Inspiración para poetas y artistas. Soberanos del lenguaje onírico y mágico.
Los unicornios son, más allá de modas perecederas, el símbolo por excelencia de la pureza, la esencia, la honestidad y el amor.
Por MARTA ARTEAGA Fotografía © ISABEL MUÑOZ
La física cuántica sostiene que el observador modifica a lo observado, y hay quien podría decir que solo son caballos.
Sin rendirse a la evidencia de la belleza y de la existencia de la imaginación, conviviendo desde otro plano de conciencia en esta realidad.
Los unicornios son los guardianes del templo de nuestra imaginación.
Desde el imaginario del hombre y el centauro, a las cuevas de Altamira.
La relación del ser humano y el caballo, en perfecta armonía, ha estado presente desde los orígenes.
Ese es el misterio que revelan las fotografías de Isabel Muñoz, cuya obra danza la relación del ser humano en comunión con la naturaleza.
Investigando el cuerpo y el movimiento, como herramientas para comprender el origen de nuestro propio linaje.
‘Me encanta descubrir a los unicornios en esas playas hechas con tonos grises, en las que la marea se retrae y el suelo es como un espejo y, de pronto, vuelves a los orígenes. pensar en las personas que amaron en esos espacios, que vivieron y lloraron en esos espacios.
Me encanta descubrir el caballo y su sensualidad; tiene algo en su piel que dan ganas de tocarlo; y el mar y el ser humano, y esa ambigüedad que hay entre sus cuerpos’.
Expresa en sus palabras vestidas de gozo.