espacial tan característica. Aplanando la perspectiva desde un punto (anamorfismo) han dibujado palabras de fuerza, inspiradoras, que invitan a reflexionar, enmarcadas en un continuo de color que cubre por igual todas las paredes. ‘Algunas viviendas estaban construidas con ladrillos, otras con yeso, otras de metal… Además de poner una caja de luz y color en cada uno de los callejones en los que intervenimos, nuestro objetivo fue democratizar el espacio. Ahora todas las casas son igual de bonitas. Hemos querido poner en valor la belleza de un sitio que aparentemente no la tenía’. La implicación de la comunidad en cada una de las intervenciones fue el factor determinante. Niños, jóvenes y no tan jóvenes compartieron, brocha en mano, el proceso de transformación de su entorno. Embelleciéndolo. La convivencia con la gente y su participación activa fueron determinantes en la dirección del proyecto. Beleza, Firmeza, Amor, Doçura y Orgulho son los conceptos elegidos por el colectivo Boa Mistura para las intervenciones. ‘Son palabras que ellos utilizan en su día a día pero que, por encima de todo, les pertenecen’.
PAREDES QUE HABLAN
Maestros de la ilustración y el diseño gráfico, su magia para establecer un diálogo a través de las paredes con los ciudadanos –y siempre en positivo- los sitúa como el gran colectivo urbano con sello español de relevancia internacional. Y es que como su nombre bien dice, son una ‘Buena Mezcla’, traducción en español del término portugués ‘Boa Mistura’. Visiones distintas que se complementan, influencian y se mezclan para formar siempre algo mejor.
En menos de una semana (tras reunirnos con ellos), se marchan a Venecia para intervenir en el pabellón nacional de España en la 13ª Bienal de Arquitectura, invitados por el estudio de arquitectura Ecosistema Urbano. Acto seguido vuelan a Nueva York para realizar un mural por encargo de una abogada que quiere que el puño y letra de estas cinco cabezas, diez manos y un solo corazón sigan pintando el mundo. Si no puedes ir a Venecia, Ciudad del Cabo o Brasil a contemplar in situ los proyectos que estos cinco creadores del ‘arte capaz de cambiar el mundo’ realizan, abre bien los ojos y los oídos. Porque en cualquier esquina de Madrid, donde viven y siguen pintando, las paredes hablan.