El filósofo y escritor es una de las mentes más brillantes de nuestro país. Con una sátira implacable y una reflexión propia de un gran pensador, Savater se adentra en los temas más relevantes de la sociedad española enseñándonos cómo la filosofía se convierte en la respuesta a muchas preguntas.
Fotografía SARA TORRES
¿Qué puede aportar la filosofía a nuestra sociedad actual?
La filosofía es una reflexión sobre esas preguntas que no son meramente instrumentales. La filosofía se hace preguntas sobre lo que somos y nos ayuda a tomar conciencia de lo que significa vivir y ser humano.
La filosofía está a punto de ser eliminada de las aulas. ¿Qué opina de este tema?
Yo creo que es una pérdida irreparable. A mí me parece que la filosofía, ahora que la religión debe ser algo optativo, es un buen inicio que ayuda a los jóvenes a comenzar una reflexión importante porque nace en el mismo lugar y en el mismo momento que la democracia y, de algún modo, representan lo mismo; una en el terreno político y otra en el intelectual.
¿Se puede o se debe ser optimista en estos momentos?
Los optimistas dicen ‘dejemos las cosas que ya se resolverán solas’ mientras que el pesimista dice ‘no hay nada que hacer’. Ambas son formas de pereza, yo creo que lo importante es tener una visión activa. Lo que tenemos que hacer es plantearnos la siguiente cuestión: si nosotros no resolvemos los problemas nadie lo hará, estamos solos ante ellos y tenemos que afrontarlos.
La ética es una rama de la filosofía, ¿qué consejos le daría en este sentido a nuestros políticos?
Más que consejos, lo que tenemos que tener claro es que en una democracia todos somos políticos. Los que mandan son los mandados; aquéllos a quienes nosotros les hemos mandado mandar así que lo único que puedo decir es que lo peor de los políticos es lo mucho que se parecen a quienes los han elegido.
En su obra Ética de urgencia se mantienen unos diálogos con jóvenes sobre las cuestiones que más les preocupan. ¿Cuáles son estos temas?
Los jóvenes están preocupados sobre todo por cuestiones laborales y económicas aunque la política y el tema del desprestigio de las instituciones también les interesa mucho. En general, los temas o problemas de la actualidad son los que más les preocupan.
Dentro del contexto de la enseñanza, para los griegos la teoría solo era una forma de no llegar a la práctica: el verdadero conocimiento. ¿Por qué no hay una escuela de buenas prácticas que forme a los futuros dirigentes de un país?
Bueno, esta visión del conocimiento en Grecia es errónea. Esto de que la teoría solo es un paso para llegar a la práctica es una versión muy moderna pero sí que es cierto que para ellos la práctica es muy importante. El problema es que la práctica política no tiene unas lecciones claras por lo mismo que no hay unas lecciones claras para ser ‘humano’.
Sabemos que hay valores como la honradez, la solidaridad, la sinceridad, etc. pero la política no es como la carpintería u otras técnicas humanas que tienen una finalidad mecánica que se puede enseñar. La política es el arte de congeniar diferentes objetivos con diversas voluntades políticas y no admite unas lecciones técnicas.
¿Cómo ve la situación del periodismo en esta crisis en la que está inmerso?
Los soportes del periodismo, los periódicos como tal creo que tienen los días contados; solo es cuestión de tiempo. Para los que amamos el papel es una pérdida irreparable pero la verdadera pérdida en el sentido cultural de la palabra, sería que se perdiera el periodismo.
Pero se están perdiendo los valores clásicos, ¿no? Sobre todo el de servicio público ahora que está todo tan mediatizado y monetizado…
En la película ‘Ciudadano Kane’, en la época de la guerra de Cuba, ya se contaba la historia de un hombre que se convertía en un gran magnate de la comunicación. Además, ahora con la época de Internet es más fácil hacerse un hueco en la Red si no te convencen los medios tradicionales. Si tuviéramos que hacer estadísticas, yo creo que ahora hay más posibilidades de distinguir las opiniones contrastadas de las que no tienen ningún respaldo. De hecho, debido a esto, hoy debería ser más fácil que nunca mantener esa pluralidad informativa.
Hablando de crisis, ¿tiene esta sociedad una crisis de valores?
Los valores nacen de una crisis, son el choque entre lo que vemos que es y lo que creemos que debe ser. Si todo fuera bueno no habríamos descubierto los valores. En nuestra época consideramos que hoy la humanidad está muy desarrollada tecnológicamente, que hay medios para acabar con las enfermedades, el hambre y las guerras y, sin embargo, estamos viendo que la realidad no es esa.
Entonces tendrán que surgir unos nuevos valores de esta crisis, ¿no?
Ojalá. Yo creo que lo importante sería eso, aprovechar este choque entre la realidad y lo que nosotros hemos considerado siempre como positivo. Pero para que surjan los valores necesarios como que hay que reformar las instituciones, hay que dejar de mirar con una perspectiva tribal y hay que mirar a escala planetaria puesto que los problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad son globales. Creo que se pueden hacer muchas lecciones valorativas y positivas de esta coyuntura que es la crisis.
En una ocasión dijo que los ciudadanos no tienen por qué estar de acuerdo con las medidas que tomen los tribunales. ¿Cree correcta la decisión del Tribunal de Estrasburgo de tumbar la ‘doctrina Parot’?
Bueno, los ciudadanos no tienen por qué estar de acuerdo pero sí deben respetarlas. Yo comprendo que haya muchas personas que tengan objeciones pero el Tribunal de Estrasburgo, por otra parte, aporta una sentencia que tiene fundamento. Había dos opciones así que parte del Tribunal consideró viable el uso retroactivo o retrospectivo de los beneficios penitenciarios. Esto es lo que se discutió, no la doctrina misma que hoy sigue vigente. La mayoría de la gente como no sabe esto, simplemente dice que han soltado a los presos cuando la mayoría de los que han estado saliendo, habían cumplido ya casi 30 años de prisión.
¿Qué opina de los casos de corrupción que están salpicando la actualidad política de nuestro país?
Bueno, la política y todo lo demás… (risas). Muchos caen pero, bueno, yo creo que la corrupción son malos comportamientos que surgen allá donde hay libertades, poder y personas con posiciones elevadas. El problema de todo esto es la impunidad, es decir, que la corrupción quede sin castigo, que no sea controlable, que las personas ocupen puestos en los que pueden delinquir sin miedo a los castigos, o que los castigos sean mucho menores para ellos. Esta impunidad sí que es desmoralizadora. Lo que hay que hacer es instrumentar todas las garantías políticas para que esto no sea posible. La ley de transparencia es muy importante en este sentido para tratar de evitar esta clase de abusos. Lo importante es que en caso de que se cometan (porque aunque haya garantías siempre seguirán existiendo posibilidades para hacerlo), tengan un castigo ejemplar como para disuadir a quienes tengan ganas de seguir por ese camino.
En estos tiempos de indignación, desencanto y desconfianza hacia las instituciones y los gobiernos, ¿cómo ve el papel de la monarquía?
Efectivamente la monarquía está tocada en primer lugar por cuestiones referidas a la coronación y malos usos o comportamientos públicos. En España hubo mucho tiempo en que muchas personas no gozaban de un entusiasmo monárquico pero consideraban que desde el punto de vista pragmático la monarquía resolvía problemas y era, en esa época de separatismos y nacionalismos, o podía ser un antídoto contra esas cosas; un poco como el símbolo del país junto y unido. Lo que ocurre es que este pragmatismo también choca cuando la monarquía en vez de resolver problemas, los crea. Y en esta época se ha visto que, efectivamente, la monarquía (más concretamente el caso español) tiene que responder ante los tribunales y que no puede estar por encima de las leyes.
¿Qué opina de la imputación de la infanta Cristina? ¿Da su caso una sensación de transparencia en la Justicia española?
En lo que estoy de acuerdo con el Rey es en que todos somos iguales ante la ley. Iguales en el sentido de que nadie debe tener más beneficios independientemente de su cargo o representatividad pero tampoco se les debe arrastrar por el fango o hacer retratamientos más humillantes que a los demás. Se debe tratar a la infanta como a cualquier otra persona que se encuentre en sus mismas circunstancias: sin beneficios y sin especial ensañamiento.
¿Cree que España es un país maduro en cuanto a independencia judicial?
Pues sí, tengo y quiero pensar que así es. En la época de Franco a toda la gente que pedíamos democracia se nos decía que España no estaba madura para ello, como Francia por ejemplo. Bueno, yo quiero pensar que los dos somos países maduros y, por lo tanto, la independencia judicial es algo que nos deberíamos exigir. Que los órganos superiores de los jueces estén repartidos entre grupos políticos, que los jueces verdaderamente tengan la indepencia como un papel propio que les separe de los poderes legislativos y ejecutivos.
En una ocasión dijo que ‘la protesta sin propuesta no sirve de nada’. ¿Cree que es eso lo que le falta a los ciudadanos y movimientos de este país para poder hacer frente al sistema?
Bueno, a algunos sí. No hay que hacer frente al sistema sino hacer críticas al mismo, porque no conozco a nadie que tenga una alternativa mejor al sistema. El sistema es la democracia occidental en la que vivimos y que en algunos países funciona mejor que en otros. Es verdad que sí hay partidos políticos y grupos que sí tienen propuestas. Precisamente los que optamos por unos partidos frente a otros es porque consideramos que tienen mejores propuestas que los otros.
Yo creo que en España hay una tendencia a veces a confundir el gamberrismo urbano con la acción política, que tiene poco que ver, al igual que otras veces se considera que la simple maledicencia es pensamiento crítico y por eso determinados programas de televisión y determinados ‘coristas’ se convierten un poco en mentores de la sociedad. Los chistes y los chismes están al alcance de todo el mundo pero las ideas ya exigen un poco más de esfuerzo. Yo creo que sí, que efectivamente hacen falta propuestas porque protestar está bien pero eso es solo un inicio, a partir de ahí hace falta entender verdaderamente qué razones cuentan aquello o aquellos contra lo que estamos protestando para poder sustituirlo por algo que sea mejor.
Sabemos que la clave reside en la educación, ¿cree que falla el sistema educativo en la formación de los jóvenes?
El sistema educativo es algo muy complicado. Hay cosas que van mejor, otras peor… La educación es una asignatura pendiente desde el mismo momento en que se reflexiona sobre ella. Ya en el siglo XVI escritores como John Locke parten de la base de que ‘todo el mundo se queja de la educación’. Esto es algo que viene de antaño pero sí que es cierto que la educación hay que mejorarla, transformarla, reflexionar sobre ella, etc.
Hay cosas que es evidente que fallan como por ejemplo el hecho de que haya tantos planes educativos que no llegan a cumplirse por completo porque enseguida ya viene otro gobierno que lo deroga y saca otro nuevo que ‘desmiente’ al anterior. Esto nos hace mal. También el hecho de que haya diferentes planes educativos según las comunidades autónomas y que no existan en este tema competencias centrales homologadas por parte del Estado para todas las asignaturas. También es perjudicial el hecho de que asignaturas como educación para la ciudadanía, que son básicas en este país y que se está viendo que hacen tanta falta, hayan sido sustituidas por prejuicios clericales, reivindicando que se mantenga la religión que no tiene nada que hacer en un sistema educativo laico. Desde luego que sí que hay muchas cosas que se podrían corregir, sobre todo la visión de que la educación tiene que formar ciudadanos completos. Hay educaciones que solo crean empleados para que cuando terminen de estudiar estén colocados. Eso no está mal pero lo que tiene que hacer la educación es formar buenos ciudadanos y, en última instancia, fomentar la humanidad de las personas, aunque esto último ya lo veo un plan quizá demasiado ambicioso.
Con respecto a este tema, ¿qué opina de la fuga de cerebros? ¿Son siempre los jóvenes los que pagan las consecuencias?
Que un joven se vaya a fuera no tiene por qué ser algo negativo. El caso de los jóvenes que se van porque no tienen futuro sí que es un caso ya más preocupante y que, además, supone una gran pérdida sobre todo para el país. El hecho de que un joven con una buena preparación tenga que irse a fuera en busca de un futuro mejor supone una gran incomodidad para el propio joven pero la gran pérdida es para el país porque hemos sido nosotros los que hemos costeado esa educación en buena medida y nuestro país necesita de estos cerebros. El problema es que el joven se va y a lo mejor encuentra más beneficios estando fuera. Es una lástima que muchas personas que podían ser útiles para este país tengan que marcharse dejando así un hueco en las posibilidades de desarrollo del país de cara al futuro.
¿Qué opina del modelo de sociedad en el que vivimos? ¿Cree que es excesivo el individualismo del ciudadano actual, que debería estar más preocupado por las causas comunes?
El individualismo no tiene por qué ser opuesto a una visión social de las cosas. El individualismo es una idea de responsabilidad y autonomía de la persona. Ser individualista no es estar aislado necesariamente en vez de pensar que las cosas dependen de lo que está fuera de uno, pues considera que es el responsable de sus acciones y que su libertad tiene que tener un sentido propio. Esto no quita para que cualquier persona racional se de cuenta de la importancia de lo social sobre el desarrollo del individual. Óscar Wilde decía que todas las sociedades evolucionan hacia la producción de más individualismo pero no de un individualismo aislacionista sino como responsabilidad de los individuos por el funcionamiento de lo colectivo.
¿Cree que está en crisis el capitalismo?
Parece que sí pero lo cierto es que hay algunos países en donde funciona mejor y en otros peor y en general se ha visto que determinados mecanismos del capitalismo como por ejemplo la desregularización, la especulación sin control de los mercados, el hecho de que no haya supervisión de los mismos, la existencia de paraísos fiscales, etc. todo esto son problemas que evidentemente tiene el capitalismo pero, insisto, de momento no tenemos ninguna otra cosa: no tenemos otro sistema menos malo.
Dentro de este cambio social que es evidente que necesitamos, ¿qué cree que puede aportar la filosofía?
Como hemos dicho, la filosofía no es un mecanismo práctico sino un mecanismo de reflexión. Yo creo que las personas reflexivas, las personas más conscientes de sí mismas que viven a propósito, que no viven simplemente por imitación o por seguir las modas sino que lo hacen de una manera más autónoma, son más capaces también de afrontar en la sociedad las cuestiones de una forma más eficaz. También puede ser que esto no ocurra pero las preguntas instrumentales de la filosofía tienden hacia la práctica.
¿Tiene esperanza en el ser humano? ¿Es optimista?
Quiero pensar que con esta coyuntura de la crisis surgirán algunas mejoras necesarias porque de todas estas crisis salen aspectos positivos pero se pagan precios tan altos y los sufrimientos son tan grandes a veces que uno vacila si verdaderamente merecía la pena o no. ¿Mereció la pena la Segunda Guerra Mundial aunque luego se sacaran conclusiones buenas de ella?
Como sabe nuestra revista se llama Anoche Tuve Un Sueño. Cuéntenos, ¿con qué sueña Fernando Savater?
Con los años los sueños están más curiosamente apegados al momento, los sueños más entendidos hacia el futuro son más propios de la juventud. Yo con lo que sueño ahora es con que este país de alguna manera salga sin deshacerse o desunirse de esta crisis, que de alguna forma las promesas comunes o el buen rollo que hubo al final de la dictadura con el principio de la transición democrática se recupere y arreglar los mecanismos económicos y sociales que se han roto y que han hecho sufrir a tanta gente. Con este sueño tan ambicioso yo creo que me conformo.