Son tiempos de gran confusión, de noticias que, en lugar de esclarecer, ensombrecen, de revisión acelerada, de deshumanización, de confrontación y violencia.
Tiempos de artificio y de olvido, de miedo y menosprecio a la inmensa capacidad humana.
A la pandemia COVID-19 le han sucedido grandes catástrofes naturales y alteraciones ecológicas, algunas de carácter irreversible.
Y guerras muy patentes se han añadido a las ‘ocultas’; la brecha social a escala mundial se ha ampliado más todavía, y miles de migrantes reclaman sin cesar, trasladándose y viviendo en condiciones humanamente inaceptables, que la gobernanza mundial les atienda, cumpliendo plenamente el principio esencial de la igual dignidad.
Y al igual que el veto de los cinco vencedores de la II Guerra Mundial en el caso de las Naciones Unidas, que las inhabilitaban para la toma de decisiones desde su origen, ahora es la Unión Europea, por el absurdo requerimiento de la unanimidad —la unanimidad es la antítesis de la democracia— la que no puede ejercer el papel esencial que le correspondería, dejando al mundo en su conjunto en manos de la razón de la fuerza y de ‘democracias’ impropias.
El actual ‘desorden mundial’ requiere de forma inaplazable la construcción, hasta ahora inimaginable, de un nuevo sistema multilateral democrático.
La adopción de una ‘Declaración Universal de Democracia’ podría ser el gran referente mundial para esta renovación crucial de la gobernanza global.
‘Los seres humanos no estamos en el mundo sino que somos el mundo’, ha subrayado Emilio Lledó en el excelente capítulo de ‘Educación para la democracia’,
de su libro ‘Identidad y amistad’:
‘La mirada humana’, escribe, ‘es visión e interpretación.
Una visión que puede entender lo que ve (…).
La posibilidad de entender tiene que alimentarse continuamente de libertad y luz (…).
La luz de la palabra es lo que crea el universo de lo humano’.
Repito aquí dos conceptos que me parecen esenciales para un nuevo comienzo: deber de memoria y delito de silencio.
José María Lassalle, en un artículo sobre Inteligencia Artificial (IA) escribía:
‘Nos adentramos en un escenario en el que las externalidades negativas que puede liberar la IA.
Si no se desarrolla dentro de un marco regulatorio adecuado, puede llevarnos a la distopía, la exclusión y la desigualdad.
La Comisión Europea aprobó el 19 de febrero de 2020 un Libro Blanco sobre IA en el que se diseña una con bases éticas centrada en el ser humano.
Se trata de una propuesta que busca perfeccionar la democracia y el mercado, sin renunciar a la autonomía responsable de los ciudadanos y de los consumidores’.
¡Por fin la democracia genuina, en el timón de la nave Tierra!
Para marginar a los grupos plutocráticos de la gobernanza mundial y poder hacer frente a desvaríos inadmisibles, como el del magnate Elon Musk, que ha anunciado que ‘en seis meses pondría un chip en el cerebro humano’.
‘Nosotros, los pueblos’ no consentirán la deshumanización, la pérdida de la libertad y la creatividad, los dos grandes pilares de la
especie humana.
Se acercan momentos críticos, pero también grandes oportunidades para los cambios impostergables, para un nuevo comienzo, para mirar hacia adelante con esperanza.•
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FEDERICO MAYOR ZARAGOZA, presidente de la Fundación Cultura de Paz, exdirector general de la UNESCO.