Fíjate bien en su mirada. pues su discurso y su obra es igual: sincera. Puro reflejo de una concienzuda búsqueda interior. como pasos de un bolero entre el vacío y el lleno. Aunque desconocido aún para el gran público español, su obra se expone ya en China (Los jardines de Changchun), Canadá (Los Trois-Rivières de Quebec), Italia (el museo de escultura de carrara) o dentro del propio museo de arte moderno de Valencia. A Bañuelos le gusta el número 7, lee tanto como esculpe, le falta un trozo del dedo gordo del pie porque con él intentó parar la caída de una escultura y sueña con la búsqueda de la perfección. ‘pero ¿la búsqueda de la perfección es una razón estética o moral?’ pregunta tratando de expulsar a sus fantasmas. porque es un creador de esculturas que podría haber sido filósofo (aunque él se licenció en políticas y sociología). A fecha de hoy ha creado 732 obras con alma y en armonía con la naturaleza. Así es él.
Por Paloma Rosado. Fotografía: Álex Río
En su taller suena música en una radio Fisher Price a la que no le ha cambiado las pilas desde que sus hijos dejaron de usarla, hace más de 20 años. ‘Es por la energía que hay aquí -dice jocoso-, por la mala leche que circula cuando algo no me sale. Eso las recarga, Jajaja’, dice. Su almacén de piedras ocupa la cancha de tenis de su casa y su biblioteca es uno de sus bienes más preciados. ¿El otro? Su trabajo y su familia de los que habla con pasión. ‘Tengo la suerte de tener una mujer y unos hijos estupendos que aceptan mis defectos’ dice refiriéndose a ellos’.
Su perfil es un tanto atípico. La primera escultura la hizo a los 32 años, su primera exposición a los 35…
Porque antes era pintor, hasta que hice una primera escultura y a partir de ese momento dejé los pinceles que me hacían sufrir mucho y con los que no me expresaba bien. Y ahora no es que siempre disfrute, también sufro, pero me expreso mejor.
¿Quién diría que es usted?
Un hombre del Renacimiento, por lo menos por la edad ¡jajaja! Me veo como alguien enamorado de su trabajo que trata de expresar su pensamiento mediante la escultura y que va evolucionando constantemente. En el momento en que no haga algo que sea interesante lo dejaré. Copiar a los demás es necesario para aprender, como decía Picasso, pero copiarse a sí mismo es trágico.
¿Por eso cada 6 ó 7 años da un salto y cambia de etapa?
Puede ser. Ahora con la deconstrucción llevo siete años y ya estoy empezando a hacer unas cosas que me parecen diferentes, trabajando el interior de las piedras, haciendo que la luz ilumine el interior.
¿Por qué deconstruye? ¿Qué es eso exáctamente?
Yo soy licenciado en Ciencias Políticas, he estudiado a Jacques Derrida, el padre de la deconstrucción y él decía que era destruir algo para volver a construirlo. En mi caso con una piedra, que parece que siempre va a ser así, yo la corto y la cambio para que acabe siendo una cosa distinta.
¿Cuánto tiempo lleva este proceso?
Hay esculturas en las que puedo invertir semanas, meses o años. Tengo una que tardé 20 años en acabar, es mi récord. Porque antes de hacer una escultura tengo que pasar por el estudio donde leo, investigo, vivo mi proceso interior, que es lo más duro porque es lo que más tiempo lleva. Aprender a picar piedra es cuestión de un mes, pero qué quieres decir con eso te puede llevar toda la vida. Cuando voy a las canteras a comprar piedras (porque está prohibido coger las grandes del campo), cualquiera de los trabajadores pica muchísimo mejor que yo, pero ¿lo viven como proceso interior? Yo ya llevo 732 esculturas y algunas de 400 toneladas.
¿Qué tiene la piedra que no tiene el bronce, el hierro o los plásticos?
La piedra es insustituible. En el momento en el que le haces una transformación ya está, sólo sirve para lo que la has transformado. El bronce lo puedes fundir pero la piedra es lo único que se ha conservado desde la Antigüedad, porque no tiene ningún valor, por eso están esas esculturas en los museos, sino las habrían fundido o vete tú a saber. Pero la piedra es eterna. Tal vez en lo que yo hago hay una intención de perdurar… puede ser algo inconsciente.
¿Por qué elige una piedra concreta y no otra?
A veces estoy buscando algo y la piedra me dice: ‘estoy aquí’ y al verla resulta que he soñado con ella o que es igual a la de mi imaginación. Y hago la maqueta y sale bien. Es muy bonito, son momentos muy creativos (aunque también los hay de otro tipo).
La profesora González Vicario dice que hoy la escultura juega a veces a ser arquitectura y usted tiene esas grandes obras de 400 toneladas.
Así es. Yo estoy trabajando también con arquitectos y tengo obras que ya rozan la arquitectura.
¿Cómo combinan Arte y Naturaleza?
Yo creo que lo interesante es que el Arte no agreda a la Naturaleza. Cuando trato la piedra, la respeto, no la oculto, trato de que se vea que es piedra haciendo un cambio, un juego de movimientos…
¿Con qué crea? ¿Con el corazón, las tripas o la mente?
Con todo y con el inconsciente. Hubo épocas en las que intentaba expresar lo que quería y no podía. Cuando uno sabe lo que quiere expresar, luego tiene que relajarse, porque haga lo haga va a hacer lo que es, lo que vive… Lo que he hecho es invertir en mí y ser honrado porque haga lo que haga no tiene ningún mérito. Y no lo hago porque sea buena persona si no porque sé que es la única manera de funcionar bien. Todo lo que veo y lo que leo sale si me relajo.
Lo último que ha visto o leído y que influye en su obra…
La obra de autor que me dejó fuera de juego y que aún no he superado. Es un alemán al que se acusó de estar con Hitler y no era así en absoluto. Se llama Benn. Tiene tres tomos enormes que me regaló mi mujer y que me cambiaron la vida; es poesía, su pensamiento y su biografía. Después de eso cualquier cosa que he leído me ha parecido una tontería, lo que me ha hecho mucho daño porque he estado sin poder leer… Intenté volver a Proust y nada. Volví a El Quijote y lo dejé a la mitad.
En su taller se respira una paz desordenada. Y mucho tiene que ver que esté en plena naturaleza. Se levanta a las 6.30 h., nada una hora y después de desayunar con la familia al completo, él se pone a trabajar ‘y no salgo, no voy a exposiciones y eventos. Esto es como un convento, algo cuasireligioso’, dice.
Es usted un gran desconocido en España.
Y es por mi culpa, porque estoy aquí todo el día metido. Porque yo a las siete de la tarde tengo aún mucho que leer y estoy cansado, y acabo yéndome al estudio. Aunque reconozco que tampoco me ha preocupado que me conozcan. Siempre he tenido gente que me ha comprado la obra, españoles y sobre todo franceses y americanos y como puedo vivir bien…
¿Se vende bien su obra?
Hasta la fecha, sí. Porque quien me compra, repite.
¿Qué intuye que ve quien le compra?
Yo creo que se ven reflejados. Porque como lo que hago, lo hago de corazón, eso es un lenguaje universal y lo entiende un chino, un americano o quien sea. Hay alma. Como decía mi bisabuelo, al que yo no conocí: ‘hijo mío, en esta vida sólo hay una manera de comportarse: la fija’. Todos sabemos lo que tenemos que hacer. Otra cosa es que no lo hagamos….
Habla de indignación ante la miseria, la desigualdad, la necesidad de compromiso… pero, ¿cómo se traslada eso a su obra
Yo lo he trasladado a un nivel personal muy íntimo, lo que puedo hacer desde mi pequeño rincón lo hago. Una de las cosas que yo intento hacer, por ejemplo, es ser honrado con mi trabajo porque no está de moda lo que yo hago. La deconstrucción es un movimiento que me he inventado yo, así que no puede estar de moda, pero esto es lo que tengo que hacer ahora.
¿Es más bello lo más simple?
Sí, sin duda, aunque a mí me ha costado años llegar a eso.
Ya ha salido el tema de la trascendencia y que usted sospecha que busca trascender con su obra porque la vida es corta…
… y la mitad de noche, jajaja… Y, encima, hay noches geniales y otras son un desastre. Yo de eso me dí cuenta muy joven. De pequeño tuve meningitis, estuve muy malito pero me salvé. Y siempre he sentido que esto es un suspiro. Esto va tan rápido que no se puede perder el tiempo en no ser uno mismo y en no hacer lo que se tiene que hacer. Por eso pensar ‘ya lo haré mañana’ es un error. Si quieres hacer algo ponte hoy. Fíjate yo trabajo un montón ¡y soy consciente de que no me va a dar tiempo a hacer lo que quiero! Me voy a quedar en la entrada de las cosas.
Hablando de hacer, ¿qué hace este verano?
Trabajar. Tengo que cerrar un par de cosas en México D.F. y aquí, en Guadalajara. Además me han ofrecido el Hispanic Institute de Nueva York. Este año cuando a Frank Stella le dieron el Premio Internacional Julio González del IVAM, él y su ex mujer, Barbara Rose, vieron mi exposición y me propusieron llevarme a Nueva York.
Tal vez su momento para dar el salto al gran público está llegando.·