Situada a orillas del río Shannon, Limerick se convirtió el pasado año en la potencia cultural y artística más importante de Irlanda. Una ciudad llena de contrastes gracias a su pasado medieval y a su creciente modernidad.
Por ARANTZA DE CASTRO Fotografía TOURISM IRELAND
Aterrizar en Irlanda es, sin duda, aterrizar en casa. La hospitalidad desinteresada y la buena educación de sus habitantes se hace latente desde el primer momento que pisas suelo irlandés . Lo descubro al bajarme del avión en la T1 de Dublín, donde un conductor me espera para trasladarme a la estación de Heuston. Allí cogeré un tren destino a Limerick.
Durante el trayecto puedo disfrutar de una ciudad cosmopolita llena de contrastes, mientras que el conductor me pregunta sobre el porqué de mi viaje a Irlanda.
Su amabilidad me desborda de forma positiva y, sobre todo, me recuerda a aquella que recibí recientemente durante un viaje al norte de España. Lo tenía claro desde el primer momento: estaba en casa. Tras tres horas y media de viaje en tren en el que puedo disfrutar de los verdes paisajes irlandeses, llego a Limerick donde otro amable conductor me traslada hasta el que será mi alojamiento -Savoy Hotel- situado en Henry Street, una de las arterias principales del centro de la ciudad. Una vez en mi habitación con vistas a la nocturnidad de la ciudad, cuya tenue luz alumbra los edificios haciendo que la mente se traslade a la ciudad de Londres en los ‘60, decido pensar en la pregunta que me hizo el conductor en Dublín: ¿Qué estoy haciendo en Irlanda?
De noche, iluminada con luz tenue, Limerick recuerda a la ciudad de Londres en los años 60
Situada al oeste de la república, Limerick se convirtió el pasado 2014 en la Ciudad de la Cultura gracias al apasionante y variado programa cultural y artístico que tuvo lugar durante todo el año en la provincia. Muchos la recordarán como escenario de ‘Las cenizas de Ángela’, el best-seller escrito por Frank McCourt y por el que fue galardonado con un premio Pulitzer. Pero Limerick es mucho más que eso. Y yo quería descubrirlo. Me levanto a las 8 de la mañana y bajo al Liszt Lounge del hotel donde me espera una variada carta de desayunos. La sala posee unos grandes ventanales que dan a la ya nombrada Henry Street y me pregunto qué me deparará mi primer día en una ciudad totalmente desconocida para mí. Me reúno en la recepción del hotel con un grupo de periodistas de varios países (India, Italia, Alemania, Suiza,…) y con la que será a partir de ahora nuestra guía durante todo el viaje, Ellen, a quien decido preguntar cuál es la población de esta ciudad.
“200.000 habitantes aproximadamente, es la tercera ciudad más poblada del país”, me contesta con un profundo acento irlandés y, con este dato, comenzamos a caminar por calles y avenidas. ¿Nuestro primer destino? El castillo de King Johns. Este edificio data del siglo XIII y está situado en el centro de la ciudad medieval de Limerick, a orillas del río Shannon. Es increíble comparar el contraste que existe entre las ruidosas y modernas avenidas llenas de tiendas y turistas, con las pequeñas y tranquilas calles que rodean a este castillo. He cambiado de ciudad en apenas 15 minutos a pié y es que, según me aclara Ellen, Limerick fue conquistada por los vikingos en el siglo IX, por lo que esta moderna y bulliciosa ciudad posee un rico pasado medieval que resuena por sus callejuelas antiguas.
Tras dejar a un lado este imprescindible escenario, nos dirigimos al edificio más antiguo de la localidad: la catedral de St. Mary. Nada más mi mirada se fija en su pequeño cementerio del siglo XV y sus dos memoriales recuerdo de las guerras mundiales. Ellen nos explica que el estilo original de esta catedral fue el románico -como bien puede verse en su impresionante fachada- pero, tras varias reformas y reconstrucciones, el edificio muestra una variedad de estilos bastante confusa.
Las obligadas fotografías nos demoran por lo que, con prisa, tomamos rumbo hacia nuestra siguiente parada: el Hunt Museum. El tiempo nos acompaña, hace una temperatura primaveral envidiable, y el acogedor jardín del museo nos parece un sitio más que apropiado para disfrutar de la comida servida por el bar ubicado dentro de las instalaciones.
Limerick posee un rico pasado medieval que resuena por sus callejuelas antiguas
Recuperamos fuerzas y recorremos los pasillos del museo, un lugar acogedor que posee una gran y variada colección privada de arte que recorre desde el Neolítico hasta nuestros días, incluyendo obras de Renoir y Picasso. Además, y con motivo de la celebración de Limerick como ciudad de la cultura 2014, podemos encontrar numerosas obras contemporáneas instaladas para la ocasión. La más llamativa simulaba un Gran Hermano a escala local: un número de cámaras instaladas a lo largo de la ciudad dejan ver en el museo, a través de aproximadamente 16 televisores, escenas cotidianas que están ocurriendo en este mismo instante. Mi mirada se quedó fija en uno de ellos, viendo como un grupo de jóvenes se divertía en un pub de la ciudad.
Tras esto, el amplio grupo de periodistas se divide para tomar caminos diferentes. Yo, y mi amor por lo desconocido, me llevan a elegir el itinerario que me ofrece cruzar en kayak el río Shannon. El otro grupo elige una ruta de museos por la ciudad. Los ‘aventureros’ nos nos trasladamos a las afueras de la ciudad donde nos espera Dave, nuestro monitor en esta experiencia. Después de unas nociones básicas de piragüismo, y enfundados en nuestros trajes de neopreno, nos adentramos en el tranquilo pero desconocido río Shannon y, entre brazada y brazada, Dave nos va contando con un inesperado sentido del humor algunos datos curiosos de los sitios que vamos dejando atrás mientras remamos.
Sin incidentes reseñables, abandonamos el maravilloso río Shannon para volver a juntarnos a nuestros compañeros de viaje y disfrutar con ellos de una abundante cena en el restaurante Cornstore. Nos guiamos por nuestra ya compañera Ellen a la hora de elegir, ya que la carta está en unos términos difíciles de entender para mí. Ostras con vinagreta, langosta rellena o pollo al horno con una deliciosa salsa difícil de describir, fueron algunos de los platos elegidos por los comensales.
Sin duda, Irlanda cautiva por su belleza pero también por su rica y variada gastronomía. Disfrutamos del ambiente nocturno de la ciudad aunque decidimos descansar para poder afrontar con fuerzas el día que se nos avecinaba. En esta ocasión, conoceríamos el Limerick más ecológico, rural y sostenible. En el Lough Gur,un lago totalmente rodeado de grandes praderas verdes, se respiraba paz y tranquilidad, algo que nos ayudó a recuperar fuerzas para seguir visitando esta maravillosa localidad. No es de extrañar que varias familias se acercaran hasta allí para pasear y disfrutar de los caminos que bordean el lugar.
Nuestra última parada tendría lugar en el famoso Foynes Flying Boat Museum, un museo de aviación con un secreto bien escondido: el nacimiento del café irlandés. Fue en 1943, tras un intento de vuelo en el que las condiciones no acompañaron, cuando el chef del bar decidió crear esta bebida para ayudar a entrar en calor a los pasajeros.
Irlanda cautiva por su belleza pero también por su rica y variada gastronomía
Con esto, el viaje a Irlanda había acabado. Sin embargo, había podido descubrir con mis propios ojos todo lo que este maravilloso país, y esta ciudad, podía ofrecerme. Volviendo la vista atrás, puedo decir que tengo respuesta para el amable conductor de Dublín. ¿Por qué estoy en Irlanda? Porque Irlanda hay que vivirla.